LA CHICA DE PABLO 2

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Me despierto envuelta por sus cálidos besos. Como un acto reflejo, cubro la cara con mis manos, y me revuelvo entre las sábanas pidiendo unos minutos más de sueño. Él sigue insistiendo en que debo levantarme ya, y caigo en la cuenta que hoy tengo una entrevista de trabajo. Me destapo enseguida y le veo allí, mirándome, lanzándose de nuevo sobre mí.

Mmmmm Bobito, que tengo que levantarme ya, anda, bájate— mira quieto y vuelve a abalanzarse sobre mí sin suerte porque me levanto rápidamente. Dos ligeros toques al móvil, y descubro que aparte de que llego tarde, tengo un mensaje suyo.

"Buenos días mi vida. Mucha mucha suerte para esa entrevista, ¡demuéstrales quién es mi chica! Me voy a dormir ya que se me cierran los ojitos... Te quiero".

Sonrío y contesto enseguida.

"Buenas noches. Nerviosita perdida estoy... luego te cuento. Te echo de menos. ¡Mua! Te quiero"

Salgo corriendo hacia la ducha. Menos mal que me dejé la ropa preparada, y menos mal que Claudia me lleva en coche... Los 40 principales me esperan, o eso deseo yo. Han cambiado tantas cosas en los últimos tres meses...

Ese beso, esa noche y él me han devuelto la vida que la muerte de mi abuelo me había robado. Al día siguiente de mi cumpleaños, Pablo volvió a Puerto Rico. Se había escapado de allí dejando una simple carta en su habitación en la que le contaba a Marisa que volvería en un par de días, pero sin motivo alguno, así que no podía quedarse más tiempo. Por ello, llevamos tres meses hablando por teléfono, por vídeo llamadas o a través de mensajes instantáneos, lo más directo.

No es simple llevar una relación así, no es agradable la distancia, no es fácil, pero nadie dijo que lo fuera... Pablo llegará en un mes, aproximadamente, así que supongo que podremos vernos más. Acabamos de empezar una relación, y las dudes me invaden constantemente. No es un chico cualquiera, por mucho que intente verle así, por mucho que le quiera con todo mi ser, es él, es Pablo. Y yo, yo soy Marina, una de las celosas empedernidas más inseguras de la tierra.

Mi móvil me devuelve a la realidad, y suerte porque voy MUY tarde.

Estoy en la puerta de tu casa—murmura Claudia al otro lado del teléfono. Llevo semanas sin verla, casi tantas como a Pablo. Los exámenes, los trabajos, las listas de prácticas y las navidades me han abstraído y en parte me siento culpable, porque ella siempre intenta estar cuando la llamo, pero yo últimamente...

Aunque claro la cosa también se complica porque ella ha empezado a trabajar, así que hasta que yo vuelva a tener las tardes libres, hacemos malabares para saber la una de la otra.

Voy, voy. Ya bajo—. Le doy la última vuelta a la goma de la trenza, aguantando el móvil con el hombro.

Pero ya, que tengo el coche en doble fila y nos conocemos, ¿eh?

Voy, voy...—le digo acabando de ponerme la chaqueta. Cuelgo, cojo el bolso, la carpeta con el currículum, y salgo de casa corriendo. Encuentro fiat perfectamente aparcado delante de mi casa. —Con que en doble fila...—murmuro subiendo al coche.

Si no te digo eso, me tienes aquí esperando hasta el fin del mundo...

El fin del mundo ya ha pasado, tonta—. Me mira insistentemente, desconcertada.

Quieres hacer el favor de mirar al frente, no tengo ganas de morir todavía, soy muy joven y me espera un futuro brillante.

—¿Te has hecho algo?—me dice cogiendo el volante con ambas manos.

LA CHICA DE PABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora