Capítulo 9

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El sábado por la mañana me dediqué a limpiar mi apartamento, aún me dolía la cabeza porque anoche me desvelé y por los shots de tequila que me tomé en el club Notte, pero tenía que hacerlo, el desorden me pedía a gritos que limpiara. Tomé mi cabello en un moño alto y puse un poco de música para hacer más ameno el momento, ya he aspirado la alfombra y he trapeado la sala. Ahora me tocaba ir hacia la cocina para acomodar todos los platos que lavé más temprano en la alacena.

Mi actividad se vio interrumpida cuando unas cálidas manos cubrieron mis ojos.

—Hey.

Nick susurró a mi oído y me mordió la oreja. Segundos después, quitó sus manos de mi rostro y acomodó el vaso de cristal que faltaba en mi alacena.

—¡¿Por qué nunca haces ruido cuando llegas?!

—No lo sé —Sonríe—. ¿Magia?

Me deshago el moño y utilizo la liga en mi muñeca como si fuera una pulsera, cerrando la compuerta de la alacena para mirar a Nick después.

—A veces he pensado en quitar mi llave de repuesto de ahí —Advierto.

—¿Ya no me vas a dejar entrar?

—Deja de hacer pucheros, Hyland.

—¿Acaso ya no me quieres, Wilkinson?

Le sonrío y entonces asiento con la cabeza, él ya conocía la respuesta.

—Sabes que si te quiero.

Él sonríe y entonces camina hacia la sala de estar, sin olvidar anunciar la razón por la que estaba aquí.

—Mike fue por Becca.

—¿Quieres asilo?

—En realidad quiero dos cosas: una, avistarte que Becca viene pero a tu casa a hacer el pay de manzana que le habías dicho que harían. Dos, quiero comida.

—Creo que tengo algo en el refrigerador.

Nick abre la puerta del refrigerador y comienza a buscar como loco. Saca un pedazo de pastel de chocolate que estaba sobre un platito que usaba para mis clases en la universidad.

—Lo hice ayer —Le digo.

—¡Te amo! No sabes lo mucho que mi cuerpo necesita azúcar.

Le entrego una cuchara, él comienza a comer el pastel con desesperación y no tuve otra reacción más que reírme, se me hacía adorable ver cómo degustaba de esa forma el pedacito de pastel.


Le entrego una cuchara, él comienza a comer el pastel con desesperación y no tuve otra reacción más que reírme, se me hacía adorable ver cómo degustaba de esa forma el pedacito de pastel

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Después de un buen rato, Becca llegó a mi apartamento con Mike. Me saludó con un abrazo corto y caminó hasta la cocina con una bolsa que contenía todo lo que utilizaríamos para hacer el pay de manzana.

—Todo lo necesario está aquí. —Comenta refiriéndose a la bolsa—. De igual forma, aquí tengo la receta.

—Si Becca, déjalo sobre la mesa.

De mí enamórate [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora