III

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LOS ANGELES, MARZO 2019

Armand dijo que a lo que estaban haciendo se lo conocía en el mundillo como "hacer un Loretta Young".

Al investigar un poco, Aitana descubrió que Loretta Young, una actriz famosa del Hollywood de los años 30, tuvo una aventura con Clark Gable y se quedó embarazada. Para no dañar sus carreras se ocultó durante el embarazo e hizo apariciones desde la cama diciendo que debía guardar reposo debido a una enfermedad. Nueve meses más tarde tuvo una hija que fue enviada a un orfanato y la propia Young la recogió haciéndola pasar por su hija adoptiva.

Aitana sabía que no debía salir del hotel, cualquiera podía verla. A las alturas de marzo en realidad se la podía ver desde el espacio, pero si seguía metida en aquella habitación un segundo más iba a volverse loca y empezar a gritar. Ya no quedaban más series que ver, más libros que leer ni más revistas que ojear, no podía llamar a nadie por teléfono y desahogarse y cada día parecía tener cincuenta horas.

Tampoco es que durmiese muy bien por las noches.

El ginecólogo que estaba supervisando el embarazo había sido cuidadosamente instruido por Armand de modo que no hacía preguntas indiscretas y se limitaba a hacerle las recomendaciones de rigor. Médicamente era un embarazo perfecto y gracias a sus abdominales de diecinueve años había tardado un montón en ser visible, pero habían llegado ya las últimas semanas de embarazo y recluirse en aquella habitación en West Covina, un suburbio de Los Angeles, se había hecho por fin necesario.

Pero ese día de finales de Marzo, Olga se apiadó de ella y cogieron un taxi para pasear por Hollywood Boulevard como dos turistas más.

Se había cortado el pelo a la altura de los hombros y llevaba grandes gafas de sol, sin maquillaje con ropa lo más discreta posible hubiera sido una tremenda mala suerte que alguien se fijase en ella y menos aún que la reconociese, pero aun así sabía que estaba jugando con fuego.

Sin embargo le costaba sentir algo que no fuese aburrimiento.

Hace meses que había dejado de llorar a todas horas, pero ahora no sentía absolutamente nada.

Recordaba en las interminables horas en la habitación del Holiday Inn una conversación con Amaia en la terraza de la academia hablando de los hijos. Recordaba que entonces no se sentía preparada para tener hijos y no estaba segura de querer tenerlos.

Ahora estaba completamente convencida de que no quería tenerlos.

Si un buen médico hubiese buscado más allá de los aspectos físicos del embarazo, se hubiese dado cuenta de que aquella chiquilla tenía una depresión de caballo. Pero, irónicamente, no entraba en los planes de Armand preocuparse por la salud mental de Aitana.

La última vez que estuvo allí todo estaba comenzando en su vida, Luis y ella acababan de empezar su relación, su carrera musical estaba despegando, todo era brillante y divertido.

Pero ahora sentía que no podía respirar y que todo lo que la rodeaba era negro y oscuro. No quería ir hacia delante y definitivamente era demasiado tarde para ir hacia atrás

Armand y su médico programaron una cesárea para la semana treinta y siete y Aitana se alegró, lo más parecido que podía hacer a alegrarse, de que eso también fuese aséptico y suplicó la anestesia general a pesar del miedo que le daban las agujas.

Solo quería dormirse y que al despertar todo hubiese terminado. Tenía diecinueve años y solo quería volver a sentirse como una adolescente una vez más.

Olga se detuvo ante el teatro chino para hacer una foto y Aitana se dejó hacer. Querían fotos suyas donde solo se viese su cara y lo mucho que estaba disfrutando de la grabación del nuevo disco.

6 años y una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora