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Era mi última semana aquí, después de unas lindas y relagadas vacaciones teníamos qué regresar a nuestra casa. Sinceramente extrañaba mi hogar,  la comodidas y lo mejor, mi cama. Las del hotel son buenas pero nada comparado con las mía

-¿Disfrutaron sus vacaciones?.-preguntó papá

-¡Sí papá! estuvieron increíble.-respondió Sofía muy contenta

-¿Y tú Ana? te eh visto apagada.

-Pues sí, supongo.

-Hablaremos más tarde sí.

-Se lo qué me dirás y no es necesario, tengo demasiada conciencia papá.

Asintió, se levantó del pequeño sofa y salió con mi mamá y Sofía hacía el restaurante del hotel. Quería llamarle a Jos para ver cómo estaba después de todo esto, 3 semanas sin hablar con él era cómo si no hablará con mi papá, los adoraba tanto.

Primera llamada....

No contestó

Segunda llamada...

No contestó

Dicen qué la tercera es la vencida así qué intentemos.

Tercera llamada...

No contestó



Me sentía realmente mal, dejar de hablar con él radicalmente era muy desesperante, nisiquiera sabía cómo estaba. Aún teníamos algo y no quería romper esta relación pero ahora empiezo a dudar...















Veía a mis papás de un lado a otro, mi mamá preocupada y mi papá con enojó, algo le había avisado qué los puso así. Finamente mi papá colgó y se apresuró a sacar las 2 maletas y a llenarlas.

-¡Volvemos a Monterrey!.-saco del closet unos sacos de ropa y los echó a la maleta

-¡Alisten todo!.-ordenó mamá

-¿Pasó algo?.-pregunté preocupada

-Yo quería quedarme más tiempo.-habló Sofía

-Nosotros igual cariño pero la empresa me necesita, lo qué pasó es que un cliente llegó a reclamar un pedido de zapatos qué les dieron en mal estado. Así qué pide ver al dueño.

Aveces odiaba qué mi papá fuera dueño de una empresa y que para todo lo necesitarán.





















































Habíamos llegado ya a Monterrey, fue un cambió dramático ya qué hacía frío allá y aquí hace muchísima calor. Por algo no compré tanta ropa de invierno.

Llegó la hora de desempacar, cada quien en su cuarto y con su comodidad ¡porfin!. Abajo de toda mi ropa estaba la ropa qué le había comprado a Jos pero dudaba en dársela, tal vez ya no quería verme y ni siquiera seguir conmigo.

Bañada y cambiada me recoste en mi cama y le hablé por telefóno a Jos de nuevo. Esperaba qué me contestará.

-¿Bueno?.

-Hola Jos ¿cómo estás?.-pregunté un tanto animada y nerviosa

-Ah, hola Ana.-saludó sin ganas

-¿Cómo estás?.-volví a preguntar

-Bien gracias a Dios, bueno eso creó.

-¿Te paso algo?.-pregunté asustada

●Cierra Los Ojos●/Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora