Cinco

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Intento mantenerme seria, pero se me escapa una sonrisa. El muchacho está algo nervioso.

—Quise decírtelo, pero quería darte una sorpresa.—aclara mientras mueve los hombros sin saber qué decir.—Créeme, me moría de ganas por decírtelo.

Asentí mirándolo directamente, preguntándome qué más secretos esconderían aquellos grandes y oscuros ojos que tanto me dejaban inquieta. El cantante se sienta delante de mí.

—Entonces... ¿Todo lo que me has contado era mentira? ¿Mark es un nombre falso? ¿Quién es en realidad Alex Turner, eh? ¿No serás un agente de la CIA infiltrado? ¿O tampoco te llamas Alex Turner y realmente te llamas James Bond? 

El de Sheffield ríe gracias a mi comentario. Saca un cigarrillo del bolsillo de su camisa y se lo coloca en los labios, de una manera elegante, como Sean Connery (realmente podría ser 007 si él quisiera). Le da una calada y antes de contestar, me ofrece uno, el cual acepto amablemente. Alex saca un encendedor de plata y lo acerca donde descansa el cigarro entre mis labios. Una vez le doy la primera calada, alzo una ceja mientras lo miro esperando una buena explicación al porqué de su doble identidad y esa aura de secretos que lo rodean.

—Mi nombre completo es Alexander David Turner. Lo de "Mark"... bueno, es un poco complicado.

—Me encantaría oír tu historia, Alexander. Me la debes.—sonrío. Me mira y sonríe. Ambos damos una calada a nuestros cigarros al mismo tiempo, sin darnos cuenta. Lo miraba expectante, esperando una gran historia de superación personal, espías dobles y un acento casi ininteligible del norte.

—¿Otra copa de vino? ¿Cerveza?—pregunta el cantante, llamando a uno de los camareros.

—Una cerveza ya me está bien, gracias.

Al minuto, el camarero me acerca una botella de cristal marrón y me sirve en una nueva copa. La mirada de Alex se fija en mí, sonriendo de lado, como si intentase aguantarse una inevitable carcajada, mientras yo doy un largo y sonoro trago a la fría cerveza. El chico vuelve a reírse suavemente.

—Eres adorable.

—¿Y bien? Me tendrás que dar una buena excusa a eso de Mark, porque parece ser que últimamente, a los hombres les divierte mentirme.—recalco.

—Mis padres son de familias acomodadas del norte de Inglaterra. Aunque se dedicaran a la enseñanza en instituciones de alto prestigio, conservaban una gran herencia de sus familias. Esa herencia se basa en un pequeño complejo de lujo cerca de Sheffield, en una pequeña localidad muy tranquila, aquel fue el primer hotel que abrieron: el Grand Base Hotel. Dejaron la enseñanza y se adentraron en el mundo de la hostelería. El negocio les fue muy bien, la verdad, fue un verdadero éxito y con ello decidieron expandir su negocio. Un amigo de ellos, tenía planes de abrir un casino aquí, en Las Vegas. Y bueno, como puedes ver, no ha ido tan mal.

Estaba muy atenta a la gran aventura que emprendieron los padres de Alex y observé el entusiasmo con que contaba aquella historia. Asiento sin dejar de mirarlo.

—Entonces vine yo al mundo, cinco años después de la apertura del Tranquility Base Hotel and Casino, en el 86. Los ochenta fueron una época de prosperidad en este hotel. ¡Se llegaron a alojar grandes estrellas de Hollywood! Algún día te contaré todas esas historias.—ríe melancólico y sonrío al ver el aura de felicidad que se instala en sus brillantes ojos. Es fascinante observarlo.—Y regresaron al Reino Unido para que me criara con el resto de nuestra familia. Crecí en Sheff como cualquier otro niño. Fue entonces cuando conocí a Matt, a Jamie y a otro chico que se llamaba Andy. Hice muchos amigos, pero con ellos empezó todo esto.

Señaló al escenario vacío donde hacía un rato había estado actuando.

—¡Qué adorable! ¿Son los músicos que han tocado contigo?

Tranquility Base Hotel and CasinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora