Capítulo cincuenta y ocho

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El último día en el puerto fue el más difícil, el más largo, el más reconfortante, aunque igual, el más triste. Como siempre, empezamos con una ducha juntos, donde reíamos pero también nos besábamos y nos mirábamos fascinados.

– Espero que tus padres estén de acuerdo en que pases algún tiempo conmigo, ya sabes, en las vacaciones puedo mostrarte algunos lugares que me parecen fascinantes. – dijo mientras nos salíamos de la ducha y nos enredábamos en las toallas de algodón blancas que nos dejaban las chicas que limpiaban la cabaña.

Asentí con dolor. Hice un gesto de disgusto y me salí del baño para tomar la última muda de ropa y metérmela por los pies y por la cabeza.

– ¿Pasa algo, preciosa? – preguntó la voz de Justin detrás de mí.

– No. – dije casi inmediatamente. – Es que no puedo creer que la semana se haya pasado tan rápido. Quiero más de esto.

– Lo tendrás. – dijo mientras se pegaba a mi cuerpo por la parte de atrás y su mano se entrelazaba con la mía en esa posición.

Subió su mano libre y me tomó del mentón para después acariciarlo con sus labios. Bajó por mi cuello para después darme la vuelta con su mano y acariciarme el vientre desde la orilla de mis bragas hasta la parte alta de mi abdomen. Me acarició las caderas y después sobó mi espalda baja para dejar una de sus manos en mi trasero. Gocé tanto como pude.

– El desayuno puede esperar, si así lo quieres. – susurró con tono seductor.

– Aún estoy en mi periodo. – mentí.

Justin se separó de mí y me miró de arriba abajo, admirando la casi desnudez que presenciaba ante sus ojos.

– Señorita Wilde, debería ser un pecado que ande con prendas tan provocativas. – canturreó en ese tono majestuoso, casi parecido al de un hombre de color. – Si pudiera, te lo haría aquí mismo.

Mordí mi labio y lo acerqué a mí por medio de su nuca. Lo besé con deseo sin detenerme en ningún momento. Justin mordió mi labio y sentí como su respiración iba en aumento. Me empezó a encaminar lentamente hacía un sillón que estaba justo detrás de él. Justin se sentó en el sin dejar de besarme e hizo que me sentara encima de sus piernas a horcajadas.

Sentí su preciosa longitud chocar contra mi feminidad y su cuerpo deseado por más. Empecé a moverme sensualmente encima de él sin parar de besarlo hasta que sus manos llegaron a mis senos y empezó a sobarlos bruscamente encima de mi sostén. Se sentía tan bien que no quería que se detuviera. Él siguió sobando mis senos y besándome. Bajó su boca hasta mi cuello y empezó a besarlo y succionarlo de una manera descomunal. Tomé una bocanada de aire y comencé a gemir levemente.

– Desnúdate. – ordenó la voz rasposa y acelerada de Justin.

– No puedo. – dije pegada a su boca.

– ______...

– No puedo. – repetí algo enojada.

– ¿Pero por qué no? – exclamó Justin algo enfadado.

– Te dije que estoy en mi periodo.

– ¿Qué tiene eso de importante?

– Justin, no seas nefasto. – dije mientras me levantaba de sus piernas y me alejaba unos metros lejos de él.

Sentí sus pasos venir a mí mientras le daba la espalda.

– Me has dejado caliente toda la semana, ______.

– Entonces contrólate, ¿quieres? – puse los ojos en blanco y me encaminé al ropero.

Junté una blusita de tirantes con un escote algo atrevido y unos jeans ajustados al igual que una jersey color azul.

Sex Instructor. Primera temporada (ORIGINAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora