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Miraba a su hermanito jugar por el parque, se había cansado de correr y se sentó en las raíces de un árbol frondoso. A juzgar por la posición del sol aún no era tarde, por lo que miraba con una sonrisa, quería mucho a su pequeño hermanito.

Al cabo de un rato vio que ya era propicio volver a su casa o ya sería muy oscuro, y a su madre no le gustaba que ellos siendo aún muy pequeños (más el menor) estuvieran a esas horas solos por las calles.

-Asriel, es momento de irnos a casa-

-¿Ya? No quiero irme aún hermana-

- Está bien sólo diez minutos más-

Total ¿Qué podía salir mal un poquito más?

Ahora sí ya iban juntos a casa, era poco más de las seis y treinta y ya se veía algunas estrellas, el parque, para alivio de la castaña no era lejos de su casa, solo unas dos cuadras. Y traía consigo su llave de casa, ya que su madre a veces ponía seguro a la puerta.

Solo que al llegar, su puerta estaba entre abierta.

Nunca pasó algo similar antes, y tanto silencio en la casa no le gustaba, su hermanito no entendía porque su hermana no entraba.

-¿Qué pasa hermana?-

-Asriel, ve a la casa de la vecina y espera a que yo vaya por ti, si te pregunta algo dile que me esperaras- dijo mirando a su hermano seriamente, este comenzó a temblar -Vete ahora- ordenó con fría voz.

Asriel con miedo obedeció a su hermana y fue a la casa de al lado, su hermana se aseguró de que su hermanito estuviera a salvo.

Y entró.

Camino por los pasillos que bien conocía y nada, eso le atemorizaba. En la cocina vio algo que la asustó.

Allí estaba su hermana desmayada y con la cabeza sangrando.

-¿Chara? ¡Hermana responde!- Su hermana no respondía. Eso solo la inquietaba más.

La deposito en el suelo, tenía miedo por su madre quién no hacía acto de presencia.

Entonces decidió subir al segundo piso.

No fue tonta y tomó un rodillo de amasar por si acaso, los crujidos de las escaleras era lo único que escuchaba.

Hasta que llegó al segundo piso y escuchó sollozos leves.

Algo se apoderó de ella y sin pensarlo demasiado abrió de un portazo la puerta de la habitación de sus padres.

Allí estaba su madre.

Sin ropa.

-¡MAMÁ! - gritó aterrada, quiso acercarse inmediatamente.

Pero no se percató de que no estaba sola.

Un golpe recibió de lleno en su cabeza.

-No esperaba que esta mujer tuviera otra hija, y vaya que es muy bella- escuchó levemente perdiendo la consciencia -Me divertiré el doble -

Frisk sintió que sus ropas fueron desgarradas y un fuerte dolor que jamás experimentó fue el causante de que cayera llorando por ayuda.

-¡NOOO! - despertó asustada y con lágrimas en sus suaves mejillas, ese sueño, ese maldito día de su infancia que quería olvidar para siempre.

Pero no podría, jamás lo haría.

Miró la hora de su celular, era las siete de la mañana, era sábado. Paso un mes de su mala experiencia en aquel bar.

Comenzó a temblar recordando con asco todo, se sentía sucia consigo misma. Y para colmo de todo estaba sola, se abrazaba a sí misma tratando de calmarse. Hasta que un recuerdo vino a su mente.

Si te sientes mal, no hagas estupideces niña, sólo llámame.

Desesperada buscó su móvil y marco enseguida el número.

Un pitido.

Otro pitido.

-¿Sup?- escuchó el saludo característico de su amigo.

-S-Sans- dijo con una voz que apenas podía articular.

-¿Frisk que pasó?- sollozos comenzaron a escucharse -No digas nada, allí estaré. No hagas nada tonto-

-Por favor...-

Cortó la llamada e intentó estar decente, pero solo se puso un pequeño abrigo, sentía que no tenía mucha fuerza por el ataque de pánico.

Se bajó con precaución, al menos tenía que quitar el seguro de la puerta.

Y en cuanto lo hizo, el timbre sonó. Sin preguntar lo abrió de inmediato.

-Frisk ¿Qué pas- sin poder continuar la palabra la niña se tiró a él buscando consuelo -Tranquila estoy aquí-

Un consuelo que lo encontró en esos cálidos brazos y sonrisa tranquila.

El albino como pudo cerró la puerta y sin despegarla de sus brazos la cargó y la llevó en la sala, donde se sentó y tuvo que poner a la castaña entre sus piernas mientras acariciaba con suavidad sus cabellos.

Los hipidos seguían pero disminuían, el castaño quiso separarla pero ella la abrazó más fuerte.

-E-Espera- susurró.

Se limpió las lágrimas y tras eso ella fue quien se apartó de esa situación.

-supongo que no quería que la viera llorar- pensó el mayor. -Heya buenos días niña este es una manera inusual de pasar un sábado juntos ¿no crees?-

-Lo siento Sans, es fin de semana y mi hermana no está y yo... tuve un pesadilla...- dijo apenada por tener que llamar tan temprano al mayor.

-No te preocupes Frisk, me alegro que lo hayas hecho- le dijo mientras le revolvía el cabello a modo de juego -Esa pesadilla... ¿No fue solo un mal rato verdad?-

Frisk agacho su mirada, dudaba entre contarle o no la verdad.

Pero si ya lo hizo venir, y además ya lo había ayudado anteriormente y también escucho parte de su historia... Sentía que ya tenía la confianza suficiente.

Dio un gran bocado de aire y le contó sin omitir nada su pesadilla que en realidad era un recuerdo agrio del pasado.

Tras finalizar miraba el piso, quería volver a llorar.

-Hay días en que me pregunto si pude haber hecho más, me alegro que al menos mi hermanito no vio nada, era pequeño y eso lo destrozaría, Chara fue golpeada pero no la tocaron- respiro de vuelta -Y mi mamá... ella quedó en terapia durante mucho tiempo y yo...-

-Sshh no hace falta que me cuentes más niña... Respira ya paso- El albino realmente no se esperaba aquello, miró de nuevo a la castaña.

Estaba toda desaliñada, pijama puesta y un abrigo ligero, a cualquiera le parecería horrendo recibir una visita así, pero no para él.

Ahora mismo estaba viendo la cosa más hermosa en su vida. Bajo la mirada en sus ojos, perfecto color avellana, enrojecido de tanto llorar ¿Habría pasado por días en donde no podía conseguir consuelo en donde solo se limitaba a llorar? Quizás sí.

Y al llegar vio sus labios, con un suave sonrojo en sus mejillas.

No supo en qué momento se había acercado a ella, pero algo si sabía.

En un momento de arranque, atacó sus labios en un suave beso.

Uno en que no fue alejado y donde ambas personas se dejaron llevar...



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Ansiedad Social (Humantale Frans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora