IV

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Aerin POV:

Suspiro profundamente mientras tengo las manos de Junghye entrelazadas con las mías. Que mal. En España ya es casi mayor de edad, pero aquí aún le falta. Maldición. Yo acabo de volverme mayor de edad aquí. Y encima ahora me dice que necesita un representante legal o la meterán en un orfanato. Pero si tiene 18 años aquí, ¿qué falta hace?

— ¿Qué haremos? —me pregunta Jin mordiendo levemente su labio inferior con suavidad. Me parece muy atractivo cuando hace eso con sus carnosos y preciosos labios.

Repentinamente, una idea salvaje surge en mi cabeza, y miro a Junghye rápidamente. Puede funcionar. Yo creo que en caso de hacerla bien, funcionará. Veo como ella me mira algo extrañada, como si estuviera haciendo algo raro o tuviera una expresión extraña en mi cara. Cambio mi mirada, dirigiendo mis ojos hacia donde está Jin.

— Tengo una idea —digo en alto mirándolo, con una suave sonrisa en mi rostro. Acaricio las manos de Junghye con cuidado de no hacerle daño con mis largas uñas pintadas de rosa y me levanto de la camilla.

Tanto Jin como Junghye me miran algo extrañados, como si tuviera algo en la cara. No tengo nada que perder, ¿verdad?

— Jin, ven conmigo —digo tomándolo de su muñeca con suavidad y lo medio arrastro hacia la puerta. Realmente pesa mucho, aunque no me extraña nada con el buen cuerpo que tiene. Miro a Junghye, quien se ve cada vez más confundida— Ahora volvemos.

Cruzo la puerta aún arrastrando a Jin y la cierro con suavidad. Acaricio sus manos con delicadeza. Son realmente suaves y claras, semejantes a la porcelana, que parece que vayan a romperse con nada más tocarlas. Su rostro también es precioso y de proporciones perfectas, haciéndose aún más notorio gracias a sus preciosos labios.

— Aerin —Jin consigue sacarme de mis pensamientos, ya que estoy perpleja mirándolo. ¿Qué demonios me pasa? Me percato de que me está mirando fijamente, por lo que suelto sus manos— ¿Qué has pensado?

— ¿Qué?¿Pensar el qué? —me rasco una mejilla y me toco el piercing que se encuentra en la parte derecha inferior de mi nariz. De pronto, me acuerdo de lo que era— ¡Ah, sí!

Jin me mira, con curiosidad infantil notoria en sus ojos. Por muy mayor y adulto que sea, a veces se comporta como un niño. Aún así, debo respetarlo, ya que es mi superior, y porque me acogió en su casa cuando aún no tenía a donde ir.

— ¿Y si adoptamos a Junghye? —pregunto.

Jin apoya ambas manos contra la pared cerca de cada lado de mi cara, pero sin llegar a tocarla, acorralandome e impidiendo cualquier movimiento de mi parte. Siento como mis mejillas arden como nunca lo han hecho.

— Es una idea estupenda —dice él con una voz realmente sensual acercando su rostro al mío, hasta el punto que nuestras narices rozan. Me hace gracia que se tenga que agachar un poco para que su rostro quede a la misma altura que el mío. Mis mejillas arden como nunca antes.

— V-vale —musito yo roja como un tomate, como si hubiera un sol en mi cara. ¿Por qué se está comportando así? Aún así, la verdad es que no me disgusta nada— ¿Puedes dejar de acorralarme?

— Oh, claro —dice él comenzando a reír mientras deja de agacharse y se pone recto. Su risa, constante y repetitiva, me recuerda al sonido que surge cuando limpias una ventana con un trapo. O cuando usas un limpiaparabrisas para mantener impoluta la luna del coche— Voy a proponérselo a Junghye.

Jin entra a la habitación abriendo la puerta con cuidado, y escucho un “¡Eh, Junghye!” bastante enérgico antes de que cierre esta misma. ¿Realmente le ha parecido buena idea lo de adoptar a Junghye? Es demasiado papeleo. Pero, entonces, si la vamos a acoger los dos, ¿eso hace que seamos más como una pareja? Al pensar en ese tipo de cosas, siento como si mi rostro ardiera cada vez más, hasta el punto de sentir que me quemo.

Dope (쩔어)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora