Los dos terminaron de vestirse, Adam se sentía completo, pero a su hermano le hacía falta algo.
—¿Qué pasa? Creí que te había gustado cuando lo encontramos. ¡Olaf! Pasa a ver por favor —el muñeco se asomó y cruzó la puerta como pidió el pelirrojo.
—Suplente de la reina Elsa, se le ve tan bien ya puesto —asintió sonriéndole y se sentó en el piso.
—Siento que le falta algo, me gusta el color blanco pero…
—¡Ya sé! Quieres un traje como el que usas diario, ¿cierto? —inquirió el menor.
El joven rió avergonzado porque su hermano lo había descubierto.
—Es que me siento más libre y feliz si llevo un traje adornado por mí.
—¿Y por qué no lo haces? —dijeron al unísono los otros dos.
—No lo sé, esa vez me sentía como una Elsa inspirada… hoy soy más bien una Elsa cautiva en un cuerpo de chico —murmuró con un toque triste.
Adam puso sus manos en la cintura como lo haría una madre fastidiada a punto de regañar a su pequeño hijo quejoso.
—Mira, ya sabemos que esto es magia distinta a la que tú posees, ¡pero no puedes ir quejándote todo el tiempo! —respiró profundamente—. Deja de quejarte de una buena vez.
—Haré mi mejor intento, ¿sí?
—Es que eres deprimente —confesó el ojiazul.
—¿Soy deprimente y alejo a las personas? —dijo entre broma y realidad.
—¡No seas así! —se le echó encima enredándolo en sus brazos—. Sólo a veces, pero así te quiero.
El mayor asintió dando palmaditas en la espalda de su hermano y se separó del abrazo tratando de no parecer descortés.
—Trataré de arreglar mi traje, pero por favor apártense… no, mejor salgan de la habitación —dijo con un movimiento de manos como para asustar palomas.
—Oh no, eso no —Adam sujetó a Olaf que de nuevo ya iba a la puerta—, tú te quedaste aquí cuando pedí que te fueras, ahora nosotros nos quedaremos aquí a ver cómo lo haces.
—Sí, sí, cuando me creaste me dejaste afuera del castillo y no pude ver cómo te transformabas— añadió Olaf con un pequeño puchero.
Elric suspiró, de verdad que no podía hacer nada con lo obstinado y a veces molesto que podía ser Adam, mucho menos podía contra Olaf y su manera conmovedora e inocente de hablar.
—Pueden quedarse —murmuró mientras les daba la espalda y comenzaba a estirar sus brazos como una especie de calentamiento.
El pelirrojo y el pequeño helado se sentaron en el borde de la cama, cada quien con los ojos brillosos llenos de emoción, próximos espectadores de la magia asombrosa que poseía el chico, Adam apretando los puños mientras mordía un poco su labio y Olaf agitando los pies dejando salir su felicidad a punto de desbordarse.
Mientras tanto Elric trataba de recordar cómo fue que logró estar en paz esa vez, reviviendo en su mente ese momento lleno de obscuridad y luego de luz y una nueva oportunidad. Pasó las manos por su cabello, dando unos cuantos pasos a un lado y luego otros pasos al otro lado, ¿cómo es que no lo lograba ahora? ¿Falta de inspiración? ¿Es que ahora sí tenía apoyo y amor? ¿El amor no le hacía sentir libre y feliz? No quería estar solo, ¿o sí?
—Creo que me quedaré sólo con el traje blanco, no tengo por qué personificarlo, no es necesario —se excusó encogiéndose de hombros caminando hacia la puerta—. Lo mejor será ir a los establos a conseguir un par de caballos o un carruaje y comenzar con el plan, pronto empezará a amanecer y las actividades del castillo van a reanudarse.
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Cambio Inesperado - Frozen Fan Fiction
FanfictionDespués de restaurar la paz y el verano en el reino de Arendelle, un día por la noche ocurre un extraño suceso que cambia de manera drástica y divertida las vidas de la reina Elsa y la princesa Anna. Una historia derivada de una idea general rondan...