Uno

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El vuelo de American Airlines E-450 con destino a Dallas, Estados Unido, acababa de aterrizar en el transitado y un poco agobiante, aeropuerto de Gatwick en Londres.

Me encontraba demasiado tranquila, en comparación al resto de mis compañeros, que no paraban de hablar animadamente del viaje a Las Vegas, tan prometido para los mejores de la empresa y que todo el mundo había ansiado durante mucho tiempo.

Al principio me hacía ilusión el viaje, por eso, le puse mucho empeño a mi trabajo y conseguí un puesto entre los mejores agentes de ventas de toda la empresa. Sin embargo, con el paso de los meses y los problemas personales, mis ganas de salir de Inglaterra de vacaciones, fueron disminuyendo considerablemente. Es más, prefería quedarme en casa, ya que justamente esa semana, había un concierto tributo a los The Libertines en mi pub favorito, el Harvey's.

Pero muchos de mis compañeros de trabajo insistieron en que una oportunidad de viajar a un lugar tan icónico y gratis, no pasaba todos los días. Así que acepté y ahí me encontraba; sentada en un asiento del aeropuerto, un poco apartada de mis ansiosos compañeros, mientras leía una revista de moda.

Una voz femenina avisó a los pasajeros que ya podían embarcar en el avión con destino a Dallas. Algunos de mis compañeros, vitorearon felices. Nos dirigíamos realmente a Las Vegas, pero como no había vuelos directos, teníamos que hacer escala en Dallas.

¿Y quién no se emociona cuando se dirige a la culminación del vicio de todo el mundo?

Fiesta y diversión asegurada las 24 horas del día, sin parar. Sin embargo, yo no era de ese tipo de personas que les gustaba salir cada fin de semana, desenfrenadamente. Por eso, muchas veces me decían que era una "vieja para mi edad". 

Subimos al avión por fin.

—¡Pst! ¡Charlotte!—susurró alguien.

Me giré hacia donde estaban los asientos traseros y vi la cara de mi novio Wayne, saludándome al lado de Neil, del departamento de Hipotecas y Préstamos. Sonreí forzadamente y volví a sentarme correctamente en mi asiento.

Desde hacía tiempo, Wayne siempre estaba en las oficinas muy ocupado, con reuniones y ventas comerciales. Nunca creí que fuera capaz de tener una amante en el trabajo. La infidelidad, nunca la había tomado como una explicación, a las innumerables veces que se quedaba hasta tarde a trabajar. De todos modos, yo le seguía queriendo muchísimo y luchaba por aquella relación. Pero las cosas parecían haber cambiado y lucía mucho más contento, además de que ambos, actuábamos como si todo fuera bien entre nosotros.

El piloto avisó de que íbamos a despegar y me abroché el cinturón de seguridad. 

El vuelo de 10 horas terminó y llegamos a Dallas, por fin habíamos llegado a tierra estadounidense. Hicimos un descanso de unas cuantas horas en aquel caluroso aeropuerto y retomamos nuestra ruta hacia la ciudad del pecado. Una vez finalizado el tormentoso y agotador viaje, nuestros jefes nos llevaron hacia un autocar que nos llevaría al hotel donde nos alojaríamos. Wayne Rogers se sentó a mi lado.

—Hola cariño, ¿estás nerviosa?

—No mucho la verdad. Preferiría quedarme en casa, sabes que no me gustan mucho las fiestas.

El rubio de ojos verdes me sonrió cariñosamente, me conocía demasiado bien.

—Bueno, si no quieres bajar a los casinos o a las fiestas, no te preocupes. Me quedaré contigo en la habitación.

No podía hacerle aquello a mi pareja. Amaba demasiado las fiestas como para dejarlo sin salir por mi vaga culpa.

—¡No, no! Has trabajado duro para llegar hasta aquí, mereces salir y divertirte. No debes aburrirte por mí.

Tranquility Base Hotel and CasinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora