Parte 17: La despedida

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A pesar de la rapidez con la que llegó una ambulancia, a pesar de que le suministraron sangre extra, a pesar de la rápida operación, a pesar de los intensos cuidados y a pesar de la profesionalidad de los doctores, Lincoln seguía inconsciente en una cama, prácticamente en estado vegetativo.

Según los doctores, la fuerte impresión, y la veloz pérdida de sangre contribuyeron a ello. Aún así, todas las personas presentes en la agresión lo visitaban con frecuencia, expectantes a lo que pudiera ocurrir.

Sin embargo, al pasar los días que conformaron dos semanas, las esperanzas menguaron. Aunque la salud de Lincoln parecía ser buena, la falta de señales en su cerebro era preocupante.

Ni siquiera Lisa se atrevía a intentar algo con su tecnología, temerosa de causar daños irreversibles a su hermano.

La familia había vuelto a unirse, y la casa estaba llena otra vez. Pero Lucy volvía a las andadas, y se alejaba de todos, oculta en sitios oscuros, o a veces en la habitación que volvía a compartir con Lynn. Todos intentaban animarla, pero tenían tanto éxito como antes. Es decir, nada.

Por la mente de Lucy corrían sin parar pensamientos sombríos y oscuros, como siempre había sido su costumbre, pero ahora sentía culpa y tristeza, y no un simple interés por ser gótica y misteriosa.

La imagen de cómo había terminado su bisabuela Harriet se superponía a veces a la de Lincoln, y la culpa la carcomía por dentro, como un parásito insaciable.

Sentía a menudo la tentación de gritar con todas sus fuerzas, de correr hasta que sus piernas no la soportaran, pero no salía de sus escondites. Su vida, que había sido iluminada por su hermano estaba más oscura que nunca.

Y por fin, en lo más recóndito de su mente, le surgió la idea del suicidio. Así podría esperar a Lincoln cuando llegara ahí. Al principio le pareció una malísima idea, pero la idea se la aparecía en la mente con cada vez más frecuencia.

Sentía desesperación por hacer algo, pero la tristeza la mantenía en el suelo, su única (y temporal) salvación.

Ni siquiera Leni podía acercase a Lucy, lo cual ya era decir mucho.

Apenas comía, no hablaba con nadie, su piel se veía cada vez más pálida, sus ojos perdían brillo, y se hacían mucho más vacíos de lo que eran antes.

No había nadie que se sintiera con muchas ganas de hacer nada más que esperar a que algún milagro apareciera y despertara a Lincoln.

Lo visitaban todos los días, aprovechando que aún les quedan unas semanas de vacaciones. Era doloroso pensar qué tal vez Lincoln no pudiera despertar.

Tal vez su alma se quedara atrapada dentro, gritando, luchando, pugnando, ansiando por salir; pero simplemente su mente se negaba a colaborar.

Y el pobre Lincoln nunca más podría estar con su amada, su hermana, su vampira preferida.

Y así, por fin llegó el día en el que Lucy no pudo soportar ni un segundo más.

La completa depresión causada por la culpa de la muerte de la bisabuela Harriet, y el dolor que le provocaba el coma de Lincoln pudo con ella. A pesar de que le dolía dejar a su recién reunida familia, un mundo en el que Lincoln ya no estaba no era un mundo hecho para ella.

Lo estaría esperando en la siguiente vida. Fue por eso que, una tarde en la que lo habían ido a visitar a su hermano, Lucy se escabulló para quedarse sola. Dado que era muy difícil estar siempre atento a diez hijas, pasó desapercibida.

Nadie la vio volver a la habitación en la que estaba Lincoln. Se acercó, y le besó tiernamente la frente.

- Adiós, Lincoln, mi hermano, mi salvación, mi amado. Detesto que el tiempo que pasamos juntos haya sido tan breve, pero no soporto vivir sin ti. Es por eso que me quitaré la vida, y espero que nos volvamos a encontrar. He aquí, mi último poema, dedicado a ti, y solo para ti.

La noche se acerca,
una eterna oscuridad,
sin nadie que me aliente
en este frío abismal.
Mi corazón ya no late,
ya no encuentra una razón
de seguir existiendo
en este mundo sin tu amor.
No quiero abandonarte,
pero no pienso dejar atrás
la oportunidad de poder ver
tu sonrisa una vez más.
Todo mi amor y toda mi vida
te pertenecen solo a ti,
y espero que lo que yo haya sentido
lo sientas tu también por mí.
No te preocupes mi conejito,
esto no es un adiós.
Es solo un hasta la vista,
y te espero con todo mi corazón.

El poema terminó. Las lágrimas que le resbalaban por la cara... Lucy esperaba que fueran las últimas. Ya solo faltaba esperar que Lincoln se fuera también.

Así, Lucy se dirigió lentamente a la azotea.

- ¡Esperen! ¿Dónde está Lucy? -Leni se percató de repente de la ausencia de su hermana.

- La noto muy desesperada últimamente -dijo Lori- Espero que no haga nada grave.

De repente, un grito cundió el aire. Un grito de chico. Todos pegaron un salto.

- ¿Será posible...? -susurró Lisa.

Salió corriendo a la habitación de su hermano. Todos la siguieron, con el corazón en un puño.

- ¡Lincoln!

Todos gritaron al ver que el peliblanco estaba despierto.

- ¿Pero qué...? ¿Por qué ahora...?

- Tal como sospechaba -dijo Lisa- He notado que las ondas cerebrales de mi hermano mayor iban no en aumento, pero si en una gran intensidad. Eso quiere decir que en el momento en el que se hicieran más graduales, recuperaría la consciencia.

- Supongo... -dijo Lincoln, confundido- Ya empezaba a escuchar a mi alrededor y ser consciente de dónde estaba... ¡Pero eso no importa! ¿Dónde está Lucy? Escuché quien sabe qué cosa, de que se despedía y de no volverla a ver...

- Oh no -se preocupó Leni- No estará intentando... suici...

- ¡Mi hija! -gritó el señor Loud, y sin esperar ni un segundo, salió de la habitación corriendo. Corrió hacia los pisos de arriba, buscando a su hija desesperadamente.

Su esposa e hijas mayores no tardaron en seguirlo. Las menores se quedaron con Lincoln, quien deliberaba consigo mismo.

- ¿Suicidarse?... A menos que encuentre una gran cantidad de agua y ahogarse, en un hospital solo hay tres formas de quitarse la vida... Pedirle a alguien más que lo haga... nadie le diría que sí a eso... Y nadie le daría un cuchillo u otra cosa peligrosa... Pero es un edificio... Lugar alto... Oh no, ¡van en la dirección equivocada! ¡Nunca la detendrán a tiempo!

Y antes de que nadie pudiera detenerlo, el albino salió disparado escaleras abajo.

Los demás encontraron a Lucy justo cuando ésta ponía ambos pies en la orilla.

- ¡Lucy, no lo hagas!

- Ya no hay marcha atrás...

- Hija por favor, escúchanos.

- No puedo vivir sin Lincoln.

- Hermana, ¡él despertó! ¡Ven a verlo por ti misma!

- Gracias por querer animarme -dijo Lucy, ya sin fuerzas- pero me tengo que ir. Primero fue la bisabuela Harriet, y ahora Lincoln. No solo perdí a las dos personas que más amaba en mi vida, sino que si yo fuera mejor, ninguno habría muerto. Ya no puedo perder a más seres queridos. Espero... poder verlos, en la otra vida. Los amo a todos. Adiós.

- ¡LUCY!

- ¡NOOOOOO!

Los pies de Lucy se despegaron del suelo.

La oscuridad que me resplandeceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora