Llevaban alrededor de treinta minutos mirándose mutuamente sin decir palabra alguna. Ángel y nephillim, nerviosos, escuchaban desde la biblioteca como Sam hablaba por teléfono con Rowena y Dean le reclamaba, por detrás, que era una pésima idea.
— ¡Cállate, Dean! — espetó el castaño.
— ¡Te digo que no funcionará! — protestó el más bajo.
Jack, quien intentaba distraerse con un libro, sonreía divertido ante las infantiles discusiones de los otros dos hombres mientras que Castiel, a su lado, oía con atención un semblante confundido, frunciendo característicamente el ceño como siempre lo hacía cuando algo le era difícil de comprender.
Los hermanos llevaban, al menos, una semana entera discutiendo sobre diferentes cosas. Primero había sido por la lista de víveres para la despensa, luego por quién debía conducir a Baby, donde Dean, obviamente, había ganado la batalla, como siempre. Los siguientes habían sido mucho más absurdos, temas totalmente ajenos a los seres divinos que compartían el búnker con ellos, así que no opinaban, simplemente escuchaban o los dejaban hablando solos, recibiendo las típicas protestas por parte de los otros dos quienes pedían ayuda para ganar.
— ¿Por qué siguen discutiendo? — Jack no aguantó las ganas de saber, por eso, decidió preguntarle al ángel.
— No tengo idea. — respondió el aludido, mirándolo unos segundos antes de moverse en su silla, cambiando la posición en la que estaba sentado para inclinarse sobre la mesa, apoyando sus codos sobre la base de madera. — Sabes que siempre es igual y no se detienen hasta que, alguno, consiga lo que quiere.
El nephillim, algo inconforme, asintió y bajó la cabeza, guardando silencio nuevamente.
Aunque aquel silencio no duró mucho tiempo, ambos hermanos habían ingresado a la cocina al mismo tiempo, discutiendo aún, pareciendo unos locos gritando cosas que no lograban a entenderse al hablar tan rápido y tan fuerte. Castiel suspiró cansado, Jack sólo los miró a ambos.
— Te digo que no, Sam. — dijo el rubio, dándole la espalda para ir hasta la nevera.
— Dean, sabes que puede ayudar. ¿Por qué te molesta tanto? — lo siguió como siempre, casi tirándose encima de él. — Rowena nos ha ayudado antes, ¿no es así?
Dean refunfuñó y antes de responder, sacó una cerveza, la cual abrió con el anillo en su mano. Dio un largo trago y se volteó. — Y siempre busca algo a cambio, ¿no es así? — El más alto rodó los ojos. — Rowena ayuda, sí, pero siempre tiene que conseguir algo de nosotros. — espetó. —¡Siempre es lo mismo!
Castiel y Jack compartieron una mirada rápida en busca de alguna solución o un escape rápido, pero antes de, siquiera, poder moverse, el rubio se volteó a verlos, señalándolos con su dedo índice.
— Ustedes también piensan que es una locura, ¿no? — inquirió. Quisieron hablar, pero Dean abrió la boca nuevamente. — ¡Es una locura! — aseguró. Nadie iba hacerle cambiar de parecer.
Sam subió sus manos al rostro y lo restregó con fuerza, cabreado y malhumorado, tanto o más que su propio hermano. — Bien, escucha. — dijo. — Rowena es una bruja, quieras o no, es buena en todo lo que hace, obviamente logrará ayudarnos con las demás, eso nos da una ventaja para encontrarlas. — explicó rápidamente.
Tenían un caso sobre unas brujas que estaban haciendo trabajos contra hombres de diferentes edades en otro estado; desde hace días, morían de maneras misteriosas y aunque ambos habían ido a investigar y a hablar con los testigos de las muertes, no habían podido encontrar nada que les diera una pista, ni siquiera las bolsas de hechizos. Ambos estaban con el estrés por el cielo, tanto que cada uno estaba tan enojado con el otro aún cuando no tenían nada que ver, pero, aún así, se desquitaban con el contrario.
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10 canciones para Castiel. - Destiel
FanficDean regala un mixtape con 10 canciones a Castiel. Cada canción describe un momento y sentimiento que los relaciona a los dos.