Capítulo 3: Sutilidades Desde Jefatura

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El trabajo terminó y decidí conocer la ciudad. Habíamos atendido llamadas de un accidente, un incendio en un piso y una fuga de gas. Para ser mi primer día no ha estado mal, de hecho todos me han felicitado puesto que saqué a la mascota de una niña de entre las llamas.

📲Bueno, el Teniente está bastante bien. Bombero y físicamente está increíble, es posible que la chica no pudiera resistirse a sus encantos.

Me encontraba hablando con mi verdadero jefe del caso mientras paseaba por la calle. Una de las condiciones era informar todos los días y sinceramente paso de aguantarle repitiendome mil veces sobre lo importante que es recibir noticias sobre el tema.

📲Esa no es la cuestión. Lo que queremos saber es si es capaz de seguir cuando le dicen "no".

📲¿Y si él frena al oír un no?

📲La chica tendría un gran problema y los medios de comunicación se encargarían de hundirla.

Durante los ratos de descanso mientras esperábamos el siguiente aviso me dediqué a relacionarme con todos los de mi turno. Sí antes a simple vista parecían buenas personas, ahora estaba encantada con todos pero en particular con Casey. Vino a pedirme disculpas por haberme mojado con la manguera cuando se sentó junto a mí en la mesa para tomarse un café recién hecho. Pasamos tiempo allí hasta que Severide y Boden se lo llevaron al despacho mientras comentaban algo sobre unas nuevas máscaras de oxígeno.

📲Le informaré en cuanto tenga más información nueva.

Sabía lo que mi jefe quería decir con aquel sutil comentario y la verdad es que no me hizo mucha gracia ni lo iba a tener nada fácil. En ningún momento me dijeron en la academia que tendría que prestarme a algo tan miserable como eso para lograr conseguir una prueba de culpabilidad.

- ¿Olivia? -escuché desde la terraza de una cafetería-. ¿Qué haces por aquí?

Era Gabby Dawson, una de las paramédicas de mi turno.

- ¡Hola! Intento conocer un poco más de esta ciudad sin perder la orientación. ¿Y tú? Pensaba que habíais quedado en el ¿Bollyʼs?

Ella emitió una sonora risa.

- ¡Mollyʼs!

- Oh, cierto -respondí intentando parecer un poco despistada-. Son muchos datos para un único día.

- Te entiendo -suspiró antes de beber del café-. ¿Por qué no te vienes al bar conmigo? Los demás también estarán por allí.

- Me parece bien.

Se ofreció a llevarme en su coche puesto que vivía tres calles más abajo y no me había molestado en coger el coche. Acepté y caí en la cuenta de todas las cosas que tenemos diferentes. Físicamente no íbamos a pasar por hermanas en una operación encubierta, es más, tengo gran parentesco a Leslie Shay -la chica muerta- y a Brett -su compañera de ambulancia- que a ella. Las dos eran rubias y de ojos claros, en cambio ella era en polo opuesto con su gran parentesco a la etnia latina.

- ¿Cómo has decidido venir a un sitio tan alejado de Los Ángeles? -preguntó mientras tenía la vista en la carretera-. No quiero meterme en tu vida pero te admiro en eso.

- Gracias, aunque debo confesarte que cuesta muchísimo -respondí con sinceridad-. Saber que mientras subes al avión tus padres todavía siguen ahí esperando a que te des la vuelta para volver a casa es horrible.

- Me lo imagino -suspiró entristecida-. ¿Y por qué lo has hecho? Es decir, eres joven y por lo que he podido ver hoy con mucho potencial, ¿por qué no lo rechazaste y buscaste otro trabajo más cerca de tu casa?

- Siempre he tenido la sensación de no estar en el lugar indicado, en ese sitio donde te das cuenta de que vayas al lugar que vayas vas a estar segura. Puede que fuese así porque soy policía y estoy en riesgo constante pero aquí no tengo la sensación de que podía ocurrirme eso.

Gabby aparcó en la puerta de un local con el letrero del bar encendido, acabamos de llegar al local.

- Normal, aquí nadie te conoce y ya no eres poli.

Tuve un escalofrío por todo el cuerpo. Acababa de cometer un error muy grave hablando así puesto que le había dicho toda la verdad y aunque ella dio por hecho mi equivocación por el reciente cambio de trabajo puede darme más de un problema en el futuro si no pienso lo que hablo.

- Todavía se me hace raro aceptarlo.

Dimos paso al interior del bar y allí estaban todos. No tenía duda de la familia que habían formado durante todo el tiempo que llevaban en el 51 y lo admiraba si comparaba esa relación con la mía de la comisaría.

- ¡Olivia! -saludó Brett al verme pasar por su lado-. ¡Qué sorpresa!

- ¡Sí! No iba a venir pero me encontré con Gabby y tuve curiosidad de conocer vuestra guarida para después del trabajo, puede que dentro de un tiempo la necesite.

Por suerte, la temperatura es mucho más alta aquí que en exterior ya que me empieza a sobrar el abrigo. Lo dejo al lado de la mesa de los Tenientes antes de saludarles a ambos. Van vestidos casi de la misma manera pero mirando a los demás hombres caigo en la cuenta de la vestimenta masculina: un pantalón vaquero y una camiseta básica, igual que sus conjuntos.

- ¿Te he dicho que la novata y yo nos hemos hecho amigos? -le preguntó Kelly a Casey proponiéndome sentarme junto a ellos.

- ¡Vaya! -exclamó sorprendido-. En el despacho no os vi con muchas posibilidades de llevaros bien.

- A veces soy un poco imbécil -admití haciéndoles reír a los dos-. Otras no tanto.

- Él tampoco se queda atrás -criticó el rubio ante su compañero y amigo antes de mirar su reloj de pulsera-. Necesitarás mucha paciencia para aguantarlo y por cierto, me hubiese encantado tenerte en mi camión.

- Gracias.

Casey se despidió de nosotros dejándonos solos. La mirada azul tan intensa que siempre tenía posada en mí lograba ponerme algo nerviosa, ni en los entrenamientos en la sala de interrogatorios me ocurría esto.

- ¿Y si damos una vuelta? -sugirió-. Luego puedo llevarte a casa.

- Está bien, salgamos fuera.

Enamorada De Un Bombero |K. S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora