›22 Horrible verdad

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Vigésimo segundo capítulo

Horrible verdad

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Me gusta mirar a Christa mientras se cepilla el cabello, pero me gusta más si me deja cepillarlo.

—A-au... No lo hagas tan duro—Me pide cuando hago un tirón a un nudo en su espeso cabello rubio.

—Lo siento—Me disculpo en un susurro y sigo concentrada peinando su hermoso cabello.

—Deberías verte en un espejo

—¿Por?—Dejo a un lado el cepillo y entrelazo los mechones de su cabello trenzandolo.

—Pones una cara chistosa cuando estas concentrada—Suelta una risita por lo bajo.

—Deberías verte a ti misma, todo el tiempo pones caras graciosas—Ató la punta de su cabello con una liga dando por acabada aquella trenza.

—Ahora tendré vergüenza—sus labios forman un mohin verdaderamente gracioso.

—Como eso—Le sujeto de las mejillas a punto de darle un beso pero antes de que mis labios puedan acariciar los suyos, se escucha una explosión tronadora seguido de una fuerte luz lila que se infiltra en toda la habitación.

—¡Fuegos artificiales!—Grita Christa con emoción y sale corriendo al balcón.

—¿Te gustan los fuegos artificiales?—Llego con ella y me recuesto en la orilla del balcón.

—Mucho—Me dice casi chillando de la emoción. Ella observa el cielo como una niña ilusionada. Las luces haciendo aparición una tras otra.

Verde...

Morado...

Rojo...

El cielo nocturno se ve hermosamente iluminado con los fuegos artificiales.

La campana de la iglesia tintinea anunciando la llegada de la media noche.

—Oh, creo que debo irme—Christa se vuelve a verme con tristeza.

—¿Porqué no te quedas?

—Desearía pero... Si no llego enviaran a mis primos a buscarme—Me muerdo el labio tras recordar la vez que me escape con Jean y Connie, y cuando no volví con ellos, de castigó los mandaron a buscándome toda la noche.

—Que cruel—. Dejo salir una risa y me acerco para darle un beso en la frente.

—Ahora ve a dormir y me iré—pongo uno de sus mechones sueltos detrás de su oreja.

—Eso es más cruel, no tengo sueño—Christa se cruza de brazos como niña enfuruñada.

—Shh... —Le callo y luego la cargo como princesa sin previo aviso. Ella se sorprende y se aferra a mi cuello aún cuando la deposito en la cama.

—¡No te dejaré ir!—Aprieta con más fuerza.

—¿Enserio? —Pregunto incrédula y mis manos se deslizan a sus costillas. El simple tacto de mis dedos en esa parte provoca que Christa tiemble.

Contra Corriente. Yumikuri ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora