4 Helados y algunos consejos

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Como única Dragon Slayer chica, los demás (mayormente Laxus-san) suelen pedirme algún que otro consejo para preparar algún que otro detalle que pueda agradarles a las chicas en las que tienen su atención (ejem, Mira-san, ejem). Normalmente, solemos hacerlo con una buena excusa de fondo, ya que lo que menos desean sería que ellas se enteraran...

-Wendy- me llamó Laxus-san, sentándose en la mesa en la que yo me encontraba.- ¿Quieres ir a tomar un helado?

En esa última parte, él me guiñó el ojo, haciéndome entender el verdadero motivo de ese pedido.

Yo asentí, encantada. Nadie se extrañó de esa respuesta de mi parte, ni tampoco de la pregunta de Laxus-san, de hecho, era algo que se había vuelto casi rutinario.

-¿Puede ser en la feria anual?- le pregunté, a lo que él frunció el ceño.- He oído que allí hacen uno de los mejores helados del Reino de Fiore.

-¿En serio?- me preguntó, en un tono de lo más bajo. Yo asentí alegre, utilizando mi cara de dulzura absoluta. Él suspiró.- De acuerdo.

Yo celebré en mi mente, y ambos nos pusimos de pie y empezamos a caminar hacia las puertas del gremio.

Salimos de este y fuimos directos a la feria. Buscamos la tienda de helados que me había recomendado, entramos y elegí el helado que más caramelo tenía. 

Una vez que Laxus-san hubo pagado, ambos nos sentamos en una mesa. Él dirigió una mirada a nuestro alrededor, probablemente vigilando que no hubiera moros en la costa.

-¿Y bien, Laxus-san?- le pregunté, para que empezara a contarme la razón de haber solicitado esta charla. Él carraspeó, y un leve sonrojo se hizo presente en su rostro.

-Pues verás, Wendy, seguí tus consejos de seguir los pasos de admirador secreto, enviándole flores blancas cada viernes- me dijo, y yo asentí. Había oído de que era algo que le estaba gustando bastante a Mira-san, que ya estaba deseando saber la identidad de su admirador.

-¿Y quiere decírselo?- interpreté, cogiendo un trozo de caramelo y metiéndomelo en la boca.

Él negó con la cabeza, gesto que me confundió.

-Todavía no- concretó él.

-¿Y entonces?- le pregunté, ya que no podía adivinar a dónde quería llegar con eso.

Él volvió a carraspear.

-Mira ya me espera en la puerta, intentando pillarme y descubrir mi identidad- me explicó.- A veces mando a Ever, que se encarga de dejarlas discretamente, aunque después me pregunta por qué no soy lo bastante hombre como para decírselo de una vez. 

-Al parecer la cercanía con Elfman-san le está afectando más de lo que cree- lo interrumpí, queriendo señalar ese punto.

Él asintió con la cabeza.

-Cierto.

-¿Y por qué no se lo dice?- insistí. 

-Porque no puedo- me contestó.- Vete tú a saber si creerá que mis sentimientos son verdaderos y no parte de una broma hacia su persona.

-Mira-san...- empecé, aunque él no me dejó continuar.

-O a lo mejor me dice que no y se mofe de mí más adelante por estos sentimientos no correspondidos hacia ella- terminó de decir.

Yo solté un suspiro, queriendo decirle que sus temores eran algo absurdos. En realidad, Mira-san no haría eso. De hecho, sería un sueño hecho realidad para ella.

Cuentos de una pequeña Dragon SlayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora