Capítulo 15

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Era la primera vez que Flor viajaba sin dormirse para nada en el avión, pispió todo y estaba bastante nerviosa al despegar y aterrizar, Anthony estaba de muy buen humor, como hace tiempo no se sentía pero también estaba bastante cansado. Entre los recitales y Flor, bueno estaba un poco cansado. No dormían mucho y eso estaba pasando facturas en el escenario. Laila ya le había llamado la atención. ¡Pero que hacia si era solo ver a su gordita que se encendía!

Pasaría. ¡Pero por ahora estaba en modo pervertido total! Pasaría. ¿No? Sinceramente como se sentía ahora lo dudaba. Comparaba mucho, sus antiguas relaciones, nunca se había sentido así, porque no solo era sexo, era ternura, amor, pasión, celos, enojo, risas, todo junto. Y bueno Flor se amoldaba muchísimo a él, esa era la gran diferencia con las otras, no era celosa, no tenía problemas por su videos o por sus fanáticas.

Pero él si se ponía celoso de todo, de sus guardaespaldas que andaban cuidándola todo el día, de los camareros que donde iban quedaban enamorados de ella, por su belleza, por su carácter tan afable, cariñoso, no se creía especial y trataba a todos como uno más. No había un seguridad que ya no la conociera y se aprendía los nombres de todos.

Era tan cariñosa con él. A veces solo se sentaban en la cama o sofás y lo abrazaba, besaba, acariciaba y por supuesto lo olía. Sentir que lo estaba olfateando lo encendía mal.

Cuando llegaron al aeropuerto bajaron todos y fueron al hotel y ahí conoció a la suegra. Era una Maricel solo que mayor. Ahora sabía de donde había heredado Maricel su belleza.

Tanto Adrián como Maricel y su suegra lo estaban esperando en su suite.

Flor fue corriendo hacia su madre, la abrazó y por supuesto que no podía ser de otra manera escondió su rostro en sus pechos. Claro de ahí había sacado la costumbre.

-¡Mamá! ¡Te extrañe mucho! ¡Qué suerte que pudiste venir! ­ -ya estaba llorando de nuevo.

-¡Shhh... que es eso de llorar Florencia! ¿Qué te dije? Ya no eres una niña -decía eso pero sus ojos estaban mojados.

Si la sobreprotegían todos y ahora sabia de donde había nacido el problema.

Adrián se acercó y lo saludo.

-¡Bienvenido de nuevo hermano! ¿Algún problema? ¿Está bien? -ya en modo protector de nuevo. Adrián siempre seria así con ellas.

­-Está muy bien, no ha recaído pero tampoco permití que salga para nada, demasiado calor a todos lados donde fuimos.

-Está bien, es lo mejor, se desmayó después de todo.

Ahora se abrazaba con su hermana, escondiendo también su rostro en sus pechos. Era como pensaba, era como una madre también.

Se dirigió hacia su futura suegra.

-Encantado de conocerla señora. Mi nombre es Anthony Santos -le pasó la mano por respeto.

-Dime Patricia, ven acá ­-­dijo su suegra y lo abrazó y dió dos besos. -Bienvenido a la familia. Lo bueno de tener hijas es que ganamos más hijos cuando estas se enamoran. ¿Te ha hecho renegar mi hija? ¡Te doy permiso para disciplinarla! Le hace falta. Ha sido muy mimada por nosotros. Lo siento hijo.

-¡Mamá! ¡Te estás pasando!

-¡Cállate! ¡Es la primera vez en años que te veo decente y no con un maldito pijama y ese cabello todo desordenado!

Flor se ruborizó un montón.

-Tienes razón mamá, estás muy bonita hermana. ¿Qué pasó?

-Me... me peino la estilista de Anthony y su vestuarista me eligió la ropa -estaba roja como un tomate.

El sueño de una RomeistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora