Capítulo IX

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- Algún día tienes que llevarme al taller de vestidos- dije a Tatia mientras observaba de reojo uno de sus bocetos.

-Imposible- negó rotundamente ella.

¿Por qué era imposible? ¿Era por qué no estaba permitido o por alguna otra razón ajena a las normas? Me dejé caer en la cama sobre la cama antes de preguntar con cierto aire infantil:

- ¿Por qué no?

Tatia abrió la boca para responder pero Grace se adelantó.

- ¿Qué por qué no?- ella misma fue la que respondió a su propia pregunta-. Estoy segura de que alguna de las doncellas no dudaría en decírselo a la seleccionada que se les ha encargado, y esta, seguramente se quejaría. Es más, me atrevería a decir que no hay ninguna probabilidad en que le pareciese correcto a todas.

- No pongas esa cara tan larga- trató de consolarme Kristen-. No es culpa tuya lo que hagan o dejen de hacer el resto de las seleccionadas- hizo una pausa, dejando la escoba con la que barría recostada sobre la puerta del baño, y se sentó a mi lado-. No seré yo la que juzgue a nadie, pero... No sé si te habrás dado cuenta de que no todas las demás chicas son tan agradables como parecen.

Nada más acabar decirme eso volvió a ponerse en pie y a continuar con la tarea que estaba llevando a cabo hacía segundos. Si era sincera, contemplar como Kristen y Grace limpiaban y recogían la habitación por mí hacía que sintiese cierta impotencia. Había tratado de que me dejaran echarle una mano antes, pero me había rendido después de darme cuenta de que no tenían pensado ceder.

Así que me levanté y me despedí de las tres para dirigirme hacia la Sala de Mujeres. Si no recordaba mal, Rosalya había dicho que allí estaría, y si era sincera, la princesa menor me causaba algo de curiosidad. La verdad era que no tenía nada que ver con Kerttu. Como mucho, diría que ella y su hermano se parecían en algo - obviando el aspecto físico, ya que era evidente que si son mellizos algún rasgo en común tendrían-. Ambos parecían tratar de olvidarse del hecho de que habían nacido en la familia en la que habían nacido, y en su cierta medida, aquello les hacía parecer más cercanos.

Bajaba las escaleras cuando me topé con mi hermano, quien las estaba subiendo. Él en seguida se acercó a mí y me sujetó firmemente por los hombros, mientras que yo estaba un escalón más arriba.

- ¡Te buscaba!- exclamó con una sonrisa-. Vayamos a dar una vuelta y aprovechemos que estoy en mi tiempo libre.

Yo asentí y le devolví la sonrisa, salvo que la mía era todavía más amplia. Era agradable poder estar con él, poder hablar sin tener que esperar días para poder oír una respuesta, poder sentir como pasaba su brazo por mi hombro y comenzaba a contarme cosas despreocupadamente.

- ¿Cómo vas por palacio?- preguntó mientras íbamos por una pasillo que no me resultaba nada familiar.

- Se está bien. Diría que es acogedor, pero en realidad eres tú el causante de ello, así que...

- Un compañero me ha dicho que te acercaste a él a preguntarle por mí- le miré con el ceño fruncido, no recordaba nada por el estilo. Él pareció darse cuenta de mi desconcierto, ya que en seguida concretó-. El día de la fiesta en el jardín, el primer día.

Entonces recordé a aquel guardia que me guió hasta donde se encontraba Tadeo, aquel que no había hecho nada más que dar rodeos y más rodeos por la planta antes de que me llevara hasta donde estaba solo por que quería mi compañía. Supongo que notó la cara que puse, por que trató de justificar a su compañero a penas un segundo después.

- Le causaste curiosidad. Ya sabes, eres mi hermana. Pero es un buen chico- dijo con la mirada perdida-. Llegó hace unos meses, y fui yo el encargado de enseñarle en que consistía todo esto.

El Trono (La Selección Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora