Las Cartas de un hada

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POV narrador

Un chico pelirrojo se paro frente a una tumba. El sostenía una carta y una rosa con el. Se sentó frente a la tumba y empezó a decir.

—Hana... no se si podré venir a verte otra ves... soy un traidor de nuestro clan... perdón.... no merezco compasión ni Perdón...pero... nunca cambiare mis sentimientos por ti... amor...—decía entre lágrimas y sollozos. Se paro y dejo la carta, junto con las otras que ya había dejado en ella.

La carta decía, con estas mismas palabras:

No sé si pueda volver a escribirte...
Por eso ahora te diré... te amo... mas de lo que puedas imaginar.

Una ves mas, te pido perdón...
Perdón por haber roto nuestra promesa...

Drole-kun te extraña... yo aun lo hago...
Pero no puedo permitirme llorar... ya no...
Me vengaré de quiénes te hicieron daño...

¿como esta Gerhade?
Es la pregunta que me hago siempre...
Pero se que debe estar contigo, en algún lugar...
se que la debes estar cuidando..
Y
Que ambas deben de cuidar de mi...
Lo siento...

Lo siento hermana... lo siento Hana...
Espero y algún día puedan perdonarme... si no lo han hecho ya...

Y Adiós...
No se si pueda escribir de nuevo... por eso Adiós...

El chico volando lejos de la tumba, llena de oro y plata, en modo de ofrenda para esa alma.

La batalla comenzó, una luz rodeo a todos los demonios, entre ellos a un hada, dolida, rota... destrozada.

Los demonios, que alguna vez fueron temidos y odiados, ahora sellados Están... que mal... que se volvieran a liberar milenios después.

Mientras, en un lugar muy lejano, pero lleno de luz estaba una chica, sentada con un vestido blanco sin mangas y sin ningún decorado, de ojos azules y cabellos rosados y largos, observaba todo, con una expresión de total tristeza.

La chica solo se digno a decir.
—te amo Gloxinia... siempre esperaré a por ti... pero tarda en llegar... y por favor... encuentra otra vez tu camino, lejos de la venganza...— decía con total tristeza y llena de dolor en su corazón. A los minutos el llanto no se hizo esperar.

Pues su amor no le volvería a escribir, hasta que tres mil años pasaran...