No lo vi en el resto de la semana, no iba a la escuela y tampoco al taller. Lo extrañaba de una manera inaguantable. Sólo quería saber de él, aunque fuera una noticia mínima. Finalmente llegó el día viernes. Fue a la escuela, lo vi correr por el pasillo con su grupo de amigos, y me gritó:
– ¡Paso por ti a las ocho!
Me sorprendió. Mi humor cambió por completo.
–No lo había visto en días y aparece así de repente y me dice eso… ¡Ay Karen qué debo hacer!
Karen ya no respondía mis preguntas…estaba enojada porque había aceptado su invitación a salir…me decía que terminaría enamorándome y que no estaba bien. En el fondo yo también lo sabía pero me daba igual.
Ese día no había taller, todos estaban hablando del famoso festival escolar. Yo nunca asistía, así que esta sería la primera vez.
A medida que iba pasando el día más ansiedad sentía. Estaba en la biblioteca y lo miraba desde la ventana. El hablaba con todo el mundo y un sinfín de chicas, “quizás qué le estén diciendo–pensé– ¿cómo irás vestido Diego? ¿Con quién vas a ir? Y blablablá” Aunque me fastidiaran de todas formas ellas tenían más posibilidades con el que yo en un millón de años. “No importa–pensé– él y yo estaremos juntos hoy”
Terminó la jornada escolar, fui corriendo a casa y no sabía qué ponerme, busqué mi ropa por todos lados, le preguntaba a mamá que estaba limpio y qué no. Me duché pensando en el todo el tiempo, me preguntaba cómo se vestiría, si se pondría algo especial o sería sencillo como siempre. Me vestí, miré la hora y eran las 7:30. “¿Tan poco me demoré? Aún falta mucho…” pensé. Me recosté en mi cama a pensar todas las cosas que habían pasado entre nosotros últimamente, aun no lograba entender nada, pero todas sus actitudes me parecían siempre las más dulces y más me convencía el pensar que él era el hombre más perfecto sobre la faz de la tierra. Sonreía a la nada, él…me hacía feliz sólo con el hecho de existir. Estaba hundido en un sinfín de sueños con él, me imaginaba qué pasaría esa noche y cada segundo que pasaba me llenaba de ilusiones. Oí el timbre…miré por la ventana de mi cuarto y ahí estaba él, pero para mi sorpresa, no estaba solo. Estaba acompañado de sus amigos, de las novias de ellos…eso me deprimió. Levantó la vista y me vio mirándolo por la ventana, me sonrió y saludó con la mano. Me sonrojé.
Bajé lo más rápido que pude sin que mi mamá me viera para preguntarme el por qué iba, qué desde cuando me “juntaba con ellos” y quizás qué clase de pregunta más.
–Hola…–Lo saludé.
– ¿Demoré mucho? –Sonrió.
–No…estas bien en la hora–Le sonreí nervioso.
Éramos alrededor de 12 personas caminando. El iba al lado mío pero no hablaba conmigo. Reía con sus amigos, las novias de sus amigos lo miraban y reían con él. Sentía celos. Yo sólo lo observaba. Pasamos por muchas calles, sus amigos hablaban tonterías y sus novias me hablaban de cosas triviales.
Llegamos al festival… estaba lleno de puestos de comida, de juegos, de adornos y esas cosas. La escuela lo organizaba con el fin de ganar dinero para la despedida de los 4tos años. No se vendía alcohol, pero siempre había algún idiota vendiendo a escondidas o ofreciendo a las chicas de años menos para embriagarlas. “No creo que Diego beba” pensé, hasta que se acercó un tipo que parecía ser de 3er año.
–Hey chico…quieren comprar un poco de alcohol…
–Vale, ¿cuánto pides? –preguntó Diego de los primeros, para mi sorpresa.
Finalmente lo compraron, era una botella grande de Vodka, y tomaban así, sin nada. Yo y las mujeres éramos los únicos que no bebían. Los amigos de Diego no estaban borrachos, pero Diego fue el primero en estarlo:
–Yo…nunca bebo, Daniel–decía con voz torcida, la voz típica de un ebrio.
–Diego…estás ebrio.
– ¡No!... No estoy ebrio…sólo…estoy un poco mareado–Sonrió.
Me pareció tierno al principio…su voz tambaleante, sus ojos alegres…como si se hubiese olvidado de todo…pero…al cabo de unos tragos más se volvió fastidioso. Sus amigos no se daban cuenta porque estaban en su mismo estado, o peor. Yo estaba aburrido de oír sus comentarios desagradables respecto a la gente que pasaban por nuestro lado. Molestaban a todo el mundo con bromas pesadas y de mal gusto. La gente los miraba extraño, dándose cuenta de sus estados. A mí me avergonzaba pero no tenía qué más hacer. Después de un rato dos chicas de una mesa de enfrente se acercaron al grupo y se dirigieron a Diego.
–Oye…queríamos saber tu nombre, es que…mi amiga que está sentada allá –fijó la mirada en una chica de unos 15 o 16 años, delgada, con pelo largo castaño claro–quiere conocerte.
Él la miro por un largo rato con una sonrisa en el rostro, ella le sonrió…y a mi…se me paralizó el cuerpo. Los celos se apoderaron de mi. Diego respondió al fin:
–Dile que no me gustan las mujeres planas…–Dijo, y sus amigos soltaron una tremenda carcajada. Todos se rieron de ella, la miraron con desdén, y Diego volvió a poner la botella en su boca.
Me sorprendió. Todo lo que había formado de él había desaparecido. No era el mismo, nada lo era, me había decepcionado. Estaba anonadado, con las risotadas de fondo, quería hacer todo lo posible para irme, no lo pensé más, me levanté de la mesa y comencé a caminar a mi casa rápidamente, como huyendo de todo. No quería saber nada más de él. “Después de todo…ningún hombre es perfecto” –pensé– Y más me decepcionaba el hecho de que ni siquiera había notado que me había parado de la mesa. O eso pensé, hasta que escuché su voz desde atrás.
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Amor "imposible"
Fiksi RemajaEsta es la historia de un amor "imposible" relatada por Daniel. Un chico de 2do año que se enamora de Diego Hererra, dos años mayor que él. Algo sumamente imposible, ya que, Diego era bastante popular, y peor aún ambos son hombres. Pasando el tiempo...