Parte 15: La situación

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- ¿No hay nadie que sea capaz de ayudarnos, cariño? -preguntó la señora Loud.

Ella y su marido estaban atados en su propia cama, mientras Bobby trataba de encontrar la forma de que el señor Loud firmara su contrato.

- No, cielo. Ninguna de las personas que conocemos podrá ayudarnos ahora. Estamos solos.

Hubo unos cuantos minutos de silencio, solo interrumpidos por sus propias respiraciones.

- ¿Sabes? -dijo de pronto el señor Loud- Todo este tiempo he estado pensando... que tal vez me haya equivocado. No importa que tanto nos alejemos, nuestra familia siempre fue unida. Mira que a pesar de separarnos, se reconocieron un poco cuando se volvieron a ver. Ni qué hablar de que Lucy y Lincoln aún se quieren... Todo esto me hace pensar que cometí un error. Y... Lo siento.

Hubo una pausa.

- Cariño, hiciste lo que creíste que era mejor. Claro... Me dejaste cuando estaba embarazada de Lily, y fue difícil. Pero nunca te olvidé, y siempre tuve la esperanza de volver a encontrarme contigo. 

- Yo también, amor. 

- ¿Qué dices? Si salimos de esta... ¿Volverías conmigo? -se atrevió a decir la señora Loud.

- Por supuesto que sí, cariño -dijo de inmediato el señor Loud. 

Se besaron, como nunca lo habían hecho, después de tanto tiempo.

- ¿Y qué hay de Lucy y Lincoln? ¿Qué piensas de ellos?

- Ya no sé qué pensar... Pero si gracias a ellos pudimos volvernos a encontrar... Creo que no veo ya ningún problema de que estén juntos.

La señora Loud se alegró de oír eso.

- ¡Qué conmovedor!

Bobby volvía a entrar en la habitación, con Lisa a sus pies.

- Creo que no les gustó el espectáculo que vieron. Y fui indulgente. No volveré a ser tan compasivo. Esto es muy simple en verdad. O la hija genio me revelará su secreto, y podremos hacer las paces con un matrimonio, o nos tardaremos más al tener que pasar por un trueque con su firma señor Loud. O una forma o la otra. Hasta que alguno de ustedes tres me de lo que quiero, no habrá comida. Si pasan tres días, empezaremos con las demás, o incluso con algún incentivo a través del dolor.

Los dos temblaron.

- ¡He dicho basta! ¡Quietas!

Las patinadoras pasaron un mal rato tratando de detener a las hermanas Loud. Al fin y al cabo, eran apenas seis, conteniendo a otras ocho chicas, varias de ellas más fuertes o grandes que ellas.

- ¡Alto! -gritó Polly- ¡O lastimo a la pequeña!

Agarró a Lana de su coleta y tiró de ella, haciéndola gritar.

Luna, Lynn, y Lori, quiénes eran las que más alboroto hacían, dejaron de moverse. 

- Muy bien, y como recordatorio... -le dio un fuerte golpe con su vara a Luan, de las más asustadas de todo ello.

- ¡Déjala! -exclamó Leni- ¡Fue suficiente!

- Si alguna de ustedes vuelve a intentar escapar, ninguna de nosotras tendremos compasión. Se acabaron los juegos.

Volvieron a montar guardia. 

Y por si fuera poco, Lincoln estaba a punto de ser corrompido por Ronnie Anne.

- Ronnie, piensa lo que haces.

- No puedo, Lincoln. Te amo demasiado -susurró ésta, con expresión enloquecida y seductora.

- Deja de pensar en tu tonto hermano, y piensa en ti. ¿Es esto lo que quieres? 

Para su sorpresa, Ronnie gritó, y se cubrió la cabeza, como si le estuvieran aventando cosas.

- ¡Ya cállate! ¿No ves que me cuesta mantenerme consciente? No lo hago por Bobby. Lo hago por mí. ¿Sabes lo mucho que me odian los chicos? Cada vez que me acerco, huyen de mí, se alejan o me insultan. Ninguno de ellos me veía como una persona normal. Y de repente... Apareciste tú. Siempre, siempre fuiste tú -acercó su rostro terriblemente cerca al de Lincoln- Me trataste no solo como a una persona... Me trataste como a una chica. ¿Aún no entiendes por qué te amo tanto? Solo tú me haz hecho sentir... especial. Si te lastimaba, es porque así te demuestro mi amor.

- Ese es el punto, Ronnie -dijo Lincoln, pensando rápido- Yo te traté como persona. ¿No merezco el mismo trato?

Ronnie levantó la cabeza, expectante.

- No estoy seguro de poder amarte... Pero podemos seguir siendo amigos. No necesito ser tu novio... o cualquier otra cosa para seguir viéndote. Recuerda todo lo que hicimos juntos. Jugar en el arcade, comer juntos, hacer bromas... No por tener otra novia significa que deba dejar de hacer esas cosas contigo.

Y por fin, las imágenes de todo lo que Ronnie apreciaba en Lincoln cruzaron por su mente. No le era fácil traicionar a su hermano, pero cada cosa buena que Lincoln hizo por ella chocó con esa moral. Si Lincoln era tan bueno, ¿era capaz de darle a ella una segunda oportunidad, de volver a empezar?

Las lágrimas hicieron su aparición, mientras la doble moral de Ronnie luchaba por decidirse.

Por su parte, Lincoln decía de todo corazón cada palabra que pronunció. Pero también estaba algo asustado de lo lejos que iba a llegar Ronnie para quedarse con él. Si no hubiera dicho nada... quién sabe que estarían haciendo Ronnie y él.

Pero lejos de rendirse, Lincoln ahora tenía esperanzas. Solo hacía falta ver como rescatar a los demás...

- ¡Waaaaaaahhhhhh! 

En unos arbustos, a unas cuadras de la casa, una pequeña figura apareció. Salió gateando, desapercibida para el mundo. Y como las patinadoras esperaban únicamente al resto de la familia, ya no había nadie que vigilara afuera.

Por eso es que Lily salió sin que nadie la notara.

Era una bebé, y sentía curiosidad por todo. Por eso en cuanto vio una mariposa, se alejó en su captura, dejando a las demás en la ventana. Fue esa la razón por la cual nadie la vio ni la encontró.

Y dado que la pequeña quería a su madre al no encontrarla se puso a llorar.

- ¡Waaaaaaahhhhhh!

- ¡Woah! ¿Qué pasa, niñita?

Aún lloriqueando, Lily fue cargada por un chico.

- Está perdida, amor. Deberíamos devolverla -dijo una voz de chica.

- Oigan, esperen, la reconozco. Es la hermana más pequeña de Lucy. Pero, ¿qué está haciendo aquí? -dijo otra chica.

El chico miró a la casa de los Faren, donde todo estaba mucho más silencioso que de costumbre.

- Creo que hay problemas. ¿Tú que dices, pequeña bebé? -se inclinó ante Lily, para ver su reacción.

Lily ya se había tranquilizado, y gesticulaba haciendo caras y diciendo cosas incomprensibles, pero señalando claramente a la casa de los Faren.

- Habrá que hacer algo... -dijo la primera chica.

- Creo que sé qué hacer... Hay una forma de entrar, síganme.

El chico guió a las dos chicas hacia la parte trasera de la casa.

La oscuridad que me resplandeceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora