Capítulo 37

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Abandoné mis noches de soledad y las intercambié por citas con Noah. Siempre solía ir por mí al trabajo para pasar aunque fuera unas horas en la noche juntos, cuando tenía tardes libres del trabajo las gastaba con él. Cuando salía más temprano dábamos largos paseos en bicicleta en el mismo parque en el que nos conocimos, por las noches solíamos cenar en varios restaurantes de la ciudad, aunque de vez en cuando él cocinaba para mí o yo lo hacía para él.

El fin de pasado, escapamos para ver el atardecer en su auto cerca de Malibú, para mí fue una cita sin precedentes. Me sorprendía la capacidad que tenía para innovar nuestras citas, pero nunca lograba aburrirme con él, siempre teníamos algo que hacer o algo de que platicar. También, aprendí más sobre sus gustos musicales y de hecho unas cuantas canciones no salieron de mi mente después de escuchar su música un par de veces. Eventualmente dejé de tener dos pies izquierdos, ya que aprendí a bailar con él y lo comprobamos aquella noche que le robamos las miradas a Rosalie y a Nicholas en Tom's.

Incluso comenzaba a pasar mis fines de semana en su departamento, amaba quedarme los domingos en su cama bajo las sábanas mirando películas de los 80's. Lo que quizás me costaba más trabajo y sé que a él también, era vernos en las asesorías y mantener nuestra distancia, teníamos que ser discretos con la relación que manteníamos, aunque a veces Cassie despertaba sus sospechas porque decía que la forma en la que nos mirábamos no era apropiada para una relación de alumna-profesor.

Los viernes de Skeleton se han terminado. Quizás lo supimos cuando Nicholas nos hizo saber que no iría más porque quería explorar otros lugares con Rosalie, eventualmente, decidí tomar el mismo camino que él. Las tradiciones se han roto oficialmente.

—Linda, si tanto amas los karaokes, buscaremos otro. —Me dice Noah, tomándome de la mano.

—No es eso, solo, me siento rara. Lo hicimos durante tanto tiempo que es un poco extraño que de repente cada quién tomó su camino.

—Algún día tenía que ser así. —Comenta Noah, buscando mi mirada—. No pueden estar los tres siempre juntos. Creo que es hora de que te vayas desprendiendo de ellos como lo han hecho contigo.

Tal vez Noah tenía razón, hace mucho que ellos me soltaron por vivir sus relaciones, ¿por qué está mal que yo haga lo mismo? Puse a Noah por encima de ellos como ellos pusieron a Rosalie y a Becca por encima de mí. Aunque, de vez en cuando intentaba compensar el tiempo que no pasábamos juntos llevándoles comida o buscando encontrarme con ellos en la universidad para platicar un rato, no funcionó del todo. Nicholas simplemente se alejó del grupo, dejamos de tener conversaciones reales desde la noche en la que le cerré la puerta de mi apartamento prácticamente en la cara y hasta ahora él no había podido superarlo.

Lo poco que sabía de él, gracias a Mike y a Sophia, era que entre más pasaba el tiempo la relación que mantenía con Rosalie se volvía cada vez más tóxica. Nicholas prácticamente se convirtió en su títere, cumplía sus caprichos y estaba a su disposición en el momento que Ross lo solicitaba. Y Rosalie, ella parecía que ya no estaba tan interesada como lo estuvo al principio.


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—¿En qué piensas?

—En nada. Ya casi me gradúo y estoy nerviosa.

—Todo saldrá bien, ya lo verás.

Noah me entrega un vaso de cristal, bebo un poco de agua y entonces regreso la mirada hacia él.

—Entonces, ¿tienes que irte a Vancouver con tu hermana?

—Serán unos días, a Tess la acaban de operar y sería muy descortés de mi parte no ir a verla aun sabiendo que me deja vivir aquí.

—Tienes razón.

—Además necesitas un poco de tiempo libre de mí. Visita a tus amigos, diviértete, no lo sé.

Bebí hasta la última gota del vaso y lo dejé en el lava trastes. Noah se acercó a mí y me besó, era una noche de sábado que decidimos pasar en su apartamento, esta vez no quisimos salir a cenar a uno de los tantos restaurantes que él conoce. Quisimos hacer algo tranquilo, cenar juntos, mirar unos cuantos capítulos de la serie que vemos, cualquier cosa que no implicara salir de aquí sonaba perfecta.

—Pon algo de música, iré por vino.

Me acerqué al reproductor, esta noche no quería escuchar nada de su repertorio musical. Opté por poner algo en aleatorio en mi teléfono, y me quedé ahí parada, justo en donde había colocado una fotografía nuestra a un lado de todas esas que tenía con sus ídolos culinarios.

—¿Te he dicho que te ves hermosa esta noche?

—Podrías repetirlo cuántas veces quieras.

Me abrazó por la cintura, mordió mi oreja y deslizó el tirante de mi blusa por mi hombro, acercándose a mí oído para susurrarme lo siguiente:

—Tengo ganas de hacerte el amor, Elisse.

Me volteé para buscar sus labios, lo besé con pasión y enredé mis dedos en sus castaños cabellos. Fue cuestión de minutos para que él me llevara hasta la mesa del comedor, me apoyó contra ella, recorriendo mi cuello con sus húmedos labios, buscando la forma más rápida de deshacerse de mi ropa, el calor en mi cuerpo había incrementado gradualmente, me gustaba la sensación de sentir sus manos recorrer mi piel, adoraba el sabor de su boca contra la mía.

Se notaba de alguna u otra forma que él era un hombre experimentado, nunca antes me habían tocado de la forma en la que él lo estaba haciendo, y por otra parte, a Noah parecía gustarle tenerme sumisa. Tenía las manos en su cremallera intentando desabrocharla torpemente, no podía actuar después de tenerlo a él estimulando mis pechos mientras continuaba mordiéndome el lóbulo de la oreja, al parecer ya había encontrado mi debilidad. Noah simplemente me estaba haciendo sentir impaciente por tenerlo dentro de mí.

—Creo que estás más que lista para mí, linda.

Noah me hizo voltear, mis pechos chocaron contra la mesa y no pude evitar gemir en el instante en el que sentí su dureza contra mí, cerré los ojos en el momento en el que lo sentí dentro por primera vez, el vaivén de sus caderas provocaban que tuviese la necesidad de aferrarme mucho más fuerte a la mesa, incrementaba el ritmo considerablemente, algo que me hizo perder la razón. Él se dio cuenta de inmediato cómo era que me gustaba, cada movimiento que hacía estaba llevándome al límite. Sentía como mi cuerpo comenzaba a bañarse en sudor y no me importó en lo absoluto.

Sólo quería más, y él me daba lo que le pedía, una vez en la mesa, una segunda en su cama.

—Fue increíble. —Decía Noah mientras besaba mi hombro desnudo—. Estuviste increíble.

Me volví para besar sus labios una vez más, nuestra respiración ya ha regresado a la normalidad así como el palpitar de nuestros corazones, Noah me hacía sentir tan bien al momento de tener sexo, antes, durante y después. Antes, con esas caricias que parecían interminables y que me hacían perder la paciencia, durante buscando la forma más placentera de disfrutar el momento y después, porque se comportaba como todo un caballero, acariciándome con dulzura, procurándome, cuidándome.

Esa fue nuestra forma de despedirnos antes de que se fuera a Vancouver a ver a su hermana Tess. Realmente lo voy a echar de menos después de semejante día que pasamos juntos. 

De mí enamórate [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora