Hay amores que son para siempre.

La distancia, la mayor prueba de amor

Finalmente llego el día en que me iba a cambiar de ciudad, esa noche fui a su casa, nos sentamos en el andén, hablamos, fue la primera vez en que la vi llorar, ese día debí haber entendido lo mucho que ella me quería, ese día esa rosa rara estaba derramando sus lagrimas para darle vida a mi corazón, después de llorar llamamos a su madres, la señora se asusto un poco, creyó que iba a ser abuela, no, lastimosamente no, íbamos a hablar con ella para que supiera que me iba y que nuestra relación iba a ser a distancia, ella acepto y nos aconsejo, al terminar de hablar con mi suegra, me despedí y fui llorando sin que ella notara, mi ego y machismo no me dejaron llorarle, al llegar a casa mi amigo me regalo una gorra y nos despedimos.

El primer día separados, como olvidar ese día, lo primero que hice al llegar fue enviarle fotos de la nueva casa, y mostrarle mi habitación, esa habitación la cual iba a ser testigo de muchas locuras, fueron pasando los días y habían momentos en que recaía nuestra relación, pero sabíamos como levantarnos, mi primer experiencia a lo lejos con ella fue las vídeo llamadas, las fotos, los mensajes, todo lo que hacíamos por mantener viva esa llama de amor y pasión, son fotos instantáneas que guardo en mi memoria y corazón.

Los 6 meses más largos de mi vida los viví al estar separado de ella, no había día que no pensara en ella, a toda hora ella estaba en mis pensamientos, en la Universidad mi clase favorita eran las matemáticas, me dirán loco, pero esa era mi clase favorita, porque en esa clase me daba cuenta que la distancia solo son números que se pueden disminuir según lo que uno quiera, fueron en esas clases donde empecé a planificar mi escape para estar cerca del amor de mi vida, antes de separarme de mis padres trate de ser detallista con ella, hice un cartel para ella donde le decía cuanto la quería y la extrañaba, recuerdo que con unos dulces hice un corazón con la inicial de ella y el mío, foto que aún conservo, y dulces que aún guardo.