A p o y o

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Las llaves se cayeron al suelo cuando antes de que abriera la puerta ésta fue abierta.
NamJoon estaba en la casa y me miraba de una manera que jamás supe descifrar.

No dijo nada, tan sólo se apartó de la entrada y me dejó pasar.  Mi corazón estaba alborotado, no lo esperaba en casa.

—¿Qué sucede? —pregunté cuando su mirada no se despegaba de mí.

Con un ademán me pidió que me sentara en la sala. Aún con la duda decidí tomar asiento y él también, pero tan separado de mi que sentí un ligero dolor en el estómago.

—Estuve hablando con los abogados de la empresa —comenzó y cerré los ojos preparandome para lo que venía—. Llevé todos los papeles del matrimonio, y con su ayuda llegué a una conclusión.

—¿Y esa es? —le pregunté.

En mi cabeza rondaban miles de opciones, algunas más tristes que las otras, pero nunca esperé lo que él dijo.

—Necesito que te vayas de la casa.

En una fracción de segundo sentí muchas emociones. Las palabras no salían.

—¿Disculpa? —mi voz se alzó cuando me sentí listo— ¿Me estás corriendo?

—No lo veas así. Es por el bien de los dos.

—¿Cómo me hace bien irme de mi propia casa? ¡¿Qué mierda te sucede?! Yo no puedo irme, no tengo ningun maldito lugar —me levanté del sofá para pararme frente a él.

—Necesitamos separarnos. Para que pienses sobre esto —explicó.

Yo no podía creer sus palabras, las sentía tan irreales ¿Donde había  quedado el siempre te protegeré? ¿El nada te faltará?

—¿Por qué no te vas tú? —pregunté lo primero que vino a mi cabeza— ¡Lárgate con tu maldito amante!

—Jin... —advirtió.

—¡Ese maldito mocoso lo único que ha hecho desde que apareció es arruinarme la vida! Te alejas de mí y ahora mi casa —intenté gritar pero mi voz se quebró.

Estaba cegado. Me dolía la cabeza y yo ya no podía aguantar más. Sentía coraje, dolor, humillación. Yo no merecía nada de eso, yo nunca le fallé.

—Esta es mi casa, yo firmé los papeles, yo la pagué —dijo NamJoon levantándose del sillón.

Reí y traté de aguantar las lágrimas. Mi mirada se desvió de sus ojos. Maldita sea, no lo reconocía.

—Esto es increíble —cubrí mi rostro.

—Jin —intentó tomar mi brazo pero me alejé rápidamente—... Si firmaras el divorcio esto sería más fácil.

Quité mis manos para ver su rostro, el cual ya no denotaba cariño, su expresión fría estaba tan arraigada a su piel que parecía una máscara.

—Quedate con tu maldita casa. Yo no necesito de ti, ya es suficiente de aguantar tantas humillaciones...

Subí las escaleras sin esperar respuesta y caminé hacia mi habitación mientras sacaba mi celular.
Yo no soy de las personas que molestan a otras con sus problemas, no me gustaba meter a terceros, pero no tenía opción, si NamJoon me quería fuera de su casa estaba bien, ya no podía quitarme nada más.

—¿Diga? —la voz de Yoongi sonó al otro lado.

—Yoongi, perdoname por la hora... tomaré tu palabra. Necesito que me ayudes —reprimí un sollozo.

—¿Qué sucedió? ¿Estás bien?

—NamJoon me ha echado de casa... Yo sé que no es tu obligación pero-

—Voy por ti en una hora, guarda todo lo necesario... Puedes vivir conmigo.

Cuando corté la llamada me dispuse a guardar mis cosas con lágrimas resbalando por mi rostro. Tomé las prendas que necesitaba y todo lo que consideraba mío, dejando las cosas que NamJoon había comprado para mí.

Me miré al espejo, aún portaba el collar que había sido regalo de nuestro último aniversario. Sin cuidado lo saque de mí y lo aventé a la cama.
El y yo seguíamos casados, pero eso no significaba que NamJoon seguía siendo mío, esa había sido la última prueba para comprenderlo.

La llamada de Yoongi me avisó que ya estaba afuera.
Con un suspiro y mi maleta en mano salí de la habitación. Cuando bajé las escaleras, NamJoon aun estaba en la sala.

—¿A dónde vas? —preguntó cuando notó la maleta.

—Lejos de tu casa.

—Jin, es noche. No tienes porqué irte tan rápido, puedes quedarte hasta que encuentres donde vivir —se levantó para alcanzarme.

—Yo no voy a estar en un lugar donde no soy aceptado —abrí la puerta y salí con NamJoon detrás de mí.

—Otra vez ese idiota —dijo cuando reconoció el auto de Yoongi.

—Toma —me detuve antes de llegar al auto—. Vendré por mis demás cosas en unos días.

NamJoon negó cuando le tendí las llaves de la casa. En un ataque de enojo las terminé lanzando al pasto.

—No entiendo, te quejas pero ya no estás solo —dijo.

Inmediatamente entendí a lo que se refería. Negué con la cabeza y le dí una sonrisa burlona.

—Supongo que nunca fuiste el único.

Pude ver la confusión en su mirada y quise reír.
Me dí la vuelta, Yoongi abrió la parte de atrás del auto y metí mis cosas.

—¿Que quisiste decir con eso? —preguntó Yoongi cuando subí al auto.

—No tengo ni la menor idea, pero logré confundirlo, con eso basta.

Ahora Es Tuyo [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora