II. Rastros del ayer.

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~°~—Viktor

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~°~
Viktor ...¿Por qué nunca tienes miedo?

—Bueno tengo miedo a veces, pero intento ser valiente y superar las cosas sin asustarme.

—¿Y cómo logras no asustarte?

—Simplemente deja que las cosas pasen y espera el momento en que todo termine.

—Y si no lo logro ...¿estarás ahí para cuidarme?

—Por supuesto.

~°~

   Viktor tomaba la mano de Yuri con fuerza mientras ambos caminaban por una calle solitaria y con abundantes hojas en el suelo; parecía un lugar donde ningún ser humano se había parado en años.

   La maleza había consumido por completo lo hecho por el hombre; las hierbas se habían apoderado de aquellos murales de piedra que, a manera de callejón, indicaban el camino al orfanato.

Viktor aún podía escuchar sus propios gritos en aquel triste día:

~°~

—¡NO! Yo debo regresar, no puedo dejarlo solo ahí.— El pequeño peliplata de tan sólo 12 años, suplicaba, aferrado al vidrio de la ventana de aquel automóvil que lo alejaba de quien más amaba.

—Viktor, no llores de esa manera—pedía su nuevo padre adoptivo: Nikolai Plisetsky—. El trato que te daban en aquel lugar no tiene perdón; conmigo sí tendrás una vida digna.

   El hombre hablaba ruso, el niño japonés; ambos eran completamente incapaces de entenderse y de saber el pensamiento del otro.

   Pero cuando un pequeño japonés salió corriendo tras el auto, llorando y gritando desgarrado, Nikolai comprendió la causa del dolor de Viktor.

   Darle a su hijo adoptivo la felicidad que no pudo tener en aquel lugar, era su prioridad. Al llegar al hotel y con aquella idea en mente, comenzó a planear la adopción del pequeño japonés. Lamentablemente, solo dos días después de aquel triste día, el orfanato y sus habitantes parecieron desaparecer del mundo.

   Era claro que el sueño de Viktor ya no se cumpliría, lo que provocó que Nikolai se hundiera en una gran tristeza.

~°~

—Viktor... ¿Es aquí?—La voz de Yuri le trajo de nuevo a la realidad, desvaneciendo aquellos recuerdos que le dolía acariciar.

   Frente a ellos se observaba una pequeña edificación abandonada y con un aspecto digno de una película de horror. Una pequeña casa completamente abandonada que desprendía un aura de total desagrado visual.

   Una valla de madera destruida y con espinas en la parte de arriba, rodeaba el lugar. Las aves reposando por el destruido techo de madera y la maleza seca siendo mecida por el viento, daban como resultado un panorama completamente tétrico y con un roma a muerte por cada esquina.

Прости меня (Perdoname) [Yuri!!! On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora