4. Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería

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Lucy despertó a las seis y media de la mañana, a pesar de que hasta las nueve no iban a partir.

-Odio cuando madrugas y no hace falta -decía Pelos comiendo su lechuga.

Pero Lucy no hacía caso. Ella quería llegar a Hogwarts de una vez.

-Pero es que debe de ser algo genial -dijo Lucy con los ojos brillantes-. Solo imagina lo altas que deben de ser las torres, y poder tirarse desde ellas.

Cinco minutos antes de las nueve, el señor Weasley estaba en el jardín junto al baúl de Lucy.

-Vamos a tener que aparecer en Hogsmade -dijo-. No me han podido dejar un coche en el Ministerio.

Lucy frotó su nariz con la de su madre y luego la dio un fuerte abrazo. Después, con la mochila sobre el hombro y sujetando fuertemente a Pelos, fue junto a su padre y le dio la mano.

Adeo, mamá! -dijo por último, antes de desaparecer con su padre.

Una sensación de ahogo invadió a Lucy por unos segundos, para desaparecer cuando se percató de dónde estaban. Era la estación de tren de Hogsmade.

William hechizó el baúl, el cual empezó a levitar a escasa altura del suelo, y siguió a Will cuando echó a andar. Lucy y Pelos lo siguieron.

Los tres caminaron hasta el final del pueblo, donde un gran hombre de casi tres metros de altura los esperaba. Tenía pelo castaño enmarañado, una barba espesa, unas manos grandes como tapas de cubos de basura con las que saludaba, unos ojos negros como escarabajos y una amable sonrisa en su rostro. a su lado, había un gran perro que, comparado con aquel hombre, parecía un cachorro.

-¡Will! -saludó el gigante abrazando al pelirrojo fuertemente-. ¡Cuánto tiempo sin verte!

-Sí, Hagrid, cuánto tiempo -dijo William resoplando tras separarse-. Mira, te presento a mi hija, Lucy.

-Encantado -dijo Hagrid extendiendo su gran mano-. Soy Rubeus Hagrid, guardabosques y guardián de llaves de Hogwarts.

Lucy dio la mano a Hagrid, pero no sabía qué tenía que hacer exactamente. Hagrid, viendo la confusión de la pelirroja, la mostró el movimiento que debía hacer.

-¡Ah, ya veo! -dijo Lucy-. Es más fácil de lo que pensaba. Y tú, ¿cómo te llamas?

Lucy se colocó a la altura del perro gris, y le acarició la cabeza.

-Yo soy Fang -respondió este, mientras movía la cola contento-, un placer conoceros.

-Que no te parezca extraño. Puede hablar con perros -le dijo William a Hagrid-. Y con conejos, gatos y sapos... Venga, yo creo que tenemos que irnos ya, ¿no?

-Bien, entonces vamos al castillo -dijo Hagrid-. Dumbledore nos espera.

Todos fueron camino hacia la escuela. William y Lucy casi tenían que correr, de lo grandes que eran los pasos de Hagrid.

-Y, dime, Hagrid -empezó entonces Lucy-, ¿cómo es que eres tan grande? Nunca había visto a nadie como tú.

-Oh, sí... verás, es que mi madre era una giganta. Y después de nacer yo, volvió con los demás gigantes. Me quedé con mi padre.

Y mientras Hagrid ponía al día a Lucy sobre su vida, el camino a Hogwarts terminó, y Lucy contempló un enorme y hermoso castillo junto a un espeso bosque y un gran lago. Los ojos de Lucy brillaban.

-¡No me dijiste que era tan grande! -le dijo a su padre-. ¡Me encanta!

Y sin esperar a nadie, la pelirroja echó a correr seguida de Pelos y Fang. El perro guió a Lucy hacía la entrada principal. Entraron a al vestíbulo y esperaron a William y a Hagrid.

Lucy Weasley y el prisionero de Azkaban ✔️ [Lucy Weasley I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora