IV. Perdoname ... [Final parte 1]

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   Viktor estaba inmóvil

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   Viktor estaba inmóvil. El tenso ambiente no estaba más, solo un melancólico silencio. Aquel espectáculo macabro que le dio la bienvenida, ahora le parecía un lugar sumamente triste.

   Estaba sentado en el suelo como un niño, viendo a sus manos, sin importarle que para la fuerza de gravedad fuera más fácil empujar sus lágrimas al exterior, todo para no elevar su mirada y ver lo que quedaba de aquel niño que había adorado.

   Sus lágrimas brotaban. Pudo verlo, la muerte tan horrible de su hermoso cerdito. Un injusto hecho sin razón de ser, una injusticia que el tiempo no podría borrar.

   Su corazón dolía con una intensidad colosal. Aún escuchaba la voz aterrada de Yuuri llamándole, pidiéndole ayuda, suplicándole que lo salvara de aquella muerte inhumana a la que estaba condenado. Palabras que se clavaban en lo más profundo de su ser.

   Vencido por su gran culpa, se levantó y observó su ex habilitación con el cráneo de Yuuri dentro. Caminó al frente y observó lo que quedaba de su adorado cerdito, no con lágrimas de tristeza, con lágrimas de agonía.

   Tomó las gafas de su Yuuri, limpió el cristal lo mejor que pudo y las colocó enfrente de sus ojos, como si con ellas pudiera ver el lugar donde se encontraba su amado niño y pudiera sacarlo de ahí. Pero lo único que pudo ver a través de ellas, fue el suelo distorsionado por usar unas gafas viejas y que no necesitaba. Aquella acción no sirvió más que para avivar esa llama en su interior que le carcomía el alma, que le torturaba hasta a niveles que superan la crueldad del ser del inframundo.

   Estaba a punto de retirar aquel viejo objeto de su rostro, pero por aquellos cristales empañados y estrellados, logró ver unos pasos que se acercaron a él.

   Elevó la mirada y llevó sus manos hasta su boca, intentando contener todos aquellos sentimientos que se habían activado al ver a la persona frente a él.

—Y-Yuuri ...—Logró susurra, casi en un suspiro.

   Se abalanzó hasta aquel pequeño como si su vida dependiera de ello. Podía sentírlo, su tierno aroma, su hermosa complexión, la calidez de su corazón; ahí estaba su Yuuri.

   Todas las penas que carcomían su alma al fin estaban siendo sanadas. Fuera una alucinación, indicador de que estaba a un paso de la locura o algo más, nada importaba, lo tenía a su lado en ese momento; era lo único que quería saber.

   El pequeño niño, quien había permanecido estático, comenzó a corresponder el abrazo de Viktor, quien cerraba los ojos con fuerza, como si fuese un sueño y él por nada del mundo quisiera despertar. Pero los ojos azules se vieron obligados a abrirse cuando puedo notar algo extraño en la persona que tenía entre sus brazos: su pequeño había cambiado. Frente a él se encontraba un chico aproximadamente de su edad, de una complexión más delgada pero unos ojos marrones que nunca olvidaría.

Прости меня (Perdoname) [Yuri!!! On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora