Contigo, sin miedos; Toruka.
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De inmediato separó sus labios del rubio al sentir una luz en el cuarto, la cual iluminaba su rostro, molestándole. Se suponía que todo estaba apagado, eso era lo que el pelinegro creía. Toru, por su parte, observó al pequeño algo confundido, más bien extrañado, había sido apartado de una manera demasiado repentina, por lo que le costó entender que Taka miraba algo a su alrededor.
Aún tenía una mano en la cadera del más bajo, mientras la otra posaba en la sonrojada mejilla de su novio.
-¿Qué sucede? -preguntó el más alto en un tono tranquilo.
El otro no respondió absolutamente nada, en definitiva había encontrado de donde provenía la luz. La puerta estaba entreabierta, en esa pequeña abertura un celular con la linterna encendida enfocaba hacia ellos, y quien los filmaba no era nadie más que Tomoya, quien días atrás sospechaba por las extrañas actitudes entre aquellos dos.
El vocalista se acercó a la puerta y al instante la abrió, atrapando a ese que a escondidas grababa todo lo que había sucedido hacía más de unos cuantos minutos. Taka se avergonzó al imaginarse como un baboso avalanzándose sobre Toru, recordar sus actos le traía un inmenso sonrojo, pero jamás se arrepentiría o dejaría de hacerlo.
-¡Tomoya! -le gritó algo molesto el azabache.
-¿Qué estabas haciendo? -intervino el alto, una vez se percató de lo que sucedía.
Había sido pescado, y sin ninguna otra opción más que dar explicaciones comenzó a correr llevando consigo el celular que poseía ese vídeo que demostraba que todas esas suposiciones de las fans shippeando al guitarrista y vocalista, eran ciertas. Él quería dejar contenta a esa gente que respondía cada foto en la que se veía juntos a Toru y Taka con que serían una pareja preciosa. «Serían» era la palabra equivocada ya que lo eran, oh sí.
-Idiota. -carcajeó Toru, pues, la carencia de inteligencia del ondulado lo había llevado a correr en círculos.
-Ya, explícanos, ¿por qué nos estabas filmando? -habló, impaciente.
-Oigan, ¿en verdad hace falta explicarlo?
Confundidos, el pelinegro y el rubio se observaron entre sí.
-¡Necesitaba confirmarlo! Y, ¿qué mejor prueba que esta? Además ahora que ya no me pueden ocultar nada -Tomoya les guiñó un ojo-, me parece que es hora de que esto se sepa. ¿Verdad?
-No, ni siquiera te atrevas.
La frialdad de Toru al decir aquellas palabras afectó a Takahiro, quien bajó la cabeza apenado.
Sabía que el acuerdo entre ellos influía terriblemente en las palabras del rubio. Nadie más que los dos debían saberlo, según él dañaría la alianza del grupo -excusa carente de sentido ya que Tomoya y Ryota siempre los apoyarían en todas sus decisiones-; aunque esa no era la principal razón por la que no deseaba que su relación se supiera, más bien este ocultaba su verdadero motivo por el que sentía su vínculo amoroso debía ser un secreto.