Un brick de leche

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Aquella tarde pasó muy rápido. No tenía nada que hacer, sólo esperar a que acabase, volviese mi madre y cenase. Ricky no apareció en la puerta de mi habitación en toda la tarde, realmente, no me importaba que no hiciese los deberes, él mismo ya sabe lo que le espera si no los hace.
Quedaban 2 día para irme, por fin.
Rellene las materias del modo que a mi me parecía conveniente. Y sin esperarmelo, el sueño me invadió y caí dormida. Aquella fue una de esas tardes vacías, es irónico, porque mi madre tiene un pequeño tatuaje en la espalda que pone 'Carpe Diem' y si alguna persona fuera la representación física de perder el tiempo sería yo. Cuando me desperté era muy temprano. Las 7 de la mañana. Yo me tenía que ir justo a esa hora a esa escuela dentro de 24 horas
y me invadía un pensamiento de dudas sobre la gente que conocería.
No hice nada espectacular ese día salvo salir de casa a por un brick de leche que se habían acabado.
Entre en un supermercado y estaba bastante ajetreado. Todas las vecinas me saludaban pero cuando daba la vuelta se disponían a cuchichear sobre mí y mi madre.
No parecía haber nada de interés así que cogí el cartón de leche y me fui a la caja, pero de repente, un codazo que hizo que se cayera el cartón me apartó. No recuerdo muy bien quien era, había dos candidatas, la señora Stanford o la señora Pilsen (gente que sobraba en este pueblo), me agaché a coger el brick y continué por otro pasillo. Esta vez iba mas cautelosa pero un rápido Golden Retriever me fue a precipitar cuando... alguien cogió mi mano, asomé mis ojos por encima de mi cabeza y ví a un chico moreno de más o menos 18 que parecía alarmado.

-¿Estás bien?

-Eh, sí.

-Perdón, pero un perro ha entrado en la tienda y no parece que se quiera ir.
Yo me llamo Zack, ¿y tú?

-La-Lauren.-mi voz temblaba y sentía que respiraba demasiado fuerte no sé si por el susto o por el chico.

-Vaya, eh bueno creo que debería intentar atrapar a ese perro callejero.-diciendo esto me levantó y recuperé la compostura.-¡Adiós, vuelve pronto!

Nunca me había sonrojado tanto en mi vida. No sabía apenas quien era, y dios mío, que vergüenza pasé. Salí corriendo de allí y pagué, entonces caminé hasta casa y cuando llegué me fallaron las rodillas y caí directa a mi sofá.

Hacía frío, y me puse una manta y no quise saber nada de nadie hasta que terminase esta maldita tarde, quizá era una tontería pero si hay algo que sienta cuando hablo con un desconocido de mi edad es VERGÜENZA, siempre, me trabo, y siempre, lo haré. Quizá cuando me ven digan que soy fría y que parezco seria y segura, pero cuando me conocen de verdad, jaja amigo, como cambian las cosas.

Sin pensarlo me quedé sobada y me desperté a las nueve,- Mierda- pensé en voz alta. La cena, Ricky, la maleta, los recados. Lo primero que hize fue buscar a mi hermano, pero no estaba ni en su cuarto, ni en la cocina, ni en el comedor-¿Dónde demonios está?

Mire por todos lados, y derepente un grito agudo me alarmó y venía de afuera. Ricky estaba sentado, mirando al cielo en el jardín.

-¿Ricky?¿Qué estás haciendo?

-¡Mira!¡Estrellas fugaces!

Miré al cielo y contempl unas estelas celestes que surcaban el cielo nocturno. Pero un pitido de coche resonó delante de la casa.

-Mierda, mamá, LA CENA -acto seguido entre en casa apresurada a buscar unos huevos para freír pero era demasiado tarde, estaba dejando las llaves en el recibidor y me dí la vuelta sigilosamente.

-Lauren, ¿dónde vas? -entró a al cocina y preguntó -¿Y la cena?

-Bueno, mamá, es qué verás...

-No la has hecho,¿verdad?

Me preparé para la riña y...

-Bueno, no pasa nada, hoy me apetece comer chino,¿pedimos?

Un grito de ardilla provino desde fuera de casa -¡Siiiiiiiiiií!- Era Ricky obviamente que era muy aficionado de cualquier comida asiática.

Y así fue como pasó, comimos chino, yo unos tallarines con pan de gambas, mi madre unos rollitos de primavera y sopa de wonton y Ricky que decidió tras 5 minutos de elección con el repartidor al teléfono que iba a comer pollo agridulce (siempre pide lo mismo cuando es un chino). Aquella noche la pasé de maravilla, pero seguía recordando a ese chico Zack y que seguramente no lo iba a volver a ver en un largo período de tiempo.
Me acosté más temprano de lo normal porque iba a madrugar y me costó muchísimo conciliar el sueño por haberme tirado casi toda la tarde durmiendo. Ya quedaba cada vez menos, esta vez sí, iba a salir de aquí, y tendré libertad.

Quemaduras De Primer GradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora