Capítulo 6

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Esto había sido una mala idea, también había chicas en la parte trasera. ¿Y ahora por dónde entrarían? Juan la miraba también bastante preocupado.

–¿Crees que conocerán que la camioneta es de Romeo? –preguntó a Juan.

–Pienso que como nos rodean, creo que sí.

–Juan hagamos una cosa, vámonos de aquí y nos bajaremos a una cuadra o algo así. Y luego entraremos al hotel como si fuéramos clientes. ¿Puedes meternos en el hotel? Ya que vi que había mucha seguridad.

–Creo que si señorita, todos me conocen, así que no habrá ese tipo de problema.

–Hagamos eso entonces.

–Rodea a esas personas y vayamos a una cuadra, nos bajamos y él puede volver a guardar la camioneta. ¿Sergio es tu nombre no? ¿Qué te parece?

–Me parece muy bien señorita.

Arrancó la camioneta y se bajaron en una cuadra donde no había gente mirando, Juan la ayudó a bajar ya que como siempre era muy bajita para bajar o subir en esos trastos.

En eso suena el celular de Juan.

–¿Si? Tuvimos un problema señor, si está bien, solo que tuvimos que bajar en otro lado porque también había muchas niñas y periodista en la parte de atrás. La señorita tuvo la idea de bajarnos a una cuadra de aquí así nadie nos asocia. Ya estamos yendo para allá. Sí señor, la cuidaré mucho –cerró el celular.

–¡Juro que es peor que mi hermana y eso que solo me conoce de ayer! Vamos Juan, hace tanto calor que nos deshidrataremos acá –puso su mochila en el hombro y empezaron a caminar.

Juan se acercó más a ella. –Deme su mochila, la llevaré por usted.

–Por supuesto que no. ¿Crees que soy tan débil? Vamos y no perdamos más tiempo. Ya estoy extrañando a mí morenito.

Juan sonrió y empezaron a caminar hacia el hotel. Al llegar ahí era una locura, no sabían cómo pasarían ese montón de gente, Juan se veía preocupado.

–Por favor, pase delante de mí así puedo ayudarla un poco.

Las chicas estaban enloquecidas queriendo entrar al hotel, la apretujaron y zarandearon, no queriendo dar su lugar a ella para que pudiera entrar, estaba totalmente atascada, hasta que sintió a Juan empujando a las niñas para que pudiera moverse, solo tuvo que empujar un poco y poner cara de malo, para que se apartaran.

–Dejen pasar que somos clientes del hotel –dijo y los de seguridad lo reconocieron y lo ayudaron a entrar, no sin antes ser bastante estirada por las chicas.

Cuando entraron, miró a su guardia y le sonrió. –¡Pensar que antes era yo entre esas chicas! ¡Era de mí que tenían que protegerse!

–Es demasiado pequeña para dar problemas –dijo el chico.

–¡Uff! ¿Dónde me ves pequeñita? –dije señalando mí cuerpo.

Él sonrió de nuevo. –Me refiero a altura y de todas maneras tampoco esta tan gordita.

–¡Dios! ¿Si ahora todo el mundo me ve flaca?

–No es así, pero tampoco está gorda y mucho menos como para generar algún tipo de peligro para nosotros y más con nuestro entrenamiento.

–Está bien Kevin Costner, vayamos con él, que seguro esta que vuela.

Juan sonrió al escuchar su apodo.

Subieron al ascensor en silencio y cuando se abrió la puerta Juan los dirigió hacia la suite. Antes de entrar se escuchaba a Anthony muy enojado, se escuchaba claramente lo que decía.

El sueño de una RomeistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora