Capítulo 8:

18 2 0
                                    

- ¿Dijiste algo? – preguntó él

- No, no – dije y giré a ver a Liam.

Él no estaba, por lo menos, no dónde lo había visto antes. Giré para todos lados tratando de encontrarlo.

- ¿Buscas a alguien? – preguntó Harry

- No, no – dije y lo miré a él

Aun no quitaba la figura de Liam de mi cabeza. Puños apretados, vista fija en mí y un ceño terroríficamente enojado.

- ¿Segura que estás bien, _____? – preguntó Harry

- Sí, pero vallamos a algún lugar lejos de aquí – dije, aferrándome a su brazo

- ¿Qué pasa? – preguntó

- Creo… - intenté encontrar una excusa convincente – creo ver un hombre con un arma mirándonos, salgamos – dije y lo tomé mas con fuerza.

- Tranquila, yo estoy aquí – dijo él y apoyó su cabeza contra la mía.

Harry se dio vuelta para que quedemos frente a frente. Me tomó el mentón y me obligó a verlo.

- Y no dejaré que algo que suceda – concluyó y me abrazó – iremos a casa y miraremos una película, ¿hecho? – habló Harry luego de separarnos del tierno abrazo.

- Hecho – dije y caminamos hasta el auto, mirando para todos lados.

Sabía que Liam no podría matarnos, robarnos o algo parecido así que me tome todo con más calma. Pero Harry se notaba tenso. Tomé su mano en señal de apoyo y el largó todo el aire que tenía en los pulmones, acto seguido, volvió su mirada a la carretera.

Llegamos a su casa, era una hermosa casa blanca, con ventanales hermosos y grandes, una puerta de madera enorme. Al parecer era de tres pisos. 

Harry bajó, rodeó el auto y abrió mi puerta. “Todo un caballero” pensé y lo miré con aprobación. 

- Aquí es donde vivo – sonrió

- Es una hermosa casa, al igual que el barrio – dije y miré a mis alrededores.

- Ven, pasa – dijo y abrió la reja, la cual cerró luego de que ambos estemos dentro. Luego caminamos hasta la puerta principal y el introdujo la llave para abrirla. 

Su casa era hermosa, tanto por dentro, como por fuera. Grandes sillones blancos se encontraban en la sala de estar, una mesa de poca altura, negra, en la misma se encontraban centros de mesa rojo, por ejemplo, velas o flores rojas. Los sillones blancos tenían almohadones negros sobre ellos. Había un gran plasta en la pared lateral a mi punto de vista. Había una hermosa alfombra con diseños raros pero lindos y llamativos. Estantes con libros. Un ventanal. Un hogar a fuego. Una casa hermosa en verdad.

- Ven, siéntate – dijo y palmeó el sillón

Fui hasta él y me senté a su lado.

- ¿Qué película quieres ver? – preguntó

- Sorpréndeme – respondí

Rió divertido. Y se dirigió hacia una puerta.

- Traeré para comer y tomar, ¿quieres algo en especial? – preguntó asomándose por esa puerta

- Sorpréndeme – dije y le sonreí.

Él rió y entró a la cocina.

Me dediqué a sacar a Liam de mi cabeza y pensar en Harry, él es un gran chico, atento, protector, lindo, tierno, cariñoso, somos muy unidos, por lo menos el tiempo que llevamos de conocernos, y desde hace mucho que no tengo algo especial con alguien, empiezo a sentirme sola y confío en que quizá Harry sea una buena opción para empezar algo nuevo, quizá tengamos suerte.

Cuando estoy con él, me siento bien, protegida, querida y acompañada. Hablar con él me hace muy bien también, es comprensivo y de esas personas con las que podes hablar horas y horas y hacer reflexiones. No sé si es un cosquilleo el que siento en mi estómago, señal de enamoramiento. Pero si sé que es un gran hombre para comenzar una relación, la paso bien con él y estoy en una edad en la que necesito una compañía como la de él. 

Estoy en una edad en la que necesito la protección de un hombre, pero no solo de mi hermano, sino a uno al que pueda darle amor de pareja.

Harry entró con una gran bandeja a la sala de estar, la colocó sobre la mesita que se encontraba entre medio de los sillones y me dedicó una sonrisa, yo, por mi parte, se la devolví dulcemente. 

- Espero que me hayan salido ricos los pochoclos – dijo quitándome de mis pensamientos.

Me dediqué a ver la bandeja, un gran tazón de pochoclos, gaseosa y dulces. ¡Dulces!. Harry, ya siento que te amo, pensé sarcástica.

- Apuesto a que si – dije lamiendo mis labios. 

- Bien, ¿Qué tal si vemos… - hurgó entre sus dvd’s – “Porque lo digo yo”?

- Si tu lo dices – dije y reí divertida

Rió conmigo y puso el dvd, estuvimos la película completa comentando la misma, comiendo y bromeando. Pero lo más lindo de todo fue que mi cabeza estaba apoyada en su hombro y su cabeza, en la mía. Nuestras manos estaban entrelazadas. En los momentos de amor o besos me ponía nerviosa, ¿y si giraba y me besaba? No lo digo porque me moleste en algo, al contrario, sería algo nuevo probar sus labios, pero quizá necesitábamos más tiempo para llegar a algo más… serio.

- ¿Sabes? Adoro pasar tiempo contigo – dijo y giró lentamente su cabeza

Giré yo también y lo miré a los ojos, esos ojos verdes tan lindos que tiene, lo tenía a centímetros y su cálido respirar chocaba con el mío, sin cesar. 

- A mí también me agrada estar contigo – dije y curvé mis labios en una sonrisa.

Él también sonrió.

Sentía el impulso de besarlo, quería probarlo, sentir sus labios y experimentar la sensación que quizá despierte en mí.

Mi mirada se posó en sus labios y luego volvió a sus ojos, él hiso lo mismo conmigo. Nos acercamos lo suficiente como para rozar nuestros labios. Comenzó como un beso tímido y lento, yo exploraba sus labios y él los míos. Movíamos nuestras bocas cada uno al ritmo del otro pero nuestras lenguas aun no se encontraban. Todos los pensamientos de “quizá necesitemos tiempo para llegar a algo más… serio” se fueron al diablo, ya simplemente estaba atrapada entre sus dulces besos. Nuestros cuerpos se acercaron mas y el beso se profundizó, el abrió paso a mi boca y nuestras lenguas se encontraron y jugaron dentro de nuestra unión de bocas. Sus besos eran tiernos y lentos, lo que hacía que me volviera loca por intensificar aquello.

Coloqué mi mano en su nuca para intensificar ese hermoso beso, convertirlo en algo más pasional. Apegué su cuerpo más a mí, hasta que poco a poco fui cayendo en el sillón. Gemí levemente al sentirlo en sima mío. Mientras continuaba besándolo, rodeé su cuello con mis brazos. Abrí las piernas para que pudiera acomodarse mejor en sima de mí. Un teléfono comenzó a sonar y él se alejo, maldijo por lo bajo y caminó a atender el teléfono

MI CRIPTONITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora