Interludio #3

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FINAL

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Muchas cosas pasan por la mente de Uchiha Madara en esos momentos. Nunca pensó que sus pecados vendrían por el y lo arrastrarian hasta la muerte.

Si bien sabe que el fue el que cometió esos ruines asesinatos. Sabe que hizo mal. Que pecó. Que destruyó.

Su ambición y deseo de poder eran más que suficientes como para hacerlo cometer todos esos crímenes.

Nunca pensó que la muerte lo alcanzaría. Y mucho menos que doliera tanto.

No era el dolor fisico. No fue aquella herida que atravesó su pecho. No fue el como sintió sus costillas romperse tras el golpe. No fue la sangre que sintió brotar de su boca. Lo que más dolía era verla a ella, a su mujer, a su esposa, a su Sakura. Verla llorando tan desconsoladamente, tan, rota.

Por qué jura que la vio quebrarse por dentro. Vio como su alma y corazón se hizo pedazos al enterarse de todas esas masacres que había cometido.

Por qué Sakura había conocido un lado de Madara que nunca otra mujer había visto. Uno que el mundo entero no creería llegar a vislumbrar. Es por eso que Sakura se quiebra al enterarse de todo.

Por que más allá de que uno de los shinobis le ha hecho ver lo que Madara cometió con un GenJutusu, Sakura aún no puede creer que Madara lo admite.

Si bien sabe que Madara era una persona sombría y fria, ella había conocido un lado tan cálido, mejores que los días de la primavera misma. Tanto así que podía pender su vida de un hilo rojo sólo si Madara estaba del otro lado.

Por eso duele tanto. Por que ella le amo con todo lo que tenía y confiaba en el hasta como los ojos cerrados y un kunai en su garganta.

Madara no cree en el más allá. Tampoco en la vida después de la muerte. Pero ahora está suspendido en el aire. En una habitación completamente blanca mientras cae infinitamente hacia abajo, escuchando de poco a poco los gritos tormentosos de todas aquellas personas a las que asesinó. 

Gritos ensordecedores hacen que sus oídos retumben. La habitación blanca ahora es azul. El sé concentra en todo a su al rededor, y entonces todos y cada uno de los rostros de las personas que sucumbieron ante sus manos se hacen presentes.

Todo mientras un coro comienza a cantar su Réquiem.

Pero, hay algo que le hace sentir mejor. Sus labios. Se sienten húmedos y suaves. Casi como cuando Sakura le besa.

No sabe lo que está sucediendo, pero el sólo pensar en su amada le hace sentir mejor. Se acaricia los labios y puede jurar que Sakura le está besando.

Madara no se equivoca.

"Sé que ya no me escuchas, pero he de decirte, que te voy a regalar lo más valioso que tengo. Voy a regalarte mi vida..."

Madara puede escuchar la voz de Sakura. Por alguna extraña razón, mientras él está sucumbido en su Réquiem, aún puede escuchar la voz de su esposa.

Entonces presta atención a sus palabras.

Ella quería regalarle su vida...

-"¿Qué? ¡No lo hagas! ¡Sakura no lo hagas!"

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora