8. Conducta antisocial y delictiva

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Las puntuaciones en los test de psicopatía correlacionan con el abuso de sustancias, el encarcelamiento, la violencia de género, la violación y la pederastia. Los crímenes económicos y de guerra, así como la participación en el crimen organizado, también son más frecuentes en psicópatas que en la población general.
Como el trastorno antisocial, la predisposición a la psicopatía puede manifestarse en la infancia en conductas como robos, mentiras frecuentes, vandalismo y violencia hacia personas y animales; estos signos se clasifican como "trastorno de personalidad disocial".
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Hacía un calor de la mierda y no había tenido el mejor día tampoco. Caminaba en dirección a la universidad de Jimin escuchando música y repasando los hechos del día.

Luego de terminar las clases el año anterior había tenido el mejor verano de su vida junto a su novio; cine, helados, frituras, videojuegos, piscina y mucho, mucho sexo. Los padres de Jimin trabajaban todo el día y nunca estaban en casa, lo que les proporcionaba toda la intimidad necesaria para explorar sus cuerpos una y otra vez, aprendiendo y redescubriendo aquellos pequeños lunares, cicatrices, detalles que los hacían únicos y hermosos para los ojos del otro. La madre de Jungkook había aprendido hace tiempo a no controlar los horarios del menor para no alterarlo, así es que prácticamente fueron dos meses en que el mundo estaba habitado solamente por ellos dos. Claro que no imaginaban lo rápido que podía reventar su burbuja.

Cuando Jimin comenzó las clases en la universidad estaba asustado del nuevo mundo que descubría así es que estaba feliz de encontrar a su novio esperándolo cada día al finalizar sus clases. Se tomarían de la mano y caminarian un par de cuadras hasta la casa del mayor donde se besarian por horas, verían alguna película o jugarían algún videojuego mientras disfrutaban de la compañía. Jungkook no tardó en notar las miradas de burla que le dirigían a su novio cuando él lo esperaba con el uniforme del colegio, así es que después de las primeras semanas, pasaría por su casa a cambiarse antes de ir por Jimin.

Se había convertido en una rutina. El colegio le parecía sumamente aburrido ahora que su hyung no se encontraba, así es que había dejado de lado su faceta de tipo amigable. Nadie se animaba a dirigirle la palabra después de que les mostrara que ya no eran de su interés, pero habían algunos días en que algún imbécil, por lo general nuevo o que ignoraba quien era Jungkook que se atrevía a insultarlo o reírse de él. Algunas veces podía llegar a ser relajante y hasta terapéutico darle a los imbéciles una lección, sentía el estrés fluir por sus puños y estamparse en los rostros de esos idiotas y abandonar su cuerpo, era magnífico.

Pero había otros días, como ese en particular en que no podía ser tan productivo. Un idiota cuyo nombre desconocía se había ganado una paliza hace algunos días y en lugar de aprender la lección había formado un grupo, reclutando a muchos otros imbéciles que había golpeado anteriormente y buscaban venganza. Lo atacaron al finalizar las clases, al menos siete tipos mayores que él lo golpearon, bueno o al menos eso intentaron. Ellos no habían comprendido que Jungkook nunca perdía, podrían formar un ejército y reclutar a toda una bola de ineptos y aún así no podrían ganarle, ellos nunca estarían a su nivel. Su incapacidad para pensar correctamente no les había permitido apreciar lo piadoso que había sido con ellos hasta entonces así es que no tuvo más remedio que ser un poco más agresivo esta vez, así aprenderían.

Camino a su casa notó el hilo de sangre que caía por su labio y eso lo había puesto de pésimo humor, tal vez los huesos rotos no habían sido suficiente. Se duchó rápidamente y se vistió para buscar a Jimin; Jeans, una camiseta holgada negra y sus viejas y confiables Timberland beige. No era nada de otro mundo, pero era mejor que llegar con el uniforme del colegio y aunque le hubiese gustado golpear a quienes se habían reído de él por ser menor no podía golpear a todos los alumnos de la universidad, la violencia no siempre era la solución.

Estaba tan concentrado en sus pensamientos que había llegado a la universidad sin darse cuenta, volviendo a la realidad por la vista que tenía en frente en esos momentos; Jimin estaba conversando con otro chico, un tal Seokjin.

No era la primera vez que los veía juntos, siempre que llegaba temprano se escondía detrás de un árbol para poder observarlos interactuar, incluso había faltado a algunas de sus clases para observar el comportamiento de su novio con el otro muchacho y en el tiempo que llevaba haciéndolo había descubierto dos cosas: primero; que Seokjin era heterosexual, tenía incluso una hermosa novia y segundo pero no menos importante; tenía a su hyung fascinado. Eso era lo que lo tenía de tan mal humor últimamente, eran compañeros de banco así es que había notado la forma en que Jimin miraba al mayor cuando éste se distraía, cómo se reía de los chistes que hacía aunque fuesen los peores chistes que hubiese escuchado en su vida y como prestaba atención a cada cosa que decía como si el tipo dijera las cosas más interesantes del universo.

¿Que si estaba celoso? Estaba enfermo! Quería agarrar al tipo y cortarlo en pedacitos, meterlo en cajas y enviarselos por correo a su madre.

Prestó atención nuevamente a los dos muchachos y notó que su novio estaba nervioso, jugando con sus dedos y la mirada en el suelo. Se acercó un poco, sabía que se estaba arriesgando a ser descubierto pero tenía que saber de que hablaban, aunque luego de lo que escuchó prefirió no haberlo hecho. -Hyung, me gustas. -Sintió que algo se rompía dentro de su pecho- yo sé que no sientes lo mismo y que incluso tienes una novia, pero solo quería que lo supieras. -tuvo que reprimir el impulso de abrazar al mayor cuando amablemente rechazó a su novio. Aunque la ira lo invadió completamente cuando vio esas manos que tanto adoraba dirigirse a las mejillas del mayor y acariciarlas con dulzura, sus manos le pertenecían, tenía que intervenir.

-Jimin- dijo sonando herido, tenía que asegurarse que supiera que lo había escuchado. El mayor dió un pequeño salto por el susto, giró lentamente para encontrarse frente a frente.

-Kookie, que haces aquí? -Bien, esa no es la respuesta que quería oír.

-Vine a buscarte, como todos los días -se las ingenió para llenar sus ojos de lágrimas.

-Bueno, tengo que irme, mi novia me espera. -Dijo el mayor antes de retirarse, tenía que admitir que sabía cuando estaba de más, le agradaba.

-Jungkook, yo...

-Hablaremos en tu casa hyung- dijo interrumpiendolo.

Caminaron en silencio las cuadras que los separaban de la casa de Jimin, esta vez no iban tomados de la mano. Cuando llegaron y Jimin empezó a hablar para poner un montón de excusas o tal vez terminar la relación el menor lo interrumpió.

-No lo entiendes hyung? Eres mío, nadie va a alejarte de mi, ni siquiera tú. -se quitó el cinturón y entonces hizo lo que jamás creyó que haría con su precioso Jimin, le enseñó una lección, obviamente siempre cuidando de no tocar las manos que tanto adoraba.

Tal vez se había equivocado y la violencia si era la respuesta.

SERIAL || JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora