Al caer la noche y encontrarme con el corazón varado,
cuando ya no puedo sentir la violenta luz,
observo al abismo devorarme poco a poco, cual buitre oportunista
que no descansará hasta dejar solo un triste cascarón.Con las estrellas de testigos confieso que tengo miedo
y el nudo en mi alma se aprieta cada vez más,
pero no hay oído que escuche ni ojos que vean
el dolor que se esconde detrás de mi máscara.En la oscuridad el frío recorre mis venas, amargo sentimiento,
y como si fuera un puñal en el corazón, me recuerda aquello que tanto anhelo.
Maldito sea el desgraciado ángel que jamás dispara,
y con una mueca grotesca se burla de mi pecho desgarrado.