Capítulo II

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        A la mañana siguiente, mi madre me despertó a la misma hora que yo solía hacerlo cuando no eran vacaciones y tenía que ir al instituto.

       — Ya es suficiente— le dije a mi madre mientras trataba de convencerme para que me pusiera un labial rojo carmín—. Basta ya de maquillaje mamá, por favor.

       Nunca había tenido nada en contra de los cosméticos, pero aquello no era una ocasión especial, ni siquiera era la misma Selección en si, tan solo era una maldita foto.

        — Muy bien— mi madre guardó el pintalabios de nuevo en su bolso—, me rindo.

        — ¿Qué más da cómo me vea? No puede ser tan importante.

        — Es la primera impresión, cariño. Claro que es la más importante ─ mi madre tendía a decirlo todo como si fuera evidente, era una lástima que lo hiciera tan a menudo .

       En el momento en que estábamos a punto de salir de mi habitación se percató del sobre que había sobre mi escritorio. Tenía la esperanza de que lo pasara por alto, porque estaba segura de que querría leer la carta.

       — ¡La carta!— se acercó a la mesa de madera y la cogió—. Ahora en el camino me la lees.
Me tendió el papel y yo lo agarré no demasiado entusiasmada, aunque lo cierto es que tampoco era para tanto, era simplemente leerla.

        — "A la familia de la Rouche— comencé a leer, y mi madre emitió un pequeño gritito de emoción—, el último censo informa de que actualmente reside en su domicilio una mujer soltera de entre dieciocho y veintidós años. Les informamos de que se les presenta la oportunidad de honrar a nuestra gran nación de Illéa.

        — Si hubieras nacido un año después ni siquiera podrías participar— dijo mi madre mientras caminábamos.

        Me sentí más afortunada cuando oí a mi madre decir eso. Porque si tuviera un año menos, no tendría la oportunidad de ver a mi hermano.

        — Sigo— volví a fijar mi mirada en la carta—. "Nuestro querido príncipe, Gabriel Schreave de Koskinen, busca una esposa con la que poder reinar. Por lo tanto, nos gustaría presentarles la oportunidad de que vuestra hija, hermana, o tutelada, participe en la Selección y pueda optar a convertirse en princesa de Illéa.

        Mi madre contuvo una exclamación sin mucho éxito.

        — "Si desea formar parte de la Selección, deberá rellenar el formulario y presentarlo en la Oficina Provincial más cercana. Se escogerá aleatoriamente una mujer por cada provincia— proseguí—. Las participantes se alojarán en Angeles, en el palacio real, durante todo el periodo de tiempo en el que paticipen— y ahí estaba, mi único motivo para participar en la Selección—. Las familias de la seleccionada serán recompensadas generosamente por su concesión a la familia real".

        — "Recompensadas generosamente"— repitió mi madre mientras entrecerraba los ojos. Lo hacía con un tono de burla—. Cuando nos quitaron a Tadeo ya trataron de compensarlo. El dinero no sirve de nada.

        Le miré burlonamente y ella se quedó mirándome también.

        — A ver... De algo sirve, pero no compensa— admitió mientras se guardaba las manos en los bolsillos de sus pantalones.

        Continuamos caminando hasta la oficina de Servicios, hablando sobre las cosas que se pueden comprar con dinero y sobre todas aquellas que no.

        Solté un suspiro de exasperación cuando vi la enorme fila de chicas que esperaban para poder entregar el formulario y hacerse la foto. Una de mis antiguas compañeras de instituto me había dicho que la mayoría de personas iban en los primos días, y que después no llegaba ni a una decena parte, así que sentí algo de lástima por todo el tiempo que probablemente desperdiciaron haciendo cola.

El Trono (La Selección Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora