Al pie de la letra.

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Había pasado un tiempo, un año y medio aproximadamente y las cosas lograron cambiar un poco. Lucifer estaba muerto, el mundo estaba a salvo otra vez después que Dean recuperara su cuerpo de las manos de Michael y, por fin, podían estar tranquilos. Para entonces, los casos se habían reducido a las cacerías de siempre: vampiros, hombres lobo, sirenas, entre otros. Lo de siempre.

Castiel caminaba solo en dirección a su habitación por los largos pasillos del búnker cuando todos los demás habían decidido que sería bueno descansar un poco. Él no tenía planes para entonces pues dormir no era una opción, salir tampoco. Quizá vería alguna serie o documental nuevo en Netflix, pero aún estaba en la duda respecto a eso.

Entró en su habitación apenas abrió la puerta y se encerró, caminando hacia su cama y sentándose en el borde de esta. Cruzó sus manos y las dejó colgar por entremedio de sus piernas con total tranquilidad mientras su mirada se desplazaba por todo el cuarto en busca de hacer algo. La radio Ángel, extrañamente, estaba en silencio, así que descartaba totalmente la posibilidad de ir al cielo en busca de qué hacer. Suspiró. Divagó en sus pensamientos unos segundos hasta que algo hizo click en su cerebro, recordándole algo.

Se levantó rápidamente y caminó al escritorio pegado a una de las paredes de la habitación; abrió el cajón de este y rebuscó entre las carpetas, papeles y demás cosas que tenía hasta que encontró el casete que Dean le había regalado hace un tiempo atrás. Lo había guardado por precaución, no quería perderlo en algún lugar. Volvió sobre sus pasos y retomó su postura sentado en la cama, ahora con la vista fija en aquel objeto entre sus dedos. Pasaron unos segundos y entrecerró sus ojos al mismo tiempo en que ladeaba la cabeza, confundido.

— ¿Cómo se supone que se escucha esto? — preguntó para sí mismo, girando el casete en su mano mientras le veía con atención.

Analizaba aquel objeto con total concentración mientras intentaba descifrarlo. Los conocía porque Dean mantenía varios dentro del Impala, pero nunca había prestado atención a como los hacía funcionar o algo parecido, así que no tenía idea de qué hacer. Pensó en ir con el rubio para preguntarle, pero decidió que no. Sin embargo, pensó en Sam inmediatamente, él podría ayudarlo.

Se dejó aparecer fuera de la habitación del menor de los hermanos y de inmediato golpeó la puerta frente a él. Bastaron unos segundos para que Sam se asomara.

— Oh, Cas. — dijo apenas le vio. — ¿Qué pasa, amigo?

— ¿Cómo se escucha esto? —alzó su mano con el casete, mostrándoselo al pelilargo. — Lo he analizado, pero no encuentro solución. — agregó, frunciendo el ceño.

Sam desvió su mirada hacia el objeto que Castiel traía, parpadeando un par de veces. Relamió sus labios antes de hablar. — Necesitas una casetera antigua. — explicó y volvió la vista al rostro del ángel, encontrándose con su expresión de confusión aún plasmada. Rió para sus adentros y volvió a hablar. — Es una radio, algo donde colocas ese casete, aprietas un botón y comienza a sonar.

Cas, aún confundido, cuestionó. — ¿Dónde consigo una? Ni siquiera las conozco.

"Es más difícil de lo que creía", pensó Sam. Suspiró levemente y se quedó en silencio un par de segundos en lo que pensaba si había alguna por algún lado.

— Creo haber visto una en la bodega. — afirmó entonces, saliendo de su habitación.

Hizo un ademán al Ángel para le siguiera, este no se negó.

Caminaron hasta el final del pasillo y doblaron hacia la izquierda, quedando fuera de la bodega. Sam abrió la puerta de inmediato y ambos ingresaron al mismo tiempo, encontrándose con el montón de cosas que los Hombres de Letras poseían desde hace años. Castiel se quedó observando el lugar impresionado, pues había muchas cosas que él desconocía y le llamaban la atención pero que no se atrevería a tocar por temor a dañar algo. El pelilargo, por su parte, se guió a unos de los estantes del final para buscar entre unas cajas llenas de polvo la casetera que había visto hace tiempo atrás. Era una pequeña, de esas personales que funcionaban con auriculares.

10 canciones para Castiel. - DestielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora