Cuando me llamó estaba sentada en un sofá junto a Cordelia y Melinda. Me levanté rápidamente y apreté con firmeza la pequeña caja que había llevado en la mano desde que salí de mi habitación. Lo cierto era que me pareció bastante raro que ninguna chica me hubiera preguntado por ella, sobretodo por parte de la curiosa Cordelia. Supuse que trataba de no inmiscuirse en mis asuntos después de lo que ocurrió en el desayuno. Para ser sincera, no me hubiera molestado en absoluto que preguntara.
— Suerte—susurró Melinda y Cordelia le apoyó asintiendo.
Caminé hacia Gabriel, trataba de no ir demasiado lento ni demasiado rápido, tampoco quería que creyese que estaba demasiado ansiosa por hablar con él. Supongo que le estaba dando demasiada importancia.
Cuando ya estuve frente a él, se puso en pie y yo hice una reverencia.
En mi memoria estaba el vago recuerdo de que era muy alto, y en cuanto estuvimos ambos juntos y en pie, me di cuenta de que no era mentira. También recordaba que fuera muy guapo, aunque supongo que eso ya lo sabía por los reports.
— Alteza— saludé con voz firme.
— Tutéame, por favor— dijo mientras ambos tomábamos asiento de nuevo—. Después de todo ya la he visto en pijama, Lady Gissele.
— Es cierto— reí e hice una pausa—... Gabriel. Y como hay confianza, debes saber que no necesito ninguna disculpa.
Alargué mi mano sujetando la caja con los pendientes, y él levantó ambas cejas con sorpresa.
— ¿No le gustan?— preguntó con el ceño fruncido, extrañado.
— Por supuesto que me gustan, son preciosos— alcé la vista de la caja— ¿Pero no cree que es algo exagerado? Es decir, solamente hizo que me levantara, no es como si me hubiera golpeado, alteza.
Durante unos segundos nos miramos a los ojos. Ahora que estábamos algo más cerca podía contemplar sus ojos de color azul oscuro con más detalle. Me sorprendí por lo negras que eran sus pestañas, sobretodo las de abajo, y me sorprendí de que aquello hiciera sus ojos todavía más bonitos.
— Gabriel— me corrigió y tomó la pequeña caja de terciopelo.
Yo me sorprendí un poco. En realidad pensaba que se rehusaría o que, al menos, sería algo más complicado convencerle de que tomará de vuelta los pendientes. Pero no fue así.
— Muy bien— asentí para mí y pasé las manos por el tul de mi vestido—. Esto ha sido más sencillo de lo que esperaba.
Ante mi comentario el rió y yo le dediqué una media sonrisa. Por un momento pensé que era un príncipe, pero que no se comportaba como la reina lo hacía. Sí que parecía seguro de si mismo, pero no parecía que su hubiera puesto límites solamente por ser el futuro rey.
— Es que estoy indefenso ante tus argumentos, Lady Gissele— amplié mi sonrisa.
— Supongo que soy irrefutable— hablé con sarcasmo y me encogí de hombros mientras volvía a alzar la vista hasta sus ojos.
— Y encantadora—dijo exagerándolo mientras tomaba mi mano y besaba su dorso antes de que ambos explotáramos en risas.
He de admitir que me sonrojé, aunque agradecí el hecho de que no se diera cuenta o de que al menos, lo ignorara. En realidad solía sonrojarme con bastante frecuencia, solo que como estaba bronceada, no se notaba tanto como podría ocurrir con mi madre —quien tenía el mismo hábito que yo—.
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El Trono (La Selección Fanfic)
FanfictionA treinta y cinco chicas se les brinda la oportunidad de vivir una vida llena de vestidos elegantes y joyas. La oportunidad de encontrar el amor junto al príncipe Gabriel y convertirse en reina. La oportunidad de vivir en un palacio lleno de rincone...