XIX

6.4K 267 29
                                    

Que sí, que me he puesto un poco ñoña, qué le voy a a hacer, las navidades es lo que tienen. O por lo menos escribir sobre ellas. Y que ya tocaba un poco de almibar después de tanto sufrir y sufrir.  Si se me ha ido la mano ya me contais . Gracias por todo . Millones de bicos. 


GLOUCESTER, DICIEMBRE 2024

Era poco probable que se encuentren turistas españoles o paparazzi en el Tesco de Cirencester pero, por si acaso y para estar más tranquilos deciden conducir unos kilómetros más hasta la siguiente ciudad para comprar la cena de Nochebuena y Navidad.

Gloucester es mucho menos turístico y, en cualquier caso, los compradores con miradas histéricas haciendo provisión de comida para las fiestas, no tienen más objetivo que salir cuanto antes de aquel lugar.

Aitana no tiene muy claro lo que hacen allí. Su experiencia con la cocina se limita a decidir entre distintos restaurantes que sirvan a domicilio. Pero Luis insiste en que es un día especial y tienen que tener una comida especial.

Aparentemente hacer compras con una niña de seis años y medio, implica impedir repetidamente que meta cosas en la cesta que no son buenas para ella. Aitana no puede entender porque es una mala idea comprar oreos recubiertas de chocolate blanco aunque entiende que Luis tiene más experiencia que ella en la materia.

Se pregunta si ahora que Ana forma parte de su vida alguien espera que haga tartas y galletas. Pero Ana parece bastante satisfecha con que Aitana se ponga de su parte para conseguir que Luis les deje comprar la bolsa grande de profiteroles congelados.

A lo mejor solo tiene que encontrar su propio estilo de maternidad. Aunque intentar que Ana no tenga una crisis diabética antes de cumplir los siete años debería entrar en sus planes.

Luis se desespera cuando tiene que pelear con los otros tres para comprar algo de comida medianamente sana. Ana porque es una niña, Aitana porque come como una niña y Cosme porque ha descubierto que su nuevo pasatiempo favorito en el mundo es hacer que Ana sonría.

La sonrisa de Aitana también es digna de conservarse en la pared de un museo, piensa Luis, cuando Ana le pide que se quede a ver la sección de ropa con ella y les indican que se adelanten ellos.

Cosme y Luis siguen con el resto de las compras.

- ¿Te acuerdas de tu dedicatoria de navidad? - dice de pronto Cosme en el pasillo de los congelados.

Luis se detiene sorprendido. No entiende muy bien qué cosa, de la que les rodea, palitos de surimi o calamares rebozados, ha podido recordarle ese momento en particular.

Le parece tan lejano aquel día, que podría jurar que le sucedió a otra persona y no a él.

Gracias por hacer a la niña con más luz que conozco, justo en el momento perfecto para ponerla en mi camino

- Te va a parecer un poco extraño que te haga esta pregunta ahora Luis, pero eres padre y entenderás que tengo que proteger a mi hija.

No cree que le vaya a preguntar cuáles son sus intenciones, porque no están en blanco y negro y no son los protagonistas de una película de los años cincuenta.

- ¿Qué hay entre Aitana y tú?

O sí.

Recuerda una comida de a cuatro, ocho veranos atrás en la que prometió cuidar de Aitana pasara lo que pasase. Y entiende también que, en cierto modo, no cumplió esa promesa.

Así que, por lo menos, le debe a Cosme sinceridad. Esa que ni siquiera está listo para tener consigo mismo.

- Cuando supe que iba a nacer Ana, puse toda mi vida en pausa. Todo lo que había sido hasta ese momento, música, amigos, familia y relaciones amorosas

6 años y una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora