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¡Welcome to the bar!

El protagonista de esta historia es Jeon Jungkook, un chico de 17 años. El cual trabaja en un bar para gente adulta, a la cual asisten personas con muchísimo dinero, buscando atención contratando a alguien por sus servicios (no importa si es una mujer o hombre y sin tomarle tanta atención a si era mayor o menor de edad) para satisfacer sus necesidades sexuales.

Si se preguntan: ¿Qué hace un chico de esa edad trabajando en un lugar así? Bueno, es simple. Jungkook es un huérfano, y cuando era niño un tipo de nombre "Namjoon" (el cual es el dueño del local donde todos los strippers montan su espectáculo) junto a su pareja "SeokJin" (El cual trabajaba ahí como su subgerente y es pareja de este último) lo "adoptaron", por así decirlo.

Y tal como Jungkook llegó a parar ese lugar; también hay varios chicos y chicas también de distintas edades en situaciones similares, pero ninguno bajaba de los 18 años, Jungkook era el más pequeño en ese tiempo.

Cada uno de los chicos cumple una especialidad diferente. Como por ejemplo; ser un camarero, bailarín o ya merodear la zona como un idiota en busca de un consuelo de noche, y a nuestro Jungkook le tocó un mesero.

Aunque Jungkook tenga unos 17 años recién cumplidos y haya estado en ese lugar hace ya mucho tiempo seguía siendo virgen, por esas razones el señor Namjoon lo dejó como camarero y no bailarín ni merodeando por la zona en busca de sexo. Así su popularidad sea escasa hasta que llegara a su mayoría de edad, no obstante, si alguien requería al pequeño conejo para una noche de sexo implicaba que debía pagar una gran suma de dinero.

Y Jungkook está realmente agradecido por esa regla que Jin había suplicado a Nam que le permitiera, porque no le gustaba la idea de perder su flor con alguien que lo lastimara, y a la vez agradecía que a los vejetes de ese lugar le gusten "experimentados" y no un virgo que valía más.

Ahora el pequeño se encontraba atendiendo una mesa, tomando los pedidos de unos clientes que estaban notoriamente borrachos, pareciéndole raro que no solo había hombres viejos como de costumbres, sino también había un par de mujeres alrededor.

Estaba atendiendo a una mujer bonita, bastante borracha entretenida en algún ser que hacía de las suyas en el escenario cuando de repente le llamaron con un silbido a sus espaldas. Al darse vuelta vio en una mesa a dos tipos sentados y agradeció al cielo de que no eran unos ancianos atrevidos, o eso parecían. Ya se sentía bastante acosado con las picaras miradas que le daban algunos hombres de las demás mesas.

Se fue hasta ella con un poco de temor, ese miedo de que alguien pudiera pagar por él y quitarle la virginidad anal era lo que más le aterraba, mucho más ya que a cada día que avanzaba se restaba el tiempo que estaría libre de follar. Quería escapar, mil veces quiso hacerlo, pero si lo pensaba bien no tenía donde ir así que volvía de nuevo a resignarse y aceptar el estilo de vida en el que estaba.

- Ey... Me gustaría un poco de alcohol. -había dos jóvenes, uno de cabello rubio y el otro de corte de taza con un tono medio azulado en su pelo, o eso dejaba ver la casi oscuridad de toda aquella sala, y el que pidió la bebida era el de corte de hongo. - ¿Qué me podrías recomendar? -le sonrió haciendo que el pequeño se avergonzara.

Además de que no quitaba la vista de su vestuario, eso era especial. Cada chico en el prostíbulo tenía un vestuario diferente, y a nuestro protagonista le tocó usar uno de conejo. Implicaba una maya apretada color negro, ajustada marcando su buen y tonificado cuerpo de casi adulto, orejas de conejo pequeñas sobre su cabeza junto con una colita esponjosa y redonda del mismo animal, medias largas hasta las rodillas negras, con accesorio en sus muslos y muñecas, y unos zapatos de tacón de punta fina altos. Esos dificultaban el caminar de Jungkook y los odiaba por el terrible dolor que le causaron al principio, pero con el tiempo se había acostumbrado a usarlos.

¡Welcome to the bar! [Yugkook] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora