INTERLUDIO.

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Uchiha Madara.

¿Las reencarnaciones existían?

Las reencarnaciones existen.

Todas son diferentes, no todas tienen un final feliz, no todas sufren, pero todas luchan.

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La mira y por alguna razón, su corazón comienza a latir como loco.

Piensa, que alguna vez a visto esa melena rosada y esos ojos color esmeralda, piensa que esa nívea y blanca piel está grabada en alguna parte de sus memorias. Cree que puede caer ante ella por esa maravillosa belleza que posee, por que para él es casi inevitable poder dejar de mirarla.

Ojos grandes y perfilados que parecen imanes atrayendo su —La que él cree ya muerta— alma.
Por que sabe que ha pecado, que ha lastimado, herido, destruido y acabado con más de lo que puede recordar.

Por qué sabe que no merece cuando ella le mira.

Sonriente y anhelante. Tan llena de vida que se le eriza la piel de sólo verla corretear por los pastizales.

Por que no le gusta cuando ella se lástima, ella es fuerte, ella es el pilar de ambos cuando él mismo cae en locura.

Fingió su muerte, deseoso de regresar con la más cruel venganza de la que Konoha tuviese registro, y fue ahí cuando ella le encontró.

El hilo rojo del destino existe.

No creen, pero afirman y después confirman la existencia de este cuando se ven. Cuando se detienen en un instante cualquiera, por que una corriente eléctrica les recorrió el cuerpo y les impide continuar con su paso. Cuando buscan y buscan entre la multitud al causante de tan extraña sensación. Sus ojos conectan, y entonces no existe nada más.
La gente a su alrededor desaparece, sólo quedan esos profundos ojos negros y fríos que parecen derretirse ante la calidez y brillo de aquellos ojos color esmeralda.

Por que Madara encontró el otro extremo de su hilo rojo sin querer.

Porque creé que al final de todo, fingir su muerte fue la mejor idea que pudo obtener. Por que esa chica de cabellos rosados es más fuerte de lo que él cree.

Viven y mueren juntos.

Lucharon y cayeron juntos.

Al menos ella sí.

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Su última batalla, esa era su última batalla, esa fue su última batalla, la batalla a muerte de esa chica llamada Sakura que nunca fue relevante en la historia ninja, pero, que merecía serlo.

Su épica batalla final, dándolo todo para proteger ciegamente a quien ella creía inocente de todos los pecados dichos por los agresores de excelente rango ninja.

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¿Como comenzó todo?

¿Cuando fue que se dejaron llevar por sus estúpidos y gloriosos sentidos?

Por qué antes de verse, no creían en el amor a primera vista, pero después de conectar miradas, no pudieron apartarse el uno del otro.

Tocaron sus rostros, buscando encontrar entre sus memorias la razón por la cual ambos sintiesen que se habían visto antes. Acariciaron sus labios, buscando hallar la calidez que sus memorias les traían a cerca de los labios del otro.

Destellantes y anhelantes de revivir lo que por dentro sentían, algo casi sin vida, algo brillante dentro de ambos, esas almas vacías y dolosas que habían sufrido tanto con el pasar de los años.

Por que esta Sakura era distinta, si bien traía tranquilidad y calidez, ella, había sufrido y aprendido de su dolor para volverse alguien fuerte, tanto física como mentalmente. Por que ella fue el pilar de ambos por mucho, mucho tiempo. Por qué su historia de amor no duró solo unos meses, esta vez duro años y años, en los que Madara realmente creyó que el podría tener un final feliz, que sus pecados habían sido perdonados y podía dejar aquella vida cruel atrás, pero, no fue así.

Ella, poseedora de un poder y fuerza increíbles, natos a su parecer aunque no practicados, fue una guerrera que ganaba plata con el acabar a delincuentes pequeños o poco peligrosos de pueblo en pueblo, había perdido todo, absolutamente todo en la devastación de su aldea, en la masacre de más de 7 clanes establecidos, solo por una bestia con cola descontrolada por el odio humano.

Creció sola, sin compañía ni cariño, hasta que llegó su compañía perfecta.

Madara se encontraba huyendo, sobreviviendo de sus planes y fuerza en un refugio bajo tierra no muy lejos de Konoha, escondiendo su chakra sigilosamente para no ser descubierto, al menos no hasta que su plan pudiese estar concreto.

Verse aquel día en ese Mercader no fue algo que tuvieran planeado, no habían pensando que aquel día sus ojos verían lo que vieron el uno del otro, como si pudiesen leer los destellos del alma y memorias pérdidas que reclamaban volver a unir lazos mutuamente, sus corazones anhelantes de ser aceptados y correspondidos aún cuando solo esa era la primera vez que se habían visto.

Avanzaron a pasos cortos el uno acercándose al otro, con temor, por qué era algo niego y desconocido. Algo nunca antes sentido. Una experiencia por demás eufórica, tanto, que sus pieles lograron erizarse y sus piernas de solo nervios avanzaban lentamente.
Sus ojos no lograban despegarse de la otra persona. Sakura estaba tan familiarizada con ese cabello largo, negro y rebelde, así como esos ojos, tan profundos y etéreos que lograban ser hipnotizantes para ella.

Y simplemente ya no pudieron alejarse.

Después de aquella experiencia, en la cual sentían el latir de sus corazones al tope, y esa extraña calidez, pasaron varios días en los que no dejaron de pensarse, de verse en sueños y de exigir que sus memorias les devolvieran aquellos recuerdos que habían quedado en su subconsciente.

Su lazo rojo del destino los volvió a unir.

Una y otra, y otra vez.

Como una maldición al comienzo, después como la mejor maldición de todas.

¿Cuándo fue que ambos cedieron a esos impulsos casi inconscientes que tanto habían exigido unirlos nuevamente?

¿Cuándo fue que se dieron el primer beso? ¿Cuándo pelearon por primera vez?

Interludio; historia de Uchiha Madara y Sakura.

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¡Hey! Actualice, ¿creen que una historia con Madara es demasiado?
Pienso hacer un Interludio antes del final, contando una pequeña historia entre las reencarnaciones de Indra y Sakura. No os preocupéis, ya tengo el final y todo.
Pero si piensan que es demasiado, pueden avisarme.

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora