Por las madrugadas.
One-shot; Toruka.
❀
Entre negaciones, vivencias pasadas y una apuesta, beso tras beso, peligrosas caricias, el afán aumenta y tú quieres hacerme perder la cabeza.
Juguemos, hazme un demente si lo deseas.
❀
«Quiero besarte apasionadamente, hasta hacerte perder los sentidos. ¿Está bien molestarte así? Tan eléctrico, tan eléctrico, sí.» Electric Kiss, EXO.
❀
-A la cuenta de tres muchachos -dijo mientras mostraba sus dedos para luego comenzar a contar-. Uno, dos, y... ¡Tres! -exclamó lo último entusiasmado por ver el resultado.
-¡Maldición, maldición, maldición! -chilló una aguda voz. Observaba la mano extendida del joven frente a él.
Pues sí, piedra, papel o tijera era la atracción principal aquella gélida noche de invierno. Un grupo de amigos apostaba junto a ese juego, iban en pequeñas batallas, enfrentándose de a dos, y para quien perdiera, los supuestos jurados tendrían que elegir qué debería de hacer esa pobre víctima. Ya habían hecho varios castigos tontos -como orinar en plena calle al descubierto, beber hasta el cansancio, e incluso pedirle a las tres de la mañana a quien pasara por allí matrimonio-, que no terminaron muy bien, aun así ya iba el tercer sábado consecutivo que hacían esas reuniones catastróficas.
-Bien, Kou, ¿cuál será el castigo de nuestra diva? -Sonrió divertido el pelirrojo, Shota.
-¿¡Diva!? Sólo me arreglo y cuido mi aspecto, idiota. -se cruzó de brazos.
Para ser francos, su compañero no estaba equivocado, era en verdad una diva, o al menos así le habían apodado.
-Hmm, como jurado debo pensarlo, nuestra diva nunca ha perdido antes. ¿Quién diría que Yamashita acabaría con su gran victoria? -El castaño, Kou, señaló al recién nombrado.
Era cierto, se tomaban demasiado en serio el juego, ya que según sus grandes e indiscutibles palabras lo describían como el buen pasatiempo por las madrugadas de cada sábado, reuniéndose a las dos de la mañana en la casa de Toru.
Cualquiera podría decir que era bastante absurdo organizar tal junta por pasar sólo unas cuantas horas y hacer semejante tontería como lo era aquel juego, aunque para ellos se trataba de unas cuantas reuniones divertidas, era revivir los viejos tiempos de escuela donde fueron adolescentes traviesos. En la actualidad, la mayoría pasaban los veintisiete años, reencontrándose, volvían a formar las amistades de antiguas épocas, al igual que una que otra relación pasajera que hubo entre ellos, grandes cosas que sucedieron en el «picante» pasado.