RECUERDOS

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Su corazón palpitaba desenfrenadamente, corría a todo lo que le daban sus piernas observando las expresiones en muchos de los pasajeros, llenas de miedo y asombro. No lograda dar con él y aunque se ofuscaba buscando una cabellera rubia de entre tanta gente, deducía nada bueno había estado ocurriendo. Al final del pasillo, vio desesperado al rubio, quien de rodillas se encontraba en el suelo de la cocina junto a dos cadáveres llenos de sangre.

Él nunca pensó hacerse un asesino, jamás había perdido una vida, se suponía él salvaba vidas, no las destruía... Su cuerpo tembloroso parecía no querer ceder a las caricias del azabache, todo se había puesto oscuro para él y nada de lo que sucediera a su alrededor, parecía importarle.

–Naruto ¿estás bien? Dime, ¿te ha hecho algo? ¿Estás herido? –Abrazándole y observando que uno de los cuerpos ensangrentados pertenecía al sous-chef del tren, con quién había hablado hace horas para solicitar el mejor menú para los tres–. No te preocupes, ya estoy aquí Naruto, yo te cuidaré, perdóname. Yo no debí dejarte solo, perdóname... –Aferrándose al médico que en medio de espasmos, no dejaba de llorar. No estaba en sus cabales en ese momento–. Eres un maldito Orochimaru... Tú... –Viendo de reojo a quien pertenecía el segundo cuerpo– ¿Por qué tenías que enviarle a él? No te lo perdonaré jamás –Sintiendo un fuerte dolor en el pecho y abrazando al rubio que se aferraba a él sin dejar de llorar.

Shikamaru, habiéndoles seguido y encontrado abrazados en el suelo, observaba la situación con tristeza, todo lo que les pasaba a ambos era culpa de él. Así lo sentía, todo por querer protegerle, todo por ese estúpido diamante. Nunca debió crearlo, nunca debió inventarlo.

–Sasuke yo, yo...

–Sé que te culpas, pero hasta alguien con el coeficiente de un perro sabe que no es tu culpa –Le contestó con una sonrisa triste para ver al chico asentir y resoplar con desdén–. No es tu culpa, es mi deber protegerlos a ambos, no te culpes –Fijándose en el rostro del rubio, que mirando al vacío, se había ido calmando poco a poco.

–Aun así, según las probabilidades todo esto se habría evitado. No debí crear ese diamante, Sasuke. Se ha convertido en algo más problemático de lo que pensé.

–Tú pensaste en lo bueno que traería consigo. Cual genio eres incomprendido, es todo. Ahora acompáñame, debemos salir de aquí o llegaran más tipos así –Seguido del joven que nervioso pasaba por encima de los cadáveres con cuidado de no tropezarlos.

Al mismo tiempo, miembros de la CIA se encontraban reunidos en una sala de conferencias inmensa a lo largo del inmenso escritorio; carpetas y expedientes rodaban por doquier mientras una a una, las tazas de café formaban parte del ambiente. Aquel sería un día largo para todos, el tema a tratar: Uchiha Sasuke.

–A ti nadie te ordenó en ningún momento mandar a Sai y menos con esa misión ¿estás loco? ¡Sasuke conoce a Sai! Sus debilidades y fortalezas, bien puede hacerle daño. No sabemos hasta donde llega su ambición, ¡Arregla toda esta porquería! –Gritaba furiosa la pelirosa que ahora tenía tomado a Orochimaru del cuello de su camisa, mirándole con seriedad y poco control de si misma. Su cappuccino aún estaba caliente.

–Tranquilízate Sakura. Y tu –Contestó alguien en frente de ellos, mirando al pelilargo con una expresión intimidante y llena de ira contenida–, te quiero en mi oficina ya y solo te diré una cosa, Orochimaru; si Sai muere o se encuentra grave en este momento, si resulta herido o quizá su vida pudiere estar en peligro, haré que el mismísimo presidente de los Estados Unidos te cuelgue como a un perro, ¿entendiste? –Levantándose para ser seguido por otros miembros de la organización–. Sino dejo de llamarme Sabaku-no Gaara. Ha culminado la reunión. Te veo luego y Sakura, no te preocupes –Tratando de infringirle esperanzas a la chica que aguantaba las ganas de asesinar al pelilargo sin disimular en nada su pretensión.

Enamorado de un espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora