Capítulo 6: Con El Agua Al Cuello

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— Y los Tenientes elegidos son… ¡Casey y Severide!

Todos aplaudieron incluso yo, pero eso me enfadaba todavía más.
Recogí el bolso de ropa sucia de encima del sofá y salí de la estación para encontrar en una hora todo lo necesario antes de que Casey viniera a casa a buscarme. Lo que me corría prisa era el vestido claramente, tenía algunos en el armario por si tenía algún imprevisto aunque no creo que este sea uno adecuado para llevar esa vestimenta tan provocativa.

— ¡Olivia, párate ahí! —ordenó en mi espalda—. ¡Ni un paso más!

«¿De verdad se estaba haciendo el mosqueado conmigo?».

— ¿¡Qué!? —pregunté apoyada en mi coche—. Llego tarde.

— ¿Vas a ir con Matt a la gala antes que hacerlo conmigo?

— Verás… Tengo entendido que piensas cosas de mí algo distintas a la realidad o a lo que me has contado así que sí, prefiero ir con él —respondí—. Soy una bomba y puedo explotar en cualquier momento, mantente alejado.

¡CÓDIGO ROJO! ESTACIÓN 51 AL COMPLETO, AVIÓN ESTRELLADO EN EL LAGO MICHIGAN.

Sin tiempo a reaccionar los dos volvimos al interior en una intensa carrera para cambiarnos otra vez y subirnos a los camiones. Nos habían dado unas horas de descanso para encontrar algo adecuado pero me temo que eso no va a ser posible por un tiempo. La emergencia tenía muy mala pinta, tanta que no me di cuenta que con las prisas me había cambiado de ropa delante de muchos varones.
Pusimos rumbo al destino en pocos minutos. Intentaba no mirar demasiado por la ventana puesto que eso lograría ponerme todavía más atacada de lo normal.

— Teniente —llamó Tony, el conductor del camión—. Tiene mala pinta.

— Lo sé.. —suspiró Kelly mirando por el cristal—. Intentemos hacer el trabajo lo mejor posible.

Me costaba incluso tragar por culpa de los nervios.

— Ya hemos llegado.

Salimos del interior con prisa antes de ver aquella horrible estampa. Un avión turístico partido por la mitad, casi en llamas y vaciando todo el tanque de gasolina en el lago.

— ¿Habéis visto alguna vez algo así? —pregunté con la vista fija en el agua.

— Ni de coña.

— ¡Bien, acercaros! —ordenó Boden—. Nos encargamos de sacar a todos de allí y dejamos que Mouch, Perry, Otis y Capp los lleven a la orilla en lanchas motoras para que los paramédicos les atiendan. Por favor, tengan cuidado y mantengan sus radios encendidas.

— ¡Tenientes! —grité cuando ellos ponían rumbo en el primer trayecto de dos de las lanchas. Ellos miraron en mi dirección—. Tengan mucho cuidado.

Ambos asintieron aunque quizás Casey fue el más convincente.

Cambié la chaqueta y los pantalones del uniforme por un traje de buzo puesto que eso se encargará de aislarme del agua y del frío. Subí a la lancha y encendí el motor para ir a mi parte asignada por Boden.

— ¡BOMBEROS! —gritaba para que cualquier pasajero pudiese escucharme—. ¡SUBA!

Varias chicas subieron de imprevisto logrando asustarme y Mills vino con un niño pequeño inconsciente. Esperé unos segundos antes de volver a la orilla pero el chico momentáneamente empezó a convulsionar.

— ¡Brett! —grité—. Tengo un niño con convulsiones.

Todas las personas que eran capaces de llegar a la arena por su propio pie salieron de la lancha mientras los otros seguían dentro. En la orilla, varios paramédicos esperaban nuestra llegada para recogerlos a lo que ayudé. A varios pasos se encontraba una carpa portátil puesta para evitar relevar más información a los medios de comunicación a varios metros de allí.

Las voces de Boden llamaron mi atención justo cuando salía de la zona de afectado después de dejar a una mujer inconsciente. Discutía con un hombre, igual de alto que él y bastante alterado. No llego a escuchar el motivo pero seguramente importante si tiene algo que ver con el accidente. Voy hacia ellos, por lo menos para intentar calmar la cosa ya que nadie hace nada por disuadir.

— ¡Tienen qué buscar a mi hija! —grita el hombre—. ¡No hacéis nada!¡Vagos de mierda!¡Inútiles!

— ¡Estamos en ello! —respondía mi ahora jefe—. ¡Su hija no es más que nadie!

Apenas lo conozco pero me extraña que pierda los nervios de esa manera. Sabiendo como son algunos de mis compañeros y que tenga paciencia día sí y día también pues... Ahí está la respuesta.

— ¡Sólo tiene tres años!

Salgo inmediatamente corriendo después de ver como el hombre totalmente enfadado sostiene sobre su mano izquierda un arma de fuego apuntando a Boden. Estoy a casi diez metros pero entre los kilos de la vestimenta y correr sobre la arena seca me cuesta bastante.

— ¡BODEN! —grité para distraer al hombre—. ¡Al suelo!

Me tiro encima. Forcejeo con él pero por la fuerza del hombre no consigo quitarle la pistola. Tumbados los dos en la arena me consigo poner encima con un ligero impulso. Le pego un puñetazo y le empieza a sangrar por el labio. Levanta la mano apuntando a mi estómago e intento retirarla.

— ¡Baja el arma! —grito—. ¡Se va a buscar más problemas si lo...!

Dispara.

Enamorada De Un Bombero |K. S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora