Capítulo 4

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Melanie:

Me quede dormida, maldición. Lo peor de todo es que nadie me despertó para decirme que ya era tarde. Lo bueno es que mi padre iría a trabajar más tarde, así que pudo dejarme en la escuela. Ya pasaban cinco minutos desde que debí de estar en mi salón de clases, yo estaba corriendo por los pasillos para alcanzar a llegar antes que el profesor. Mi clase que seguía era Literatura, ese profesor llega más tarde así que tengo tiempo, aun así debo de apurarme.

Para llegar al salón, debía de pasar por los casilleros de último año, pero antes de dar la vuelta escuche que estaban discutiendo. Me pare de repente y camine despacio para escuchar.

- Lo hiciste por celos, ¿cierto? –reconocí la voz de Christopher y fruncí el ceño.

Me recargue en los casilleros que estaban en el pasillo antes de dar la vuelta.

- Si, lo hice justo por eso. –La voz femenina era evidentemente de Nancy-. La vi observándonos, yo creí que era bueno marcar territorio.

- Por ese motivo quisiste actuar como una pareja feliz ayer en medio del patio. Que estupidez, Nancy. Yo tenía la leve esperanza de salvar nuestra relación pero tal parece que no será así.

- ¿Quieres terminar conmigo? –dijo sorprendida.

- Pues si no controlas tus celos, así será.

- Pues yo seré una celosa o lo que quieras. –me asome un poco al pasillo para observar-. Pero a ti te puede cautivar cualquier chica, hasta esa maldita anónima que te deja notas. Hasta quieres conocerla. –dijo aventándole una hoja.

Christopher levanta la hoja y miro a Nancy molesto.

- Te aseguro que cualquier chica puede ser mucho más tierna que tú.

- Pues que te aproveche tú anónima y esa maldita que tanto odio. –dijo para después irse.

Lo bueno que se fue del otro lado del pasillo, sino me descubriría que los estuve escuchando. Christopher se quedó mirando hacia donde se había ido Nancy, después camina hacia su casillero que estaba abierto y lo cerró haciendo un ruido fuerte. Estaba molesto.

No quería que me viera, así que di un paso hacia atrás. Traía puesto un suéter tejido, ya que como estamos a mediados de octubre estaba algo fresco por las mañanas. Trate de irme lentamente hacia atrás, pero el suéter se atoro en unos de los candados de los casilleros.

- Maldición. –susurre inconscientemente.

Volteo hacia mi hombro pero no alcance a ver como se atoro para poderlo quitar.

- ¿Hola? –escuche a Christopher decir y sus pasos acercarse.

Justo en este momento se me ocurre ponerme un suéter así, ¿tan miserable es mi vida?

Levante mi mirada hacia enfrente y Christopher aparece, me miro algo sorprendido.

- Yo... amm... -trague saliva-. Me atore. –dije apenada.

Christopher miro hacia mi hombro.

- A mí por eso no me gustan los suéteres tejidos, siempre sucede eso. –Se acercó a mí-. Déjame te ayudo.

Él se acercó más a mí, invadiendo mi espacio personal, yo solo agache la mirada. Su mano rozaba mi mejilla, solo sentí que hizo varios movimientos hasta que me libero.

Levante mi mirada, él no se había movido de su lugar, se quedó observándome. Unos segundos después sentí la calidez de su mano sobre mi mejilla. Sus dedos acariciaban lentamente sobre mi mejilla, creo que reacciono a lo que estaba haciendo y rápidamente bajo la mano.

El Secreto de Amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora