CAPÍTULO 10

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Él

Me despierto al sentir como alguien acaricia mi cara. Abro los ojos y la veo allí, con esa sonrisa que me cura cuando estoy malito y que sin querer me contagia.

-Buenos días cariño. Me dice sentándose en el borde de mi cama y tendiéndome una taza de algo humeante.

-Buenos días mamá, le digo abrazándola. Me incorporo y cojo la taza que me tiende.

-He pensado que te iría bien otra tila, aunque te veo más tranquilo que ayer, te sentará bien. Se borra la sonrisa de mi rostro, recuerdo lo que pasó ayer y como llegué hasta allí, hasta mi casa, en mi adorada Málaga.

Acabé de firmar tarde, extremadamente tarde. Gema se acercó a mí, asegurándome que el centro comercial debía cerrar en pocos minutos y que tenia que acabar la firma. Cogí la bolsa llena de regalos que me habían ido dando durante toda la tarde las miles de fans que se habían acercado hasta allí, y se la doy a ella. Bajo las escaleritas del escenario con una sola cosa en mente, buscarla a ella. Dos hombres vestidos de negro se ponen a mi lado para que nadie se acerque ami. Vuelvo la vista atrás y encontrándome con la cara de Gema y Lolo. -¿Dónde está?, grito para que puedan oírme. La misma respuesta, ambos se encogen de hombros. Paro en seco y vuelvo hacia atrás, al lado del escenario.

He dicho que dónde está. Ha de estar aquí, le dije que me esperara aquí. Empiezo a ponerme nervioso, no puede ser...

-Pablo, vámonos, por favor, aquí no hay nadie y vendrán todos los fans y... Gema insiste en que nos marchemos, pero no tengo la más mínima intención de hacerlo. Busco, rebusco y vuelvo a buscar, pero allí no hay nadie, no está. No puede ser... -Os he dicho que no la dejarais ir, que os quedarais con ella aquí, hasta que bajara, no está joder, no está. Me desespero, no puede ser que haya desaparecido de nuevo, no me puede estar pasando.

-Pero Pablo, nosotros...

-¿Qué, qué eh? ¿Para qué coño estáis? Para una cosa que os pido joder... ¿Era tan complicado quedarse con ella hasta que yo bajara? ¿Eh? ¿Ahora qué? ¿Ahora dónde la busco? ¿Me lo explicáis? Grito, grito cada una de las palabras, cada una de las preguntas que lanzo las grito. No puedo entender como la han dejado ir...

Vuelvo a sentir sus caricias. Enreda sus manos en mi pelo y me besa la frente, no sabéis lo que llego a adorar esos momentos... -Me vas a contar lo que pasó ayer Pablo? Me lo dice con cariño, pero la noto seria, preocupada. Si, es mi madre y como todas las madres de este mundo, se preocupa por su hijo.

-Mamá... suspiro. No quiero verla preocupada por mí.

-Está bien, como quieras, no me lo cuentes si no quieres... Hace el amago de levantarse pero la cojo del brazo y tiro de ella para que vuelva a sentarse a mi lado.

-No sé qué me pasa con esa chica mamá, pero es que es tan... no sé cómo explicarte. Paro y veo como me sonríe. Me anima a seguir. –Desprende ternura, dulzura,... no sé, me enternece su forma de mirarme y de tratarme, aunque apenas haya cruzado cuatro palabras con ella. No sé...

-¿No sabes cariño?, ¿Y Raquel?, ¿Qué pasa con Raquel? Me apoyo en su pecho y la miro serio.

-Raquel sigue ahí, seguirá ahí, quiero que siga. Mamá esto no es lo que parece, o tal vez si, no lo sé. Tal vez es el simple hecho que cada vez que intento hablar con ella o acercarme a ella, va y desaparece, como si no existiera y fuera solo un espejismo.

-Ya... pues búscala cariño. Si eso es lo que deseas, hazlo. No importa Raquel, no importa el mundo, si tú quieres una amistad con esa chica o quieres conocerla, búscala. Me estrecha entre sus brazos dándome la fuerza que necesito. Tiene razón, no puedo quedarme toda la vida pensando en qué hubiera pasado si...

Me tomo la tila que me preparó mi madre, me irá bien. Me levanto y me voy a la ducha a ver si aclaro mis ideas y encuentro la manera de dar con ella. El agua resbala por mi cuerpo calmándome y devolviéndome la paz que tanto necesito. Estoy en casa, en mi Málaga querida y me encanta esa normalidad que me dan en casa. Vestido ya bajo al salón y veo a la princesita de la casa, Sofía, mi sobrina. Al verme se le iluminan los ojos y se dibuja una sonrisa en su linda carita. Corre hasta mí y me abraza las piernas con fuerza.

-Eh princesa. Digo cogiéndola en brazos.

-Tío Pa. Me llama así, "Pa", ¿no es un amor? Vuelve a abrazarme, esta vez rodeándome el cuello con sus pequeños brazos.

-¿Cómo esta mi niña bonita?, le digo acariciándole las mejillas.

-Te he echado de menos, no te vi ayer. Me dice haciendo puchero. Me acerco a su mejilla y la beso.

-Es que llegué tarde princesa, y no quería despertarte.

-¿Estabas con tu otra princesa Marta? Me dice con esa carita que me comería, vuelve a arrugar el morrito y la nariz. Finjo estar triste y me acerco a su oído.

-Mi única princesita eres tú, así que no vayas a ponerte celosita, ¿eh? Me separo un poco y veo como sonríe avergonzada. Se acerca más a mi rostro y vuelve a abrazarme.

-Te quiero tío Pa.

-Te quiero mi princesa. Le digo abrazándola con fuerza. La dejo en el suelo y me pongo a jugar con ella. Con sus bicis, sus cocinitas y sus muñecas. Hoy me toca ser cliente de su frutería... vamos a ver como salgo de esto.

-Venga anda, levanta del suelo que te va a coger lumbago. Es mi hermana, siempre tan graciosa.

-Buenos días guapa, yo también me alegro de verte, bromeo. Me levanto y me acerco a ella para dale un beso.

-¿Mejor? me dice acariciándome.

-Mejor. Le sonrío y me siento en el sofá.

-Sofi, ¿no me dijiste que querías que el tío te cantara? Ya sabes lo que hay que hacer...Dice mi hermana. Ambas se giran a mirarme y me imagino lo que viene.

-No, no, ni se os ocurra, vamos. Estoy serio, aunque por dentro no puedo aguantar la risa. Y efectivamente, ocurre lo que sé que sucederá. Ambas se abalanzan sobre mí para matarme a cosquillas. –Eh, vale ya, jajaj, va, parad... va... que os prometo que canto. Paran de golpe al oír mis palabras.

-Tú y tuuuu y solamente tuuuu, canta la pequeña. Sonrío y voy en busca de mi guitarra.

Me siento de nuevo en el sofá y afino la guitarra.

-Y esta noche viene al Hormiguero, ¡Pablo!. Oigo que dice Sofía. Paro. Dejo de tocar, quito las manos de la guitarra. Lo tengo, ¡lo tengo! Dejo la guitarra en el sofá. –Vengo, vengo, os prometo que ya vengo. Salgo fuera, al jardín y meto la mano en el bolsillo trasero del pantalón para sacar mi móvil. Lo tengo, esa pequeña princesita me ha dado la clave para buscarla.


Deslizo el dedo por la pantalla de mi Iphone una y otra vez, hasta que doy con su número, no dudo, lo aprieto enseguida y escucho ansioso cada uno de los tonos.


-Pablo, soy Pablito. Quero decir, soy Pablo, de Málaga . Lo digo nervioso, ansioso.

Hey Pablo! ¿Cómo estás tío? La voz de mi tocayo Pablo Motos suena alegre.

-Bien, bien, te necesito tío, te necesito. Y yo que nunca pensé que le diría eso a un hombre...

-Claro, dime, dime, ya sabes que lo que necesites... Respiro tranquilo.

-¿Podemos vernos? Es decir, un día de estos, pronto. Estoy en Málaga pero vuelvo a Madrid cuando tú me digas. Hablo rápido, lo digo todo del tirón.

-Mañana mismo si tú quieres, yo no tengo problema.

-Mañana, ¿te va bien para comer?

-Genial, mañana pues. Esta noche mándame un Whatsapp con la hora, el sitio y eso.

-Vale perfecto tío. Gracias, muchas gracias, me salvas la vida y no sabes de qué manera...


Estoy loco, me digo tras colgar. Sé que es una absoluta locura, pero quiero hacerla, necesito hacer esa locura.


LA CHICA DE PABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora