Capítulo 24

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Arianna

Cuando estoy bajando por las escaleras veo delante de mí a Bastian, quien no se percata de mi presencia, o eso creo, así que lo alcanzo rápidamente y me abalanzo sobre él.

—¡Buenos días! —grito algo cerca a su oído, por lo que él se retuerce— ¡Oh! Perdóname, pero no te he visto en lo que parecen días, extrañaba a mi mejor amigo.

—Solo no me viste ayer enana —se gana un golpe en el brazo— Estuve algo ocupado y sé que ustedes también, me contaran todo ¿No es así?

Asiento efusivamente por lo que me gano su sonrisa, no conversamos nada más de camino al comedor; Principalmente porque no siempre necesitamos de un montón de palabras para entendernos aunque podría decir que esta algo resentido por qué no lo llamamos ayer.

Ya en el comedor veo a Antonella sentada en una de las sillas, a su derecha esta Quique y Micaela es quien está terminando de colocar algunas cosas sobre la mesa; Julieta está sentada a su izquierda y habla amenamente con la ojiverde mientras Cristianno está tratando de picar algunas de las cosas que ya están servidas.

«No hay espacio cerca de Anto» recrimino en mis pensamientos «Tengo que hablar con ella y necesito tenerla cerca cuanto antes».

Bastian se dirige al lado opuesto de la mesa y jala una de las sillas para que me siente, sin embargo niego con la cabeza y señalo hacia las chicas, él solo ríe y se sienta. Mientras me alejo hacia ellas veo como Bastian agarra un bol pequeño y le coloca la algo de fruta. «Que raro» pienso «Bastian detesta la fruta, solo la toma en jugo».

Él me observa y suelta: —Es para Pablo—se encoje de hombros— Aunque conociéndolo la querrá más picada todavía.

Me quedo viendo como se pone de pie y se acerca a la cocina, al mirarlo de reojo puedo ver cómo está cortando en pequeños cuadraditos los pedazos más grandes. «Siquiera lo hace cuando él quiere algo y le está cortando la fruta a Pablo» sentencia mi conciencia.

Volteo y me encuentro con la mirada de Anto, le hago la seña de que quiero que conversemos y de inmediato se levanta. Julieta se pone de pie junto a ella con intención de seguirla pero la castaña le dice que le cuide el sitio por lo que la morena no tiene otra opción que quedarse sentada, cosa que olvida rápidamente ya que Cristianno se encarga de distraerla, volteo hacia su prometido y le agradezco con una seña. Él ríe y asiente.

Anto ya se encuentra en la esquina para cuando regreso la mirada y me apresuro a alcanzarla. Sé que tendré que abordar el tema de una manera bastante sutil pero confiada, tengo que explicarle que es por el bien de su hermano, de todos, en realidad.

Apenas llego quiero decir pero levanta su mano haciendo que me quede callada, ella en cambio dice:

—Sí, se a que me trajiste. No pude dormir nada en toda la noche por pensar que hacer con él —refiriéndose a Ademir, supongo— Quieres que le cuente todo a Enrique ¿No es así? Bien, se lo diré, es la única familia que me queda y no pienso perderlo.

Sonrío y la abrazo como señal de mi apoyo, ella me responde de inmediato y la puedo sentir algo insegura. «Maldición, ella ha guardado todo esto por meses y nadie se dio cuenta» maldigo en mis pensamientos «Estuvimos metidos en nuestros propios problemas, demonios, debo ser de las peores amigas que puedan existir».

—Eso sí, ni se te ocurra decirle al idiota ese que me he preocupado por él. Se pondrá más cariñoso y no, me da asquito.

Si, la Antonella que conozco y amo está de vuelta.

—¿Ya sabes cómo se lo vas a comentar? —pregunto mientras regresamos a la mesa, al percatarnos vemos que Ademir, Mariel y Lucas no están, además puedo ver como la ojiverde busca a este último— Deja de ser tan obvia, Julieta se dará cuenta y no hay forma de escapar de su interrogatorio.

Hermandad por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora