Naciste un 7 de diciembre del 2000, diste mucho trabajo, pero valió la pena al escuchar tu hermosa voz... Lloraste apenas el doctor te dio las palmaditas en el trasero y tu llanto fue como escuchar a un Ángel.
Llore de emoción al verte, y supe que desde ese día ya no estaría sola.
Después de que las enfermeras hicieran todo lo rutinario con un recién nacido, me dejaron cargarte.
Estaba en mi cuarto,en el que me habían asignado después de todo lo sucedido para recuperarme,volví a llorar pero esta vez más tendido y con una sonrisa en mi rostro.
Abriste un poco tus ojos, y como a todo recién nacido todavía no había un color exacto en ellos, parecían celestes pero como me había informado en un libro, ese puede que no sea tu color de ojos...
Eran hermosos, estabas tranquilo y hasta creí que me sonreias.
—Bienvenido—.
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Isaías
Short Story¿Que pensarías si te digo que a esta historia no la narra el protagonista?