IV.

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- ¡Que hiciste qué!

-No sé Karen, no sé...la primera clase es mañana y yo...yo... ¡Soy muy malo en deportes! -Grité- Voy a hacer el ridículo, y lo peor, voy a hacer el ridículo frente a él

-Tranquilo, quizás eso te ayude a subir tu promedio en el plan general...

- ¿Tú crees?

-...No...

- ¡AHHH! -Me decaí-Voy a decirle al entrenador que me saqué del taller...

- ¿Enserio harás eso?-Puso su mano en mi hombro.

- ¿Queda alguna otra opción? -Bajé la mirada.

Tocó el timbre de salida, fui directamente al gimnasio para llegar de los primeros y así no ver a Diego, quería hablar con el entrenador, pero pasaban los minutos y aun no llegaba... Me senté en la galería y después de un rato se escucharon risotadas de varios hombres viniendo hacia mí, me puse nervioso y los vi entrar, eran varios y entre ellos estaba él...lo miré y tenía la misma cara de ese día, la misma cara de siempre, de seriedad. Pronto le gritaron "¡Hey Vanessa, tírame la pelota!"... sonrió. Se me revolvió el estómago, nunca lo había visto sonreír, fue...como si iluminara todo el lugar. Tomó la pelota con las manos y la tiró hacia su amigo...después de un rato analicé bien lo que le habían dicho... ¿Va-Vanessa? ¿Por qué?... ¿Le gustará alguna niña que se llamase así? O peor... ¿Estaba saliendo con ella? La pelota llegó a mis pies:

-Hey, puedes lanzarla-Escuché su voz ronca, mis piernas comenzaron a temblar, no quería hacer el ridículo y por alguna razón mi cuerpo no respondía- ¿Puedes?- No respondí. Pronto lo vi caminar hacia mí y mis manos temblaban, trotó hacia la pelota, me miró directo a los ojos, pero bajé la mirada- ¿Te sientes bien? -Mi corazón se aceleró tanto que creí que se saldría de mi pecho y el continuaba con la mirada fija en mi

-Muy bien chicos-Interrumpió el entrenador- vayan a ponerse sus uniformes para comenzaron la clase.

Me sentí aliviado, y solté un suspiro enorme: "No es posible que me suceda esto" pensé. Me dirigí al entrenador:

-Yo, quisiera salirme del taller

- ¿Quisieras qué?

-Salirme del taller, creo que me equivoqué...

-Daniel, sé que eres malo en deportes-puso su mano en mi hombro- por lo mismo no dejaré que te vayas del taller

-Pero...-lo miré con tristeza

-Nada de peros, tú y yo sabemos que eres capaz de muchas cosas, y entre ellas está la superación, no puedes dejar que esto te supere... ¿o sí? -Bajé la mirada-

-No...-respondí decaído

- ¡Así me gusta!...mira, para motivarte si es que te esfuerzas te pondré un siete en deportes de plan general, y tu sabes que te subirá mucho el promedio...-Le sonreí-Ahora ve a cambiarte.

-Si señor Edward.

Me dirigí al camarín y pasé inadvertido, me senté alejado de todos, no se me daba bien el sociabilizar, mucho menos con hombres de esa índole. Me di cuenta de que era el más flaco de todos, eran como 12 o 15 hombres, Diego estaba muy lejos, sólo lograba escuchar su risa de vez en cuando. Me cambié adentro de una ducha, no quería que alguien me viera e hiciera alguna broma sobre mi aspecto. Mi mamá solía decirme que tenía menos carne que un wantan y que parecía un fideo. Dejé de escuchar las voces y me di cuenta de que todos habían salido del camarín, salí rápido y pensé "no sé cómo voy a soportar esto por todo un semestre". Me puse en la fila y comenzamos a hacer distintas cosas, cada vez que me tocaba a mí yo lo hacía mal, ellos se reían, yo me sonrojaba y reía nervioso, no quería mirar a Diego ni por un segundo, estaba seguro de que me pondría más nervioso y probablemente moriría de la vergüenza. Pero en una oportunidad no pude evitarlo, se me cayó la pelota de las manos y lo miré, todos reían, excepto él, tenía la misma cara.

Cuando terminó la clase nos mandaron a ducharnos, quería esperar a que todos se ducharan, en eso me senté en las bancas que estaban ahí a esperar. Diego se sacó la polera, era sumamente blanco, tenía la espalda ancha y mientras lo miraba sentí la cara caliente, estaba seguro de que estaba rojo. Sólo pude verlo por detrás, no dejaba de pensar en la cara que tenía mientras yo actuaba como un torpe (como siempre) tal vez creyó que era muy tonto o quizás dijo "qué está haciendo aquí" después de todo el tenía esa figura atlética y parecía ser experto, todo le salía bien, pero de alguna u otra forma parecía ser tan sencillo a la vez.

Cuando llegué a mi casa no me quitaba su cara de la cabeza, quería enterrarme vivo, y de pronto, sin quererlo, comencé a llorar y a reír: "Soy un inútil, en qué estaba pensando...él y yo...nunca pasará algo así"

Amor "imposible"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora