Dope (쩔어)

V

Jin POV:

Me acerco a uno de los espejos que hay en el baño principal, echando mi cabello hacia atrás para que luego caiga hacia abajo en su forma original de champiñón, teniendo la frente tapada. Creo que, bueno, tengo que cortarme el cabello, ya que me tapa la parte superior de los ojos.

Han pasado cuatro días desde el accidente de Junghye, tiempo en el que Aerin y yo hemos conseguido arreglar todo para ser sus representantes y padres adoptivos. Tanto de ella como Noka, ambas totalmente adorables.

Cuando Aerin fue a la casa de los nuevos miembros de nuestra familia hace un par de días descubrió que llevaban un par de meses viviendo entre goteras que aumentaban de tamaño con el tiempo y grietas que amenazaban con tragarse la casa. El casero se había desentendido de todo tras la primera semana. Hay que ser mala persona para hacer eso. Le va a caer una demanda que se le caerá el alma a los pies.

Por todas estas razones, Noka va a mudarse a nuestra casa, y Junghye también, pero en cuanto sea capaz de salir del hospital. También estoy buscando la manera de obtener un permiso especial para tratarla en casa, en un ambiente más familiar y agradable.

Tomo un frasco que contiene un olor suave y lo rocio por mi cuerpo con cierta delicadeza, de forma que el olor se quede impregnado en la ropa pero no huela demasiado intensamente, todo con elegancia. Elegancia que se ve opacada por mi camiseta negra de manga corta que casi me llega a las rodillas, pantalones de chándal que cuentan con algunas rayas blancas y calzado deportivo.

Mi primer día libre en meses, y lo uso para recibir a una chica de 19 años que se va a mudar a mi casa. No es mi plan perfecto, pero cosas peores hay. Además, yo quiero muchísimo a mis ya dos hijas adoptivas.

Oigo el timbre sonar, y como todas las veces que lo tocan termino sobresaltándome. Vale que la casa sea algo grande, pero no veo la necesidad de instalar un timbre que causa el mismo estruendo que una alarma de prisión.

Camino escaleras abajo tras haber gritado un sonoro “Ya voy” a esa persona que está al otro lado de la puerta, esperando a que yo abra.

Al llegar al piso principal me dirijo al entrada, donde compruebo mi cabello en un espejo antes de comprobar quién es aquella persona que ha llamado y abro la puerta.

Ahí me encuentro a Noka, con una mochila blanca no muy grande a rebosar y una maleta amarilla de algo como un metro de altura, rodeada de cinta para que no se abra, al parecer. Lleva algo gigante enrollado bajo el brazo, que supongo que será un póster grande. Río al ver aquella situación.

— ¿Qué te hace tanta gracia? —pregunta con un tono que es un intento de algo serio, pero que se ve frustrado por sus intermitentes carcajadas.

— Nada Noka, pasa —digo entre risas mientras me hago a un lado de la puerta.

Veo como hace el gesto de ir a tomar su gran maleta, momento en el que paro su mano con la mía y tomo la maleta desde el asa, para llevarla al interior usando las ruedas de esta misma. En cuanto Noka entra, cierro la puerta usando una pierna para moverla. Me fijo en mi hija adoptiva, momento en el que me percato de que está mirando al interior de la casa, perpleja.

— Que grande es…

— ¿Qué te esperabas, pues?

— Pues que vivierais en un piso pequeñito —dice medio riendo mirándome.

— Cariño, esto de pequeñito poco tiene —esbozo una pequeña sonrisa— Sígueme, te llevaré a tu habitación.

Tomo la pesada maleta de Noka en brazos y emprendo el arduo camino escaleras arriba con tanto peso hasta llegar al primer piso, entrando en una habitación de buen tamaño que consta con una cama individual, un armario grande y una pequeña mesa con una silla. La que hasta entonces ha sido una de las habitaciones de invitados, ahora se convertirá en un cuarto en el que habrá permanentemente una chica extranjera a la que puedo llamar hija.