Nada.. Nadita.

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Ana.

Martes.
12:40 hrs.

—Lan..—La saludé nerviosa, demasiado para ser verdad— ¡Amiga!

—Anita, te estaba buscando, ¡ya lo elegí!— Sonrió por inercia—El vestido va a ser el azul.

Asentí nerviosa por cada gesto o acción, no sabía cómo convencerla a Lana de que no debería ir a la fiesta, después de la conversación con Franco me quede analizando toda la noche la situación, y sabía el que él tenía razón.

—Sí.. sobre eso..—Miré el suelo— Yo..

Justo cuando estaba por hablar, Matias entra corriendo por el pasillo de la escuela, gritando nuestros nombres.—¡Lana!¡Ana!— Al instante me pongo roja. Odio llamar la atención.— Acá están — Dice cuando llega a nuestro lado, acto seguido mira a Lana a los ojos—Oliver te buscaba. Estaba en el salón de actos.—Luego se dirige a mi— Y yo te buscaba a vos,—suelta— Acompáñame a la cafetería, tengo ganas de alguna gaseosa, ¿vamos?

Le doy una seña para que Lana comience su camino mientras examino a mi primo— ¿Qué traes entre manos?—

El sonríe inocentemente—¿Yo?— Se señala— Soy un ángel, más bueno que el pan.

Aunque su cara si lo parece, sus actos son otros y él comienza a ponerse nervioso.

—Entonces... ¿No hiciste nada?—Sigo observándolo.

Él me niega con la cabeza—Nada..nadita..—Dice—¿Vamos?

Asiento con la cabeza y suelto una pequeña risa que escondía, no podía negar que esos dos me sacaban sonrisas, y más cuando se ponían nerviosos.

Llegamos a la cafetería que parecía a punto de colapsar, esperé sentada en una mesa a qué Mati comprara su bebida. Cuándo ya la tenía en sus manos, propuse volver con Lana y fue ahí cuando descubrí su plan.

Quizás fue Matias y sus clase de actuación que no dieron frutos, o la mala organización que propuso Oliver.

Corrí al salón lo más rápido que podía, no quería que Lana me odiara por querer ayudarla. Tenía que entender la situación, era un tema sería considerando que lo había estado esperando toda su vida.

Cuando llegamos al salón, Lana se encontraba hablando con Oliv, quien me mira y él se pone rojo, mira para todos lados hasta que da con lo ojos Mati.

—Oliver— Él se pone rojo,—¿Te molesta que este acá?

mis primos se miran, y se sonrojan aun más, creo que de ser posible explotarían.

—¡No!—Dice Oliv— Obvio que no!

—Entonces, me estabas contando algo sobre Fran...— Suelta mí amiga.

—¡Sí! Eso...—Dice Oliv mientras piensa la respuesta— Te toca a vos— Le grita a Mati.

Él ríe, mira a Lana y luego a mi, así sucesivamente.— Te queríamos contar algo Lan, pero a solas.— vuelve a mi.

—Claro —Suelta Lana preocupada— Pero..¿Por qué no puede estar su prima?.

Me quedo observándolos—Era una conversación privada —Acota Oliver— Pero ya estamos acá.

Mati me da vuelta para mirarlo, mientras mueves sus ojos y su cabeza en señal de que se calle.

Oliver lo ignora y se acerca a Lana— Bueno, como te decía, Franco.... — y Justo cuando estaba por contarle, Fran  entra gritando  mi nombre y el de su hermana.

—Anita, Lanita,— Dice con una sonrisa falsa— Las estaba buscando.

Suelto el aire acumula, y miro a mis primos en señal de guerra.

— ¿Posta? —Suelta ella— Estaba hablando con los chicos, por cierto, ¿Qué me iban a decir?

Ambos se quedan inmóviles, y antes de que sea demasiado tarde, entro en acción para salvarlos—Lana, ¿No tenes hambre? Me muero de ganas de una hamburguesa.

Fran me sonrió y soltó un gracias mudo, al cual yo correspondí con una risita, Lana nos miro a ambos y acotó algo que no alcancé a escuchar.

—¡Ay!,¡Si! —Comenta mi amiga— ¡vamos!— Toma mi mano para salir pero la detengo.

—Andá Lana, tengo que hablar con tu hermano— Digo.

Ella lo mira y luego a mi, rueda los ojos y se va corriendo.

Por mi parte, me doy vuelta para matar a mis primos cuando una mano me interrumpe—vamos a almorzar— Dice Fran en un susurro— No quiero tener que sacarte de la cárcel tan joven.

Los miro a los tres, todos con sonrisas inocentes y no evito reír a su comentario, asiento y salimos del salón, seguido de mis primos, quienes no dejaban de hablar.

Los miro a los tres, todos con sonrisas inocentes y no evito reír a su comentario, asiento y salimos del salón, seguido de mis primos, quienes no dejaban de hablar

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