V

5.3K 181 22
                                    



V

MADRID/BIBURY, JUNIO 2021

Se denominan víctimas de fuego amigo a aquellos que en una guerra son alcanzados por su propio ejército.

Aunque lo que había pasado seis años atrás entre Aitana y Luis no había sido, en realidad, una guerra, fueron muchas las víctimas de aquel fuego amigo imaginario.

Lo más fácil hubiera sido ponerse de parte de Aitana y la mayoría de sus amigos comunes lo hicieron. Era él quien bebía demasiado, había tonteado con otras substancias e incluso, este rumor no lo difundió Armand, pero era un cotilleo perenne, la había engañado con otras mujeres. Pobre Aitana que había tenido que huir a Los Angeles, pobre Aitana y sus problemas con la comida. Pobre, pobre Aitana. Malvado Luis, de quien, después de todo, siempre habían estado dispuestos a pensar lo peor.

Pero hubo un par de personas que se mantuvieron inamovibles en el bando de Luis. Roi y Ana, fieles, se enfrentaron a quien levantaba la voz contra su amigo, con lealtad inquebrantable. Cuando él propio Luis desapareció de sus vidas sin dar más explicaciones y durante el tiempo que aún se habló del tema, Roi y Ana siguieron defendiendo a su amigo, a su hermano en realidad, sabiendo, intuyendo que había más de lo que se les explicaba. Por más que las noticias fueran otras, por más que el acusado se negase a defenderse.

Para cuando Aitana volvió de Los Angeles y Luis ya había desaparecido en la noche de los tiempos. Ana y Roi no sabían que pensar, pero seguían negándose a creer todo lo que decían de Cepeda.

Como un cachorro apaleado Roi le suplicó a Aitana una explicación, habían sido familia el último año, pero Aitana no estaba para dar explicaciones.

Ana intentó también algo parecido a una confesión a la que había sido su compañera, su hermana pequeña. Sabía que Aitana no estaba bien e intentó ayudarla y mantener el contacto durante un par de meses, pero dos no hablan si uno no quiere y finalmente Ana también se cansó de llamadas y mensajes sin contestar y procuró seguir adelante con su vida.

A Luis le arrancó otro pedazo de corazón no poder dar explicaciones a aquellos más cercanos a él. Sus padres lo supieron después y nadie que hubiera sido amigo común de Luis y Aitana debía nunca enterarse de la verdad.

Le dolió, aunque en su eterno autodesprecio, tampoco le sorprendió, que todo el mundo estuviera dispuesto a pensar lo peor de él. Pero durante el concurso le habían llamado de todo y después del concurso, todavía peor: acosador, aprovechado, mentiroso, abusón...tampoco es que adultero, borracho y drogadicto empeorasen mucho la situación.

Por eso guardó como perlas aquellas palabras amables, y, aunque no podía ponerse en contacto con nadie, atesoró el recuerdo de quienes le defendieron.

Por eso cuando Ana, Ana Cepeda, cumplió dos años, en un momento de verdadera desesperación (porque los niños de dos años llevan a los padres al borde de la locura), un día levantó el teléfono y marcó el número de Ana. Ni siquiera sabía si seguía teniendo el mismo número.

- Sí, ¿quién es? - la voz melódica de la canaria contestó al segundo tono. Él si que tenía un número nuevo.

Estuvo a punto de colgar. Pero llevaba noches sin dormir, y prácticamente dos años sin conversación adulta y puede que, ponerse en contacto con su vida anterior fuese como una droga a la que le costaba renunciar. Como esos pitillos escondidos en la mesa de su despacho a los que tenía que recurrir de vez en cuando.

- Soy yo- y continuó sintiéndose ridículo, después de todo habían pasado dos años-Luis...Cepeda.

- ¿¿¿¿Cepeda????- controlar los decibelios nunca había sido el fuerte de Ana Guerra. -¿De verdad eres tú?

6 años y una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora